El Colectivo de Teología de la Liberación «Pichi Meisegeier» visitó a la líder de Tupac Amaru en el penal de Alto Comedero, en Jujuy. En esta nota, analizan la coyuntura del país y el incremento de la represión de la protesta social.
Por: Colectivo de Teología de la Liberación «Pichi Meisegeier»
La última semana de julio el Colectivo de Teología de la Liberación “Pichi Meisegeier” y la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA viajaron a Jujuy para expresar la solidaridad de ambos espacios con la dirigente popular Milagro Sala y los otros miembros de la Organización Barrial Tupac Amaru encarcelados por orden del gobierno de la Alianza Cambiemos, encabezado en la provincia por Gerardo Morales, y por Mauricio Macri a nivel nacional.
El miércoles 27 de julio visitamos a Milagro en el penal de Alto Comedero, donde lleva más de 200 días recluida. Escaso el tiempo para el encuentro: muchos compañeros y compañeras se anotan para verla, y la burocracia carcelaria se ocupa de que las cinco horas pautadas se reduzcan parcelando los ingresos de a dos en dos, con cientos de metros hasta llegar a Milagro.
Escaso el tiempo, enorme en intensidad. Los abrazos de Milagro -el del encuentro, el de la despedida- son el mandato que también traducen sus palabras: hay que seguir luchando en todos los frentes, construir y fortalecer las organizaciones para que resistan las políticas neoliberales que procuran demolerlas. Abre el alerta sobre las deserciones de los seducidos por prebendas y de los forzados por el miedo. Con dolor e indignación hace el inventario de cuánto de lo edificado por la Tupac va cayendo bajo la piqueta de Morales.
Nos dijo Milagro: “Compañeras, compañeros: resistencia y organización. Hay que provocar otro 19 y 20 de diciembre. Pero esta vez nos tiene que encontrar organizados y con liderazgo, no como en el 2001”. Una mujer enorme en un cuerpo frágil y pequeño, con una convicción inclaudicable y una mirada política clara.
Ver «El cantri», el barrio construido en el Alto Comedero, da una dimensión exacta de por qué Milagro y sus compañeras y compañeros están presos. Luchar por la igualdad, que los «negros coyas de mierda» tengan acceso a los mismos o mejores servicios que la clase media o alta provoca el odio de clase, ese sentimiento visceral que ve en los más pobres un objeto de explotación y caridad y no tolera que sean sujetos de su propia liberación. Esto se ve resumido en la frase de Tupac Amaru: «Campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza».
La despedida fue de una emoción superlativa. Los nietos de Milagro le gritaban: «¡Lela, Lela!» y ella gritaba mientras todos salían: «¡Los quiero! ¡A luchar! ¡Los quiero! ¡A luchar!»
Este viaje nos permite ratificar, entre otros signos y hechos, lo denunciado desde los inicios de la gestión macrista:
-Que la persecución y la represión a las organizaciones populares en combinación con la impunidad para todo el arco gobernante por los atentados que perpetra contra los derechos del pueblo son políticas constitutivas de este gobierno. Como lo son la desocupación, los tarifazos, el aniquilamiento del aparato productivo nacional, el sometimiento a la dictadura del imperialismo financiero globalizado.
-Que Jujuy es un laboratorio de lo que se perfila como la política represiva planificada a extender en todo el país –como en 1975 lo fue Tucumán con el Operativo Independencia–. La pretensión de detener a Hebe de Bonafini con enorme despliegue policial montado el jueves 4 de agosto contra las Madres de Plaza de Mayo es otra señal en esa dirección.
-Que en el acoso a la Tupac, el encarcelamiento de Milagro Sala, de Raúl Noro y numerosos compañeros de esta organización se perpetran violaciones a los derechos humanos: allanamientos masivos de viviendas, sedes y lugares de trabajo de la organización; el aparato judicial que viabiliza la negación de derechos antes, durante y después de las detenciones; cooptación y declaraciones forzadas por el terror. La agresión brutal a los trabajadores de Ledesma, el despliegue de fuerzas represivas que rodeó a la marcha de La Noche del Apagón completan, sin agotarlo, el régimen al que está sometido hoy el pueblo jujeño.
-Que el foco puesto en la destrucción de la Tupac se explica por la voluntad gubernamental de disolver toda forma de organización popular que se constituya desde la convicción de ser sujetos de derecho y sujetos políticos que construyen poder popular con dignidad y compromiso.
En síntesis: que en Jujuy se ha implantado de hecho un estado de excepción: Morales se ha erigido como “la ley”, desconociendo la ley o alterándola de acuerdo a su voluntad, remedando al rey de Francia Luis XIV que afirmó “el Estado soy yo”.
Este es el Jujuy de hoy, continuidad y herencia del Jujuy de décadas: el Jujuy sobre el que mandan los Blaquier –hoy integrantes del gobierno de Macri-Morales-, y al que Milagro Sala desafió y desafía.
No nos quedan dudas: con el ilegítimo e ilegal encarcelamiento de Milagro Sala el gobierno pretende aniquilar un proyecto de construcción de poder popular inédito. No hubo un milagro en Jujuy. Hay una Milagro de Jujuy que lidera una voluntad política para hacer concretos los derechos del pueblo. Por eso Morales-Macri la tienen secuestrada.
Milagro y la Tupac existen y resisten. La memoria de su solidaridad con tantas luchas y las concreciones simbólicas y materiales que llevan adelante convocan solidaridades y nos animan a continuar sin darnos por vencidos. Porque Milagro apuesta al pueblo. A todos nosotros.