Lorena Bejarano, vecina de Feliciana, Fernando y Cristian, habló con La Pulseada en los días siguientes al infierno. Cuando la ciudad era, además de todo, un tendal de donaciones, reclamos y corazón.
Nota principal: Un registro a la Bonaerense
En la agigantada Villa Elvira, en la “esquina” de donde murieron al menos tres personas, fueron varios los que se organizaron. Como Lorena, que no perdió nada de casualidad y se entregó a ayudar a los demás:
—Tengo mi hermana que vive a mitad de cuadra; mi hermana perdió todo. Tengo dos sobrinos. Gracias a Dios, todo se levanta. Cuando empecé a ver la situación, ahí me desesperé. Entonces dije, ‘no… ¿qué hacemos? ¿Se matan entre todos? ¡No! Vamos a poner calma, vamos a organizarnos, se van a armar filas, todos vamos a tener algo; no alcanzan los colchones, no importa alguna frazada se van a llevar. Esa fue la organización, es lo que hizo que lleguemos acá. ¿Entendés?
“Se hizo comida, se dio leche, se ayudó un montón… —contaba Lorena—. Ojo… vinieron a querer hacer política. La política acá no sirve. Era la humanidad. Pero gracias a mucha gente, porque acá vinieron donaciones de todos lados, una persona que ayudó un montón, que es puntero político, pero sea o no político ayudó. Más de mil colchones llegaron acá, colchones y frazadas, mercadería… Estoy buscando comedores donde precisan cosas y llevo. De corazón».
“Todo lo que hago lo sembré de Cajade —expresó Lorena—. Todo este granito de apoyo es todo lo que yo aprendí de él. El cosechó lo que soy yo hoy en día. Para mí, si él hubiera estado, yo creo que no estaríamos todos los que estamos acá. Estaríamos muchos más. Pero bueno, de a poquito de poquito, vamos siendo lo que él nos enseñó. Yo con la edad que tengo, estuve desde los 12 años al lado de él. 12 años, ¿eh? Tengo 34. Estoy haciendo lo que él hizo de mí. Por eso digo: se lo agradezco… Porque esta situación no la tendría que haber pasado nunca nadie. Pero bueno, la tenemos que pasar, y esto nos pone fuertes, y eso hace que seamos como él. A eso quiero llegar. Yo se lo agradezco de corazón —continó, muy conmovida—. Yo sé que hoy en día soy lo que él me enseñó a ser. No tengo palabras.
Lorena piensa que “si él hubiese estado, la Iglesia no estaría cerrada como está ahora”. Asegura que “la iglesia —de la zona— no se abrió durante la tormenta. De toda esa gente que se sienta a rezar en la iglesia que él levantó, no hay nadie acá. Somos poquitos los que somos”.