El Toba es un maestro que auxilió a una de las víctimas de la represión que se desató en Plaza de Mayo el 20 de diciembre de 2001. Su historia fue presentada por Fernando “Pino” Solanas en la película “La dignidad de los nadies”. En aquel entonces, hace 5 años, vivía en las calles de tierra de un barrio de La Matanza y tardaba dos horas y media para llegar a la escuela de adultos en donde enseñaba. Su testimonio -conmovedor como el de muchos otros en ese documental- era de esperanza: “Muchas veces sentí que nos habían derrotado. Pero estamos pasando un proceso de resistencia. Hay ríos subterráneos que están gestando algo nuevo, diferente, y que en algún momento van a salir a la superficie».
Lo recordamos cuando empezamos a elaborar esta última revista del año. Es que la muerte de Néstor Kirchner sacó definitivamente a la luz una juventud con interés por participar, por militar, por ser protagonista. La tapa de esta Pulseada pretende justamente ilustrar el nacimiento de una nueva actitud frente a la política.
También nos genera esperanzas ver cómo en el barrio Aeropuerto la gente de la Obra de Cajade se junta con las escuelas, los centros de salud y otras instituciones para compartir experiencias, analizar problemas y proyectar soluciones. Y hay más notas de la revista donde otras personas también nos transmiten ilusiones: el Mono González, un muralista chileno que se contagia con la energía, los sueños y los anhelos de los jóvenes; un sacerdote católico peruano que dedica su vida a los chicos que trabajan y nos invita a acumular indignación y creatividad; Marcelo, vendedor de La Pulseada, que de chico no la tuvo nada fácil y que eligió “caminar por el sendero recto”… Y nos confirman que vivimos una época movilizante: el rotundo rechazo que el Código Contravencional de Scioli obtuvo en la audiencia pública que se realizó en la Legislatura; el afianzamiento de las radios comunitarias; el resurgir del Club Deportivo y Recreativo de Villa Argüello; y el rescate de “talentos” que hace un pastor en una iglesia evangélica de Los Hornos.
Son muchas cosas para ilusionarnos, para creer que es posible construir un mundo distinto, pero como bien señaló Osvaldo Bayer el mes pasado en una contratapa de Página 12, “no debemos quedarnos allí sino seguir empujando para lograr las bases de una verdadera democracia. Por ejemplo, hace unos días el gobernador de Misiones reconoció que 204 niños misioneros murieron últimamente por desnutrición. Y lo voy a repetir en todas mis notas, hasta el cansancio: no hay verdadera democracia en un país donde existen niños con hambre. No sólo eso, que desde ya nos debe avergonzar a todos los argentinos, sino también la existencia de villas miseria en nuestro país (…) Cuando era un niño visité con mi padre y mis hermanos las villas de desocupados que se habían levantado en Puerto Nuevo. Ocho décadas después, las veo por todas las ciudades argentinas. Pero eso sí, los countries en el Gran Buenos Aires siguen creciendo con más lujos y más agentes de seguridad privados”.
En el último número del año, miramos el futuro con esperanza porque sabemos que militar significa, como nos dijo Isabel, la responsable de la Casa de los Bebés de Cajade, “crear un mundo mejor”: para que todos tengamos pan y trabajo; para que no haya más Lucianos Arrugas y no haya más crímenes impunes; para que todos nos indignemos ante el desconocido caso de Ezequiel Ferreyra, el nenito de 7 años que murió el mes pasado víctima de un cáncer contraído por la manipulación de pesticidas y agroquímicos; por Mariano Ferreyra y también por Elsa Rodríguez… El brindis -y nuestro trabajo cotidiano- es entonces por todos los que buscan justicia y anhelan un país con infancia y pancitas llenas.