Los curiosos del caleidoscopio fantástico del tiempo, los números y los astros dicen que el octubre que acabamos de dejar atrás fue el «décimo feliz». Que el mes diez (que incluyó el día 10/10/10) tuvo 5 viernes, 5 sábados y 5 domingos; y que un escenario así se presenta cada 555 años. Pero el número 5 puede desovillarse en más juegos de números y espejos. Por ejemplo, en este punto 555 de la historia confluyeron, agridulces, 5 años sin Carlos Cajade pero 5 años con su buena lumbrera; y 5 años con la vigencia de dos leyes de amparo integral a la niñez pero 5 años sin su implementación. Ausencias físicas que nos duelen. Ausencias políticas que nos enojan. Y un lustro que pasó.
Nadie desconoce que sigue vivo, decíamos el mes pasado. Y la fiesta con que recordamos su partida lo confirmó. Poblada de miembros de la Obra, amigos y colaboradores (¡llena de chicos!), mostró cuántos caminan sus huellas. Muchos de ellos y tantos más que confían en los chicos lucharon juntos para que existiera un marco legal nacional y provincial que a la infancia la mirara de frente. Lo consiguieron hace justo cinco años y es una maqueta para poblar de chicos que sean tratados como chicos. Pero está desierta y llena de baches, pues el Estado adeuda construir casi todo lo que le daría sentido.
Sentido para que en La Plata no haya más de 3.000 chicos a la intemperie del Estado y del abrazo, regalados al desamparo, a la desigualdad, al frío, al calor, a la sed, al paco, a la nafta, a la violencia institucional. A la indiferencia.
Sentido para que el Estado provincial no se asome, tras máscaras y discursos que deforman como espejos de quermés, a contarnos el cuento rancio de que los jóvenes pobres son de temer, de que la maqueta conseguida para incluirlos fracasó, de que necesitamos un código contravencional más represivo y de que lo recaudado irá a más rejas y patrullas y cámaras de seguridad preventivas. En la Ciudad de Buenos Aires, por caso, ya hay 350 cámaras policiales; serán mil en marzo y el doble a fin de 2011. En La Plata, donde ya no queda casi nada sin enrejar, es difícil saberlo. En Berisso las hay en escuelas y jardines de infantes, para espiar con ánimos preventivos. Una de ellas desapareció hace poco y al diario El Día se le antojó que “es el colmo”. ¡¡¡Es el colmo!!!
Sentido para que los chicos no sean vulnerables a una Policía desacatada y enviciada que, en nuestros días y narices, sigue saliendo a cazarlos como una bestia que eterniza su sobrenombre maldito. En el país, según la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional, más de la mitad de las víctimas de gatillo fácil o muertes en comisarías e institutos tienen menos de 25 años, y el 75% de sus victimarios son policías que tienen menos de 30 años.
Decidirse a implementar el sistema de promoción y protección integral de la niñez tendría sentido para todo esto. “Estamos en problemas si todo lo que la ley dice que tiene que pasar no pasa”, decía hace poco Alejo García, coordinador del espacio de jóvenes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
Menos mal que Carlitos dejó una traza, espejo donde se miran quienes rechazan los miedos deformados y los monstruos de humo. Quienes no quieren miles de chicos en semilleros de Policía, Gendarmería, Bomberos y Policías de Tránsito como los que hoy hay en varias provincias. Quienes no quieren más velorios de pibes adictos ni juzgados llenos de pibes sin mirada ni deseos. Y quienes sueñan con que las Obras como la que él trazó ya no hagan falta.
Camino a otros lustros, este número habla un poco de todo esto.