Un relato y una pregunta ineludibles: ¿Dónde está Miguel?

In Cultura, Memoria -
- Updated

MiguelBruHay “una continuidad que hiela la piel” en las prácticas autoritarias y criminales de la Policía de la dictadura y la que torturó y mató en La Plata a Miguel Bru, el estudiante de Periodismo cuyo cuerpo jamás apareció. El periodista Pablo Morosi acaba de publicar su libro sobre el caso, cuando se cumplieron 20 años.

Por Sebastián Lalaurette

Le cabe a este libro el ya demasiado transitado elogio que se reserva a las investigaciones periodísticas y especialmente a las que entrelazan crimen y política: a saber, que “se lee como una novela”, lo que, sin dejar de ser cierto, soslaya su atractivo principal. No cabe duda de que el relato que se abre en la comisaría novena de La Plata en aquella noche fatal de 1993 en la que mataron a Miguel Bru, hace después un flashback para contarnos de él y de su familia, y establece el escenario del drama posterior (la búsqueda inicial, luego el desaliento, más tarde la larga lucha contra la impunidad) atrapa desde la primera página. Pero lo central de la obra de Morosi, publicada hace apenas unos días, es que está llamada a convertirse en definitiva.

En efecto, no es la virtud narrativa lo que hace que ¿Dónde está Miguel? (Marea Editorial, 2013) sea importante, sino su doble solidez: la de una pesquisa que a base de recogida de datos y de entrevistas con protagonistas directos del caso logró reconstruir el crimen y sus circunstancias en la forma más acabada posible, por una parte, y, por la otra, la de un relato que se atreve a salir de la imagen congelada en el sepia de la imaginería popular y a presentar sin ambages al joven asesinado como lo que era, un ser de carne y hueso que no necesitaba participar del carácter de lo impoluto para merecer la vida.

La historia del asesinato de Miguel es la historia de la tragedia de una comunidad en relación perversa con sus instituciones: no se explica de otro modo que quienes deben cuidar maten, que quienes deben investigar oculten y que quienes deben castigar pongan reparos. Morosi no sólo documenta exhaustivamente las incidencias de la búsqueda del cuerpo del muchacho (nunca aparecido) y los indicios y testimonios que existen sobre su destino, sino que revela también la trama más compleja que cruza a la Policía y la Justicia con la propia institución familiar y con las relaciones personales y vuelve palpable el “aire” enrarecido de un vecindario donde la Policía es más bien el enemigo.

Por eso el libro ya es ineludible: a partir de ahora no se podrá hablar del “caso Bru” sin esta referencia. Es en este libro donde no sólo se hallan compilados los hechos cruciales de la causa (hemos visto al autor entusiasmarse con algún dato hasta ahora desconocido) sino que se atisba también esta compleja estructura enfermiza cómodamente instalada sobre y entre las instituciones. Una parte del texto, necesariamente imbricada con el resto, está dedicada a retratar “una continuidad que hiela la piel” en las prácticas autoritarias y criminales de la Policía de la dictadura y la que torturó y mató a Miguel.

Leer el libro a veinte años del hecho es comprobar que a esta continuidad se le opone, al menos, una discontinuidad en el pensamiento social: si en aquel momento la estrategia policial incluyó negar la condición de estudiante de Periodismo de Miguel a sabiendas de que presentarlo como un hippie bohemio y drogadicto haría mella en la credibilidad de la denuncia, hoy es válido presentar abiertamente la figura del muchacho en su complejidad, como lo hace el autor: sus estudios más o menos sostenidos y más o menos interrumpidos, su odio a la Policía, su anarquismo y también su solidaridad, su bravura al ir en defensa de quien la pasa mal, su música desprolijamente idealista. Hoy no necesitamos pensar en Bru como en el habitante de un éter inmaculado para horrorizarnos por su suerte.

Cabe, acaso, formular una hipótesis: en estos veinte años, la Policía no ha evolucionado a la par de la sociedad. Por eso, también, ¿Dónde está Miguel? se vuelve necesario.

También te puede interesar!

Lidia y la vida desde el Hospital de San Juan de Dios

A los 95 años, Lidia Marchio recuerda a personalidades como Arturo Illia y Eva Perón y cuenta anécdotas con

Leer más...

La Casa de los Bebés cumplió 25 años y lo festejó con un homenaje a Cajade

La Casita de los Bebés de la obra de Carlitos Cajade cumplió 25 años desde su apertura y el

Leer más...

Las organizaciones se posicionan frente a los proyectos que buscan bajar la edad de punibilidad

Un frente de organizaciones reunido bajo la consigna "No a la baja" presentó en en el anexo de

Leer más...

Dejar un comentario:

Your email address will not be published.

Mobile Sliding Menu