El grupo de actores/vecinos de City Bell gestado hace diez años durante la resistencia al cierre de un club de la zona lleva más de cien funciones con “Templo, Estancia, Batallón”, la obra en la que reconstruyen la historia del barrio y desmitifican “la versión oficial”. Una experiencia colectiva que atraviesa generaciones desde los 8 a los 88 años y expone los contrastes del lugar.
Por Juan Manuel Mannarino
Fotos: Gabriela Hernández
Cae la tarde de un sábado de agosto y en la esquina de 3 y 12 de City Bell unas personas entran unas cajas de vino y otros salen a fumar a la vereda, apoyados en una pared donde hay un mural del artista Luxor que dice “Si he de partir, que me parta la vida”. Ningún habitante del barrio que pasa por allí desconoce que en el Galpón de La Caterva los artistas se preparan para la escena. Falta poco más de una hora para una nueva función de “Templo, Estancia, Batallón”, una obra de creación colectiva que reconstruye la historia de esa localidad platense desde el punto de vista de los propios actores/vecinos. Ya pasaron las cien funciones, pero los cuerpos van y vienen, como si fuera la primera.
-De acá a fin de año hay presentaciones cada quince días. Y hoy volvemos a estar a sala llena –dice un hombre, en la puerta–. Es el padre de uno de los actores. A su lado, un cartel anuncia que no hay lugares disponibles: el pequeño teatro lucirá una vez más con las 80 butacas repletas. No se cobra entrada: todo es a la gorra.
Bajo una luz tenue y la platea vacía, el profesor de música ensaya unos tonos con los actores mientras algunos se maquillan. El ritmo es febril: los más de 60 artistas del teatro comunitario “La Caterva” caminan del proscenio hacia el camarín. En una mesa hay tortas, pastafrolas, gaseosas. En la penumbra de la sala se huele a guiso: las ollas gigantes, preparadas por familiares, son revueltas lentamente. Al final de cada función es costumbre desarmar la puesta en escena y colocar mesas y sillas en el escenario, estirar los manteles y servir las cazuelas de guiso de lentejas acompañadas de vino y pan para los espectadores. Pero la noche recién comienza y para eso aún resta un largo trecho.
En los pasillos se respira alivio: la lluvia ha cesado. La noche es agradable, apenas fresca. Pablo Negri, el director de la compañía, habla con los actores. Chequea los movimientos, mientras en pequeños grupos se juntan a dejar listos los vestuarios y la escenografía. El despliegue de la obra implica una secuencia minuciosamente organizada, casi una sincronización perfecta. Los actores, además, son multifunción: aquí nadie se queja por mover una silla o cambiar una muda de ropa entre la entrada y salida de los personajes. Los roles son múltiples, y muchos de ellos, rotativos e intercambiables.
-En el Teatro Comunitario, que está compuesto por vecinos que se transforman en actores, se despliegan habilidades conjuntas, como cantar, bailar, armar un coro, preparar una escena. Pocos sabían hacerlo antes y ahora allí están, en el escenario, junto a otros como ellos, que jamás habían ido antes a una clase de teatro o a una charla sobre cómo hacer una puesta en escena. Es un aprendizaje permanente que se comparte, por fuera de la lógica de la competencia– dice Roberto Manuele, uno de los históricos del grupo e integrante de la dirección artística.
Los preparativos parecen tan intensos como la función en sí: el mate circula de una punta a la otra, los comentarios del tipo “acordate de dejar listo el sombrero” o “te conviene ahora agarrar al muñeco más firme desde un costado” son una muestra del carácter orgánico de una obra de teatro. Y en una puesta donde el elenco es tan grande como las antiguas compañías teatrales, la coordinación se multiplica. Cualquier actor sabe que, más allá del profesionalismo con que realice su tarea y de la cantidad de funciones encima, cada presentación altera la dinámica de la anterior. En el escenario, la dinámica de lo impensado, de lo imprevisto, es parte de la obra.
-Todavía seguimos agregando partecitas. Por ejemplo, se van sumando algunos temas del presente, como la desaparición de Santiago Maldonado. Es un continuo proceso donde la obra va ganando potencia, nunca termina de escribirse –explica Negri, el director de un grupo que cumplió una década y tiene una revista propia.
En la número 4 de 2016, el director expresó: “En estos diez años compartidos en La Caterva hemos aprendido a deshacer la creencia de que las cosas son tal como están dadas y que nada se puede hacer para cambiarlas. Y en ese caminar nos hemos dejado contaminar por lo que ha aportado cada uno de los que hicimos posible el ‘sueño catervero’. Por hacer que cada función, cada ensayo, cada encuentro sea una constante celebración”.
Reconstruir la historia
En La Caterva, ciertamente, se vive un clima de festejo. “La mayoría de los que hacen labores técnicas en la obra también actúan. Todos hacemos un poco todo. Es como una gran familia”, enfatiza Silvana Moreno, la encargada de prensa que forma parte del elenco.
La obra cuenta la historia de City Bell desde mucho más allá de su nacimiento como pueblo, en 1914. “Templo, Estancia, Batallón” desmitifica la historia oficial. “Partimos desde la prehistoria, época en que el mar cubría la región. Se relata la llegada de sus primeros habitantes, los Querandíes, el sometimiento al conquistador español, el establecimiento de los jesuitas en 1690, el paso de los ingleses en 1807 rumbo a Buenos Aires. Incluso la usurpación de Malvinas y el punto final de la dictadura militar, que tuvo sus desaparecidos en el lugar también, tienen un pasaje en el espectáculo”, cuenta el director del grupo, mientras los niños corretean en el camarín.
-Ellos son parte de la obra. Sus padres los acompañan en los ensayos y luego colaboran, ya sea cobrando las entradas o cosiendo un traje. Eso es lo más lindo de esta experiencia, el espíritu participativo, la motivación colectiva, el vínculo humano que atraviesa a todas las generaciones. Los actores van desde los 8 a los 88 años –acota Silvana en el camarín, que en realidad es el patio trasero del galpón que cuando llegan las temperaturas cálidas se convierte en un lugar al aire libre, donde se hacen varietés, se recitan cuentos y se venden tragos y cervezas.
Ahora las luces se encienden para la función y antes hay un preludio musical. El taller de percusión del Galpón de La Caterva presenta una muestra donde suenan versiones de Alfredo Zitarrosa, Rubén Rada y Gilberto Gil. “En estos tiempos es necesario volver a las raíces latinoamericanas”, dice Franco Acuña, el director musical.
La obra dura casi dos horas y está dividida en varios actos. Es tragicómica, por momentos grotesca, por otros casi de vodevil. En el cruce de los géneros populares y con la aparición de gratas sorpresas como muñecos gigantes y una murga, “Templo, Estancia, Batallón” despliega una serie de escenas que van desde las canciones de Violeta Parra y poemas de Juan L. Ortíz a la historia de los jesuitas; de la sátira de las casaquintas y de la familia Bell al rescate del carnaval callejero “libre y gratis pa’ todos como antes”, de los conquistadores españoles a la parodia de la calle Cantilo. “Templo, Estancia, Batallón no sólo es la historia de esta región, es una metáfora de la historia de nuestra Nación. De cómo ir de lo singular y local a lo nacional y universal”, dice Negri.
Otra mirada del barrio
City Bell es un lugar plagado de contrastes, con barrios históricos y clubes, una naturaleza frondosa, countries y un espacio de confort que ha convertido a la calle Cantilo en una pasarela de restos gourmet, tiendas de moda y cultura fashion. “Queremos mostrar el City Bell que no es Cantilo, ni las camionetas 4×4, ni los bares lujosos. Queremos contar personajes e historias populares, alejadas del consumismo”, dice Silvana Moreno.
En 2006 los vecinos se resistieron al cierre del legendario Club Atlético City Bell, amenazado por la especulación inmobiliaria. En un simbólico abrazo a la institución, un grupo de personas empezó a pensar que era momento para doblar la apuesta y crear nuevas experiencias artísticas. En pocos meses, se gestó la idea de armar un teatro comunitario. Y dos integrantes de “Los Dardos de Rocha”, emblemático grupo platense, se sumaron a coordinar el grupo.
-Elegimos el nombre basados en el libro “Caterva”, de Juan Filloy. Allí un grupo de vagabundos emprenden misiones utópicas mientras discuten sobre filosofía –dice Roberto Manuele.
La primera obra fue “Escenas de la vida cotidiana”. La Caterva fue un grupo itinerante que actuó en la Plaza Belgrano de City Bell y en otros parques de la ciudad, hasta que en 2013 consiguieron alquilar el galpón actual, que antes era un lubricentro.
Actualmente se presentan en colegios secundarios, en barrios y también hacen cruces con otros elencos de teatro comunitario.
-Si bien ahora tenemos un lugar propio, no dejamos de viajar a otros espacios. El asombro sigue siendo único. El intercambio de los vecinos/actores con los vecinos/espectadores es realmente mágico –dice Pablo Negri. En el Galpón, además, hay talleres de canto, teatro, narración oral y percusión.
En la página de la Red Nacional de Teatro Comunitario, se lee un principio fundamental: “El Teatro Comunitario nace de la comunidad para la comunidad. De la voluntad colectiva de reunirse, organizarse y comunicarse. Parte de la idea de que el arte es un agente de transformación social con la convicción de que toda persona es esencialmente creativa. Es autoconvocado y autogestivo; es una forma de pensar, vivir y hacer política que no tiene filiaciones partidarias ni religiosas. El teatro comunitario busca recuperar con su arte al espacio público como escenario: la calle, los parques y las plazas”.
-La Caterva busca contar con épica, alegría y conciencia social las múltiples historias de City Bell, las que no nos cuentan en la escuela. Como la de los desaparecidos de la región, como las víctimas de la última inundación. Hemos ido al Batallón del Ejército, y todavía ni nos respondieron. Aunque las instituciones nos den la espalda, nosotros vivimos en la comunidad– dice Manuele.
En el programa de mano de la obra citan al teatrista brasileño Augusto Boal: “Actores somos todos nosotros. El ciudadano no es aquel que vive en sociedad sino aquel que la transforma”.
Y Pablo Negri, sintetiza: “El Teatro Comunitario es fiesta y resistencia. Y como siempre decimos: “Nos encontrarás en las plazas o en el Galpón que es nuestra casa, porque La Caterva siempre está”.
El valor de la autogestión
La Caterva, que es una ONG sin fines de lucro, integra la Red Nacional de Teatro Comunitario, junto a otros grupos de la región como Okupas del Andén y el Teatro Comunitario de Berisso. La premisa que mantienen hasta el día hoy es “no identificarse con ninguna institución, privada, pública, ni corriente política”. El grupo fue declarado de interés municipal.
Participa activamente de la Semana de la Memoria y suele actuar todos los 24 de marzo en distintos puntos de la ciudad. En el Galpón de la Caterva, además, los fines de semana hay recitales, otras obras de teatro invitadas, presentación de libros y espectáculos de narración oral.
El grupo se financia de forma autogestiva y tiene una cooperativa llamada «Los amigos de la Caterva» que cuenta con una caja de ahorro para distintas colaboraciones. Los interesados pueden vincularse a través de los siguientes contactos:
El Galpón de La Caterva, calle 3 esq. 12 (City Bell)
Tel: 0221 15 -5660530 (Pablo Negri, Director)
Correo: lacatervadecitybell@gmail.com
Web: www.lacaterva.neositios.com
Facebook: La Caterva (Grupo de Teatro Comunitario)
Twitter: @lacatervacb
Youtube: La Caterva de City Bell
(*) Los ensayos son los días miércoles de 19 a 21.30.
Fragmentos de canciones
Soy de City Bell
Que importa de dónde vengo
Que barrio me vio nacer
Puedo decir con orgullo
Que yo soy de City Bell
Pasé tantas cosas lindas
Que siempre quiero volver
Las bicis de esquina a esquina
Y los caballos de ayer
Caminatas con vecinos
Y el sol del atardecer
Son cosas que nos alegran
Que no podemos perder
Somos todos muy distintos
Y parecidos también
Aquellos que van llegando
Y los vecinos de ayer
Cada uno con su historia
Desde el Savoia al Grand Bell
Que importa de dónde vengo
Que barrio me vio nacer
Puedo decir con orgullo
Que yo soy de City Bell
Ya me siento en mi casa
Y de aquí nunca me iré
Soy de City Bell, soy de City Bell
Soy de City Bell, soy de City Bell
Letra: Creación colectiva
Música: La Caterva
De City Bell su esencia defendemos
Espacios verdes y su tranquilidad
Porque extrañamos al mate con amigos.
La barra de la esquina y el leño en el hogar.
Se está formando un grupo de vecinos
que nos juntamos por nuestra identidad
que laburamos todos por la justicia,
en pos de la memoria y también de la verdad.
Por eso te quiero invitar
a que vengas a jugar
y que aportes tus ideas,
tu fuerza y tu voluntad.
Letra: Creación colectiva
Música: Yo te quiero dar, La Mosca.
1 commentsOn Teatro comunitario en La Caterva: una celebración permanente
Los admiro. Siempre que puedo los voy a acompañar en su obra y otras que nos ofrecen maravillosamente. Espero los fin de semana para ver que traen para su publico tan amablemente. Exitos!!!.