Nicolás Masllorens abandonó sus estudios de economía para recorrer el país o el continente ofreciendo fanzines en los que relata en imágenes lo típico de cada lugar. Cuando con la venta de las publicaciones no alcanza, hace música a la gorra. Aunque retrata a otros, él es todo un personaje.
Por Carlos Gassmann
El viento frío de julio se hace sentir en la puna y los turistas se refugian en un pequeño local ubicado en una esquina, frente a la plaza principal de Tilcara. El cartel dice: “El bar de Tukuta Gordillo: antro de músicos”; un integrante de la mejor formación que lideró Jaime Torres es el dueño del lugar. Mientras esperan el café que ayude a recuperar temperatura los ocupantes de las mesas hojean unos pequeños cuadernillos rústicos impresos en papel madera. Cada uno está dedicado a un sitio, sea de la Argentina, como Tafí, o del extranjero, como La Habana. Incluyen dibujos y breves textos en los que, con gran poder de observación y un humor entre irónico y naïf, están representados los paisajes, los personajes y las fiestas más emblemáticas de cada zona.
Si se trata de una región que el lector ya conoce le es más fácil identificar que esas escasas páginas son una suerte de guía abreviada del lugar y es probable que le causen mayor gracia los sarcasmos. En la publicación referida a la Quebrada de Humahuaca, por ejemplo, aparecen tres jóvenes hippones, con obvio aspecto urbano, cantando y pulsando la guitarra, bajo el epígrafe: “El enero tilcareño y sus folkloristas de estación”. O, en alusión al Parque Nacional Los Cardones, en Salta, hay una semblanza del “mundo de los cactus” en la que jugando con los ejemplares antropomorfos, se habla de “los cardones y sus personalidades” y se presentan las imágenes de los cactus “saludador”, “aplaudidor” y “abrazador”.
Al rato pasa, mesa por mesa, el autor de las obras, que ofrece cada cuadernillo a cuarenta pesos. Se llama Nicolás Masllorens -es sobrino del conocido productor teatral Fernando Masllorens– pero se ha rebautizado “el dibiajante”. Calmo y amable, este trotamundos que aparenta bastante menos de los 37 años que tiene, se ofrece gustoso a la charla con La Pulseada. Cuenta que nació en la Capital Federal y no tiene ninguna formación académica para el dibujo. “Soy autodidacta -dice- no en el sentido de que uno se despertó sabiendo, sino de que va aprendiendo de lo que ve y, con esfuerzo, va incorporando conocimientos”.
La vida que después del secundario había elegido está en las antípodas de la que hoy lleva: empezó a estudiar economía en la universidad. “Lo abandoné -aclara- porque no hay lugar para lo que yo concibo como economía. Ser economista sería un bajón. No hay margen para nada que no tenga que ver con el interés. A menos que te hagas periodista o político. ¡Imaginate! El estudiante de economía era la manifestación de un costado mío más duro y académico. Pero lo que soy ahora es lo que realmente siempre quise ser”. El dibiajante se explaya: “La vida me fue llevando sutilmente, sin volantazos, a éste que hoy soy. Viajando y explorando un poco la propia personalidad surgen recursos que uno tenía dormidos. En mí, por ejemplo, quedó al descubierto una faceta artístico-musical”.
¿Cuándo y cómo se produjo ese hallazgo? Masllorens cuenta: “En 2006 emprendí uno de esos viajes sin fecha estimada de regreso. Llevaba un gran cuaderno donde pensaba ir anotando todo lo que me ocurriese. Una suerte de diario de viaje pero ilustrado con dibujos. Ese cuaderno empezó a pasar de mano en mano y fue todo un éxito. Sólo generaba buenas reacciones aunque lo leyeran personas que eran criticadas en el texto. Aparecer en el diario ya era un honor aunque te prendieran fuego. Mucho viaje, sexo y drogas… (risas). Bueno, no tanto… Pero fue un recorrido divertido que está casi todo reflejado en el diario. Hay baches porque se necesita una disciplina y una técnica que todavía no tenía. Está todo guardado pero nunca lo publiqué. Es un buen recuerdo pero poco profesional para mis exigencias actuales. Sí salieron a la luz algunos de los dibujos, más mostrables. Ahí aparecen mis amigos Nacho y Cassandra, quienes me instigaron a editar autogestivamente un fanzine con los dibujos. Fue después de perseguirnos por toda Centroamérica y de coincidir definitivamente en San Cristóbal de Las Casas, en el Estado de Chiapas, en México. Ellos son los mentores de mi proyecto, los impulsores materiales y espirituales de este imperio de los fanzines que es hoy El Dibiajante Inc…” (risas).
También en 2006, en la Isla Margarita, en Venezuela, conoció a la argentina que se convertiría desde entonces en su compañera y en la madre de su hija… ¡Margarita!, que ya cumplió dos años. “Llevo tiempo haciéndome una casa en Los Reartes, en el Valle de Calamuchita, en plenas serranías cordobesas, pero no estoy instalado definitivamente ahí -narra Nicolás-. Me muevo mucho por el noroeste argentino y por Buenos Aires. En temporada siempre sale algún viaje. A veces lo hago junto a mi compañera y mi hija y en otros casos surge algún compromiso que me obliga a ir solo, a Colombia, a Texas, a San Luis… Entre 2006 y 2014 estuve deambulando en pareja y sin domicilio fijo. Ahora, cuando estoy en Los Reartes, hago la plancha o sigo levantando mi casa. Si pinta billete, trabajo en la construcción de otro o agarro cualquier changa que se me presente. No es muy prolífico el valle para mí. Tengo que salir para realizarme como artista”.
El dibiajante ya ha pasado por San Telmo (CABA), la ciudad de Córdoba, Santa Rosa de Calamuchita, San Marcos Sierra, la ciudad de Tucumán, Tafí, la ciudad de Salta, Cachi, Cafayate, Chicoana, la Quebrada de Humahuaca, Tilcara, Cuba, México D. F., Chiapas, Bogotá (Colombia), La Paz (Bolivia), Cusco (Perú), Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Río de Janeiro (Brasil) y Uruguay y le dedicó además un cuadernillo completo a los pasajeros de los trenes.
–¿Qué sitios están pendientes para lo inmediato y qué región le resultó más cautivante? Masllorens responde: “Me faltan Houston y San Francisco del Monte de Oro (San Luis). No tengo un lugar preferido. Cultural y paisajísticamente, Bolivia es un país rico y generoso pero incómodo. Siempre digo que si querés ir a otro planeta sin trasladarte tanto, Bolivia es la opción. Pero la comida es una porquería y no tiene playas ni sosiego. Hay humores, gustos, experiencias cambiantes que hacen que no exista ‘un’ lugar. Todo se modifica según las sensaciones del momento. Sospecho que en nuestro litoral hay todo un universo de cosas que nadie imagina pero que para los correntinos, por ejemplo, son cotidianas. El sur es el destino que más me piden. Viajé en otra vida, guardo una idea, pero tengo que volver y redescubrir la Patagonia. Aunque ahora siento frío y pocas ganas del sur. De sólo pensar en la carpa me agarra chucho”.
Cuando la pregunta es qué relatos sobresalen después de más de una década de vida nómade, el dibiajante responde: “Hay muchísimas anécdotas que tratan de gente que se comporta de una manera extraordinariamente generosa con ese extraño que viene a ser uno. El camino es muy protector con los viajeros. A veces se conduce como ese abuelo dispuesto a cumplir hasta con los deseos más caprichosos de sus nietos. Las sorpresas fueron abundantes y casi siempre buenas. No hace tanto fui a Machu Picchu y flashée. Hicimos dedo y nos dejaron en un pueblo donde había una cascada en la montaña. Era el agua más pura y fresca que jamás probé. En cuanto a las satisfacciones del artista, como dibiajante me pone muy contento que se reconozca a las personas que aparecen retratadas. Las catedrales siempre estarán ahí, a la vista de miles. Pero la pose momentánea de un personaje es tan subjetiva y efímera que me resulta un acto mágico que alguien pueda captarla en otro tiempo y espacio”.
Consultado acerca de si la venta de los cuadernillos alcanza siempre para bancarse económicamente, contesta: “El as en la manga es la música: donde no funcionan los libritos aparece la guitarra. Si te establecés más tiempo, surgen más recursos. Pero si andás de paso, tenés que resolver rápido. No tanto en la Argentina, pero en otros países hacer música a la gorra es una fuente infalible”.
¿Cómo acceder a las obras?
La colección del dibiajante ya incluye 26 cuadernillos que reúnen sus graciosas imágenes e hilarantes comentarios, impresos quizás en La Paz o México D. F., tal vez en Buenos Aires, Córdoba o Salta. ¿Hay manera de conseguirlos?
“No hay otro medio para acceder a los libritos -dice su autor- que no sea encontrándome. Probé varias veces dejarlos en locales pero no rinde económica ni comercialmente. Hay que ofrecerlos con un poco de onda y, si no es uno el que pone la cara, eso no se da”.
Masllorens ha participado, al igual que La Pulseada, de varios de los múltiples encuentros que en distintas ciudades, incluida La Plata, organizó la FLIA, la Feria del Libro Independiente y Autogestivo.
Pero Nico no es mezquino y comparte gratuitamente prácticamente todos sus trabajos en su blog: www.dibiajante.blogspot.com Recorriendo en cada oportunidad lo que se presenta en pantalla hasta el final y clickeando una y otra vez en “entradas antiguas” es posible conocer o revisitar, de la mano de los hilarantes comentarios e imágenes de este guía tan especial, los destinos más variados de nuestro país o de Latinoamérica.
1 commentsOn Un dibujante que viaja es un dibiajante
Maravillosos los dibujos
lindisima la nota
me encantó