“Selma: el poder de un sueño”
Dirección: Ava Duvernay
(Estados Unidos-Reino Unido, 2014)
128 minutos
Curiosamente, Martin Luther-King no contaba con una película de importancia que se refiriera a él hasta que le llegó el turno, a través de Selma. La crítica estuvo muy dividida respecto de este filme. Algunos lo vieron como un producto convencional más, la típica biopic dedicada a sacralizar al homenajeado. Otros —entre los que nos contamos— consideramos que, sin ser un largometraje excepcional, no carece de méritos. Porque no es una mera biografía filmada dedicada a ensalzar un personaje histórico. Selma habla de Luther King, por supuesto, pero no se centra exclusivamente en su figura. El acento está puesto aquí sobre los heroísmos colectivos. Sobre los miles que protagonizaron esas tres épicas marchas desde Selma hasta Montgomery, en el sur profundo, racista y conservador. Por otro lado, Luther-King no aparece como alguien impoluto sino como un ser de carne y hueso, que arrastra —como todos— sus contradicciones. Además de mostrar sus infidelidades conyugales es exhibido como un estratega frío y calculador. No ignora que en las marchas puede haber víctimas pero sigue adelante, sabiendo que las imágenes televisivas de represión salvaje implicarán una presión insoportable para la Casa Blanca. Selma es, en definitiva, un filme político que entiende que los hechos que cambian la historia no se deben a gestos individuales sino a la conjunción de voluntades de un gran grupo de personas que toman decisiones y las llevan adelante. Además, la lucha por la igualdad de los negros sigue absolutamente vigente y aunque sólo fuese por eso —para reflexionar sobre cuánto queda todavía por hacer— Selma se vuelve una película oportuna y necesaria.
Carlos Gassmann