DOCUMENTAL
Vicenta
Dirección, fotografía y edición: Darío Doria
Guión: Luis Camardella, Florencia Gattari, D. Doria
Dirección de arte: Mariana Ardanaz
Relato en off: Liliana Herrero
Duración: 69 minutos
Podría decirte que Vicenta se anuncia como un documental, que trata el derrotero del intento de una madre por garantizar el derecho al aborto de su hija, Laura, quien fue abusada por su tío y tiene un retraso madurativo que la detuvo en los ocho años de edad, cuando cronológicamente tiene 19.
Podría decirte que Laura tiene una madre llamada Vicenta Avedaño que tiene 54 años, es analfabeta, trabaja limpiando casas por hora; que ambas viven en una casilla en Guernica, provincia de Buenos Aires; que fueron abandonadas por el padre de Laura y de Valeria, su hermana mayor, quien vive con su marido y su hijo pequeño.
Podría decirte que el documental Vicenta ya ganó premios y fue aplaudido en Leipzig, Cannes, el festival de Mar del Plata, que tiene 120 personajes creados enteramente en plastilina; que llevó un año y medio el diseño y construcción de sus 34 maquetas/locaciones, dos años y medio de investigación y escritura de guión y que ya se estrenó en Cine.Ar Play…
Pero prefiero mostrarte que Vicenta, y su documental homónimo, se parecen: trascienden todos estos datos, desandan prejuicios, escapan de finales trillados, subvierten el orden, se rebelan, dibujan con luz otro futuro para todas, y desarman uno a uno, casi tímida, minimalistamente los estereotipos con los que miramos todes.
Ambas Vicentas -la madre protagonista y el documental- te muestran lo que los noticieros omitieron, el final de la historia. Esa parte dos que la resignifica. Un derecho finalmente garantizado, y un estado justamente interpelado.
Su director Darío Doria prescinde de un registro de material de archivo por inexistente. Así, elige reconstruir de otro modo el universo de Vicenta. Son 120 los personajes y maquetas realizados cuidada, obsesivamente con plastilina por su Directora de Arte, la ya consagrada ilustradora editorial platense Mariana Ardanaz, que debuta en su trabajo para cine.
La voz en off que narra la historia pertenece a la enorme Liliana Herrero, que interpela en segunda persona a Vicenta, el personaje, y a ustedes que la están conociendo a través de su voz de trueno cálido. La Herrero tampoco había hecho antes un trabajo de este tipo.
Doria elige mostrarte solo algunas imágenes de archivo, pero dentro de una TV de plastilina que aparece en una sala de espera o en una vidriera multiplicada en varias pantallas. Y se las arregla para hacer arte, cuando en la historia de Laura y Vicenta parece no caber más burocracia, ni un infierno kafkiano más. Y cuando el relato se oscurece como invitando al público a saltar al otro lado de la pantalla -como Alicia frente a su espejo- para rescatarlas, Vicenta, Laura, Doria y Ardanaz lo logran. Vicenta levanta la mirada y te enseña que es posible recuperar la dignidad, hacer valer un derecho, mostrárselo al mundo y cambiar las instituciones que las revictimizaron.
Luego de peregrinar por juzgados, fiscalías, padecer comités de médicos y jueces, el caso llegó a los tribunales internacionales y la ONU dictaminó que las trabas ilegales al aborto no punible constituyeron una violación de los derechos de Laura y condenó al Estado argentino por vulnerarlo. El protocolo para abortos no punibles que está en vigencia hoy es producto de la lucha de Vicenta.
Como ves, podría seguir aportando datos que completen la historia “real” en la que se basa el documental, pero aquí lo real está dado por otros elementos. No importa lo que te diga porque la clave es cómo y desde qué lugar se narra esta historia.
Doria elige la plastilina, ese material por excelencia que moldean lúdicamente les niñes, o Laura “que crece y no crece, crece y no crece” y Mariana Ardanaz te acerca al mundo de Vicenta desde el sentido que otorga la mirada.
Con el uso de la segunda voz gramatical, la voz que define por excelencia al poder judicial y a la Iglesia, que juzga y culpa, Liliana Herrero guía y acuna. Se trata del cuidado de la vida, esa primera forma que encarna el amor; de Vicenta hacia Laura, y del documental hacia todas.
En tiempos de tratamiento de una ley que lo garantiza como derecho, sabés que no solo se trata de una cuestión de información. Cuando el arte documenta, son los cuerpos los que hablan.
Verona Demaestri