El descreimiento en la democracia y sus instituciones ha calado en la región en los últimos años. Los gobiernos de derecha se consolidaron aunque todos enfrentan crisis de legitimidad. En 2019 cinco países atravesarán procesos eleccionarios, ¿podrá configurarse un nuevo orden político en el subcontinente?
Por Luciana Rodriguez Sacco
Hay algo que atraviesa a todas las regiones de Latinoamérica, desde el sur de la Patagonia Argentina hasta el norte de México: la palabra desigualdad se ha colado en la esencia del continente. Según el último informe de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL-2018), la región continúa siendo la más desigual del mundo, ubicándose por sobre el África Subsahariana. El organismo afirma que desde 2015 los datos se han agravado y se registran “retrocesos, particularmente en lo que respecta a la pobreza extrema” a la vez que “se deterioraron importantes indicadores laborales: aumentaron las tasas de desocupación y se interrumpió el proceso de formalización del empleo que había tenido lugar en diversos países en los años anteriores’’.
Al hablar de años anteriores, el informe hace referencia a la coincidencia temporal de los gobiernos populares en Latinoamérica: el PT en Brasil, el kirchnerismo en Argentina, el chavismo en Venezuela, el correísmo en Ecuador, la presidencia de Michelle Bachelet en Chile, José ‘’Pepe’’ Mujica en Uruguay y Evo Morales en Bolivia. Durante este período no sólo la CEPAL destacó los avances, el Coeficiente de Gini y los organismos internacionales, también. Por ejemplo, durante los gobiernos del PT en Brasil, el decil más pobre duplicó sus ingresos relativos con respecto a otros deciles. Hoy, el panorama es muy diferente.
Según el último informe de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL-2018), la región continúa siendo la más desigual del mundo
El mapa geopolítico latinoamericano le ha dicho adiós a los gobiernos de izquierda y/o centro-izquierda que comenzaron a aflorar finalizando los años 90, para dar paso a líderes políticos de derecha. Bolivia y Uruguay son los únicos países donde continúa gobernando la izquierda. Ambos constituyen los territorios donde la población más cree que se gobierna para todo el pueblo: Bolivia (33%) y Uruguay (27%), según datos del informe 2018 de Latinobarómetro. El mismo documento señala que entre 2006 y 2018, en toda la región, se incrementó de 61% a 79% quienes dicen que se gobierna “para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio”. Esto, consiste en un aumento de 18 puntos porcentuales, los que marcan un descreimiento del funcionamiento del sistema democrático en América Latina por parte de la ciudadanía.
“En los 70, la pérdida de la democracia estaba asociada a militares al frente de los gobiernos. Hoy la historia es otra, lo que hace mucho más complejo identificar esta pérdida de la democracia en los países de Sudamérica’’, argumenta la fundadora de Latinobarómetro Marta Lagos, en su informe El fin de la tercera ola de democracias.
La diabetes democrática
Latinobarómetro ha calificado así a la democracia latinoamericana en estos últimos cinco años, por su lento y sostenido declive. La diabetes, una enfermedad que no mata al instante, pero que puede ser mortal y difícil de erradicar. En su informe 2018, la organización evidencia que la confianza en los gobiernos en Latinoamérica ha disminuido del 45% en 2009/2010 a 22% en 2018, perdiendo un total de 23 puntos porcentuales. Son sólo cuatro países donde más de un tercio de la población confía en sus gobiernos: Uruguay 39%, Chile con 38%, Costa Rica y Bolivia con 33%. Por el contrario, Brasil (7%), El salvador (10%) y Perú (13%) son los territorios donde menos confianza tienen los ciudadanos.
Distinta es la situación que tienen las empresas privadas, donde el 44% de los latinoamericanos confía en los medios de comunicación y el 43% en los bancos. Estas instituciones encabezan la lista. Luego, las ONG (39%), las compañías nacionales (38%) e internacionales (34%), los organismos internacionales (29%) y los sindicatos (27%).
En lo que respecta a la economía “en seis países, independiente de lo que digan los indicadores económicos, más de la mitad de la población dice que hay mala situación económica. El 83% de los venezolanos en primer lugar, Brasil y Argentina con el 62% en segundo lugar, El Salvador 59%, Nicaragua 58%, México 54%”, explica el informe. Incluso, a nivel regional el porcentaje de personas que consideran que existe una buena situación económica se redujo a la mitad entre 2013 y 2018.
Por último, a excepción de México, Costa Rica, Chile y Honduras, entre 2017 y 2018 disminuyó, en todos los países, el apoyo de la población a la democracia. Paraguay y Ecuador encabezan la lista con 19 puntos menos, seguido por Argentina y República Dominicana con 10 puntos menos y Brasil y Uruguay con 9.
Antípodas de los gigantes
Durante 2018, los países con más población en América Latina vivieron procesos electorales para elegir a los nuevos mandatarios. Con resultados antagónicos, México vio ascender a Manuel López Obrador (Movimiento Regeneración Nacional), Colombia a Iván Duque Márquez (Partido Centro Democrático) y Brasil a Jair Mesias Bolsonaro (Partido Social Liberal).
La elección del ex militar brasileño puso fin a los 20 años del gobierno del PT, cambiando rotundamente el rumbo del país, que se muestra cada vez más cerca de Donald Trump y los Estados Unidos. De hecho, el martes 18 de marzo, los presidentes de ambos Estados firmaron el Acuerdo de Salvaguardas Tecnológicas (AST), que permite a los EEUU la utilización de la Base de Alcántara –Maranhão– para el lanzamiento de satélites.
En Colombia, Duque, perteneciente al mismo partido político que el ex presidente Álvaro Uribe, llegó al poder sosteniendo su campaña en la figura de ese antecesor y el terror que despierta en muchos colombianos el avance de la línea política de Venezuela, país vecino. De esta manera, el presidente más joven de Colombia se ha forjado como un representante del libre mercado, la explotación de los recursos naturales y la esperanza de un sector de la derecha del país que fue corrido durante la presidencia de Juan Manuel Santos.
Entre 2006 y 2018 se incrementó de un 61% a un 79% en toda la región quienes dicen que se gobierna «para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio»
Por otro lado, por primera vez desde 1946 la centroizquierda se consolidó en el país azteca. Este nuevo gobierno busca poner sobre la mesa una agenda de Derechos Humanos y un nuevo modelo de desarrollo económico, político, cultural y social; ejes que han estado ausentes en México. “Declaramos formalmente el fin de la política neoliberal», afirmó el mandatario en marzo de este año, durante un acto político.
“México dio un giro importante y eso tiene un peso clave en la región. Nos hace notar que este giro a la derecha lejos está de consolidarse, tal cual sucedió en los ‘90 donde había otra situación global: una hegemonía americana más clara y una economía en crecimiento, pese a la fuerte quita de derechos. Hoy se está lejos de tener esa situación tan estable’’, argumenta a La Pulseada el licenciado en Sociología, doctor en Ciencias Sociales, investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de La Plata, Gabriel Merino.
Los procesos de 2019
Panamá –mayo–, Guatemala –junio–, Bolivia, Uruguay y Argentina –octubre– tendrán elecciones presidenciales este año. El Salvador fue el otro país que atravesó un proceso electoral en febrero, donde el empresario de 37 años, Nayib Bukele, se convirtió en el primer mandatario. Con más campaña en las redes sociales que planes de gobierno, llegó al poder de la mano del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), que se ha caracterizado por avalar el endurecimiento de la seguridad carcelaria, la pena de muerte y el paramilitarismo, como así también por oponerse a la despenalización del aborto.
En Panamá, los sondeos de opinión pública dan por ganador al representante del Partido Revolucionario Democrático (PRD), Laurentino Nito Cortizo, pero “salvo las candidaturas del Frente Amplio por la Democracia y el de la independiente Ana Teresa Gómez, todas las opciones representan la vieja política, la continuidad neoliberal y el apego a los condicionantes del manejo tradicional de la política panameña, que ha logrado una hegemonía social basada en el neoliberalismo”, afirma un informe presentado en febrero de este año por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG).
Por su parte, Guatemala llega a las elecciones en medio de los escándalos que envuelven al actual mandatario, Jimmy Morales, por echar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG) del país y por los intentos de sancionar una amnistía para los crímenes de lesa humanidad. “Es preocupante el intento de ‘dar vuelta de página’ en un sentido de amnesia histórica o de debilitamiento de la memoria social respecto a crímenes de lesa humanidad”, afirma al respecto el historiador Sergio Pujol a La Pulseada.
Thelma Aldana, la ex fiscal que ganó en 2017 el Premio Nobel Alternativo, el Right Livelihood Award aparece como una figura política que podría cambiar el rumbo del país guatemalteco, pero los repetidos intentos de vedar su postulación hacen que aún no esté claro si podrá hacerlo. En total, son más de veinte partidos políticos los que estarán disputando esta contienda.
Uruguay, Argentina y Bolivia celebrarán sus elecciones en octubre. Mientras que en el primero, las encuestas de opinión aseguran la continuidad del Frente Amplio (izquierda), donde el actual intendente de la capital del país, Daniel Martínez, aparece como el favorito, en Argentina parecería ser un poco más reñido. Aunque sin candidaturas aún definidas, los sondeos muestran que la diferencia en la intención de voto, entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri es insignificante. Aproximadamente cada uno tendría un 30 % del electorado a su favor. Pero las candidaturas no se conocerán hasta el 22 de junio.
Merino: «México dio un giro importante y eso tiene un peso clave en la región. Nos hace notar que este giro a la derecha lejos está de consolidarse»
En Bolivia, Evo Morales deberá enfrentar una de las elecciones más duras. Su mayor contrincante es Carlos Mesa, quien tiene una intención de voto que casi alcanza el 22%; mientras el líder sindical trepa al 33,4% según datos de Captura Consulting de febrero de este año. Es decir que habría segunda vuelta ya que Morales no lograría superar el 50% ni alcanzar el 40% con una diferencia de 10 puntos.
“Muchos sectores salieron de la pobreza durante el gobierno de Evo Morales y se convirtieron en clase media o trabajadores formales. Esos procesos van acompañados por cambios ideológicos que pueden llevar a adherir a proyectos que no necesariamente tengan demandas populares. Hay un desafío entre cómo se produce el ascenso de los sectores populares y cómo garantizar que estos sigan adhiriendo a esos proyectos”, analiza Merino.
El Prosur y el nuevo orden
Santiago de Chile fue el lugar donde, a mediados de marzo, los representantes de los gobiernos del país anfitrión, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Paraguay y Argentina se reunieron para dar nacimiento al Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur). Éste busca reemplazar a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), creada en 2008 bajo el impulso de quien en ese entonces era el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
“Por exceso de ideología y burocracia” , habría fracasado la Unasur en palabras del presidente chileno, Sebastián Piñera. Fue en abril del año pasado cuando este país, Brasil, Colombia, Argentina, Paraguay y Perú anunciaron la salida del organismo. En marzo, Ecuador siguió esos pasos. Así es que, al día de hoy, solo quedan cinco de los doce países que formaban parte de la UNASUR: Bolivia, Guayana, Surinam, Uruguay y Venezuela.
“Es evidente que los gobiernos que han apoyado esta propuesta lo hacen a partir de una excluyente identidad ideológica, que profundizará las diferencias entre los países suramericanos. Concepción que se opone a los principios de Unasur, donde todas las decisiones son adoptadas por consenso”, argumentó Ernesto Samper, expresidente de Colombia y ex secretario General de la Unasur en su cuenta de Twitter, tras la creación de este nuevo organismo.
Si bien fue presentado como “un foro abierto a todos los países de América del Sur” y “sin ideología’’ por el presidente chileno, no contó con la participación de Venezuela: Nicolás Maduro no fue invitado a la ceremonia aunque sí Juan Guaidó, quien no asistió pero manifestó su apoyo: “Hoy nace Prosur, un nuevo mecanismo para la integración de nuestros pueblos, sin ideología política, transparente y basado en la Libertad y la Democracia de nuestras naciones”.
Uruguay, Bolivia y Surinam son quienes no adhirieron al documento. El vicecanciller del primero argumentó que el país que representa “no aceptará ningún espacio de integración regional que implique la exclusión de algún país de América del Sur” y destacó que “tenemos el síndrome de la cebolla, capas y capas, luego tenemos un cúmulo de organismos que ninguno funciona”