Selva Almada
Editorial Mar Dulce
2013
Hay una fuerte tradición de literatura de “provincias” que escapa a lo pintoresco, a lo paisajístico, al lugar común más “regionalista”. De Héctor Tizón a Daniel Moyano, de Juan José Saer a Antonio Di Benedetto, de Juan José Hernández a Asencio Abeijón, es una literatura heterodoxa, que habla de los países que hay dentro de un país, con lenguajes complejos e historias que revelan mundos ajenos, tanto en distancia geográfica como en el reflejo de la condición humana. Ladrilleros, novela de la entrerriana Selva Almada, toma lo mejor de esas raíces para contar una guerra de pueblo chico en el clima tórrido y asfixiante del Chaco. Esa guerra, lo sabremos luego, es la de dos ladrilleros, padres de familia, enfrentados a muerte. Mezcla de las atmósferas inquietantes de los cuentos de Juan Rulfo y del salvajismo de Horacio Quiroga, hay una trama narrativa densa tipo Western que, casi cinematográficamente, explora un abismo del que son parte los personajes: vidas secas, duras, que se riegan en la violencia que desata el alcohol y difícilmente puedan escapar del círculo abrumador de la pobreza y la venganza. Es cierto que por momentos la voz de la narradora no encaja con el registro coloquial de sus personajes. Aun así, Selva Alma se erige como una autora sofisticada, que retrata con maestría escenas de duelo, sexo, sopor, desamparo, hastío y desesperación. No es la única de la producción provinciana actual: allí están también los Mario Ortiz, los Federico Falco, los Orlando Van Bredam, que nos recuerdan que, aunque Dios atienda en Buenos Aires, hay una narrativa latiendo con fuerza más allá del ombliguismo unitario y la hegemonía porteña.
Juan Manuel Mannarino