Nebraska
Dirección: Alexander Payne
(Estados Unidos, 2013)
115 minutosCada nueva realización de Alexander Payne confirma que es uno de los pocos directores de la factoría hollywoodense que todavía tienen algo para decir. Lo que antes eran apenas películas sueltas ha ido conformando una obra personal con conexiones temáticas y formales. Las confesiones del Sr. Schmidt (2002), Entre copas (2004) o Los descendientes (2011) ya evidenciaban la inclinación de Payne por retratar a los personajes que representan la contratara del sueño americano, pero compadeciéndose, no mofándose de ellos. Esa tendencia se reafirma con la estupenda Nebraska, filmada en un expresivo blanco y negro. La anécdota es pequeña: el anciano Woody cree en el obvio artilugio comercial de una empresa y supone cierta la carta en la que le dicen que ha ganado un millón de dólares. Pese al fastidio y las burlas de su esposa y de su hijo mayor por su chochera, se empeña en viajar a cobrar su premio. David, el menor, aunque consciente del engaño, aceptará acompañarlo. La recompensa al final del camino será la de un hijo que acaba por conocer —y comprender— mucho más a su padre. Los pueblos de la Norteamérica profunda, devastados por la crisis y la abulia, son también protagonistas. Hay escenas antológicas, como aquella en la que los primos de David miran televisión absortos, o la secuencia en que Woody y su hermano, que no se habían visto durante años, mantienen un diálogo lacónico. Aunque no obtuvo ninguno de los cinco oscares a los que estuvo nominada (mejor película, director, guión, actor y actriz secundaria), Nebraska los merecía a todos, en especial por las brillantes interpretaciones de Bruce Dern (Woody) y June Squibbs (su esposa, Kate).
Carlos Gassmann