Caetano Veloso
Universal
Un abrazo gigante. Quizás también —como se ve en la tapa del disco— un abrazo de muchas manos; de todas. O un abrazo largo, sostenido, tal como entiende y define a esta obra el propio Caetano. Es el número 49 de su carrera y el que cierra la trilogía del ¿género? que él mismo ha bautizado como “transamba” o “transrock”, que incluye a “Cê” (2006) y “Ziie e zie” (2009).
Producido por su hijo Moreno y acompañado por la misma banda con la que grabó los últimos trabajos (Pedro Sá en guitarras, Ricardo Dias Colles en bajo y teclados, y Marcelo Collado en batería), vale decir que “Abraçaço” es una propuesta eléctrica, austera, híper contundente. Tiene canciones crudas, movidas, con pulso rockero como “A bossa nova é foda”, “Um Abraçaço” —con un solo de guitarra a mitad de tema memorable, lujurioso—, “Funk melódico” o “Parabéns”. Y tiene también aquellas tonadas más despojadas, suaves, donde Caetano Veloso pareciera no cantar sino recitar mansamente un poema, como en “Estou triste”, “Gayana” o “Vinco”. En “Um comunista”, especie de elegía o canción de protesta y, acaso, una de las mas bellas del disco, dedicada al guerrillero brasileño Carlos Marighella, dice: “¿Quién y cómo hará que la tierra se encienda? (…). Los comunistas guardaban sueños, los comunistas, los comunistas”.
En esta ocasión tampoco hay batida ni samba. No en el sentido más tradicional. Lo que sí hay es una producción arriesgada pero no por ello menos exquisita, fina. El corazón joven de este bahiano de casi 71 años sigue pateando el tablero poniendo, furiosa y elegantemente, patas para arriba el panorama de la música popular latinoamericana.
Nacho Babino