En La Plata hay mujeres que impulsan un “nuevo código milonguero” para poner en cuestión el machismo en la danza que bailan y enseñan. Cómo llevar a debate las tradiciones para encontrar otra forma posible de respeto y consenso en el baile del abrazo.
Por Lucrecia Gallo
Fotos Gabriela Hernández
Subnota > Toque, maestra
Cinco jóvenes, cinco mujeres autoconvocadas que a partir de experiencias propias, de amigas y conocidas, en un contexto que visibiliza -cada vez más- las situaciones de violencia de género vieron la necesidad de promover un espacio donde debatir y problematizar en torno a esta perspectiva el mundo que les es propio: la milonga. Bajo la consigna “No hay que aceptar, hay que hablar” se encontraron -hace ya dos años- con el fin de encausar los reclamos y denuncias que muchas otras mujeres venían realizando.
Lista de objetivos es lo que no le falta a este colectivo de mujeres conocido como “Tango sin abuso”. Desde interpelar, visibilizar, concientizar y desnaturalizar, pasando por generar espacios donde las mujeres puedan ser escuchadas y cuidadas hasta la idea de promover el debate para generar nuevas propuestas, son las líneas de acción que reúne mensualmente a este equipo conformado por Paula Morales (25), instructora de tango y bailarina, organizadora de Milonga Sur; Lucía Squillacioti (33) arquitecta, docente y bailarina; Jimena Manchini (33), trabajadora social, docente y bailarina; Carolina Mitre Carrizo (35), psicóloga, docente y bailarina y Micaela Oliveira (21), estudiante y bailarina de tango desde muy chica.
“Somos muy diferentes. Tenemos perfiles distintos”, dice Lucía a La Pulseada para contar el principio de la historia y agrega: “Evidentemente teníamos un interés común. La explosión que generó una denuncia puntual en las redes sociales dio lugar a encontrarnos”. A partir de entender que las situaciones de acoso son moneda corriente y el tango no es ajeno a esta realidad, pensaron cómo podían echar luz sobre las microviolencias y desnaturalizar así las prácticas al interior de las milongas. “Hoy contamos con un montón de experiencia por haber tenido que resolver situaciones concretas”, señala Lucía.
Con la idea de hacer un grupo de Facebook para comunicar su proyecto empezaron a poner en palabras lo que venían haciendo. “Hay que cambiar el chip”, apunta Paula, cuando se le pregunta por las resistencias. “Ese que antes quizás era tu chip, ahora lo ves en otros y ese bagaje que tenemos -sin la presencia de abogados, ni psicólogos, ni especialistas- fue empezar a hablar y formarnos”, asegura. “Lo valioso que tiene ser un grupo autogestionado son las libertades que tenemos para pensarnos”, dicen en diálogo con La Pulseada.
Primer encuentro de milongueras
A partir de otras expresiones como Tango sin violencia de Capital Federal y con la idea de salir de la virtualidad organizaron el Primer Encuentro de Milongueras en agosto del año pasado en el Centro Cultural Olga Vázquez. “Allí se compartieron testimonios, se debatieron situaciones que naturalizamos. Se organizó una clase teórico-práctica y surgió el derecho de admisión de las personas denunciadas como una de nuestras acciones que más resistencia ha tenido, hasta por los propios amigos”, cuenta Paula. Y agrega: “Intervenir las milongas e incorporar la sororidad son dos nuevas apuestas de este colectivo. Tratamos de abrirle los ojos a las principiantes porque no saben hasta donde son códigos del ambiente y hasta donde están sobrepasando sus límites”.
En 2017 también se formó por primera vez una comisión de género en el Encuentro Tangueros del Interior que convoca alrededor de 1500 personas, mientras que en lo que va de este año, en el marco del Festival La Plata baila Tango, realizaron una reunión con la idea de llevar su experiencia a otros espacios para instalar el tema. Sin darse cuenta terminaron siendo referentes. Lo que vienen trabajando es un precedente donde antes no había nada.
El derecho de admisión de personas denunciadas en las milongas fue una de las propuestas más resistidas
A la hora de responder sobre la cantidad de varones denunciados, Paula afirma: “Me gusta decir que es la minoría, pero se va alargando la lista. Algunos están denunciados, y otros no, por temor a represalias”. La primera consigna que se plantearon, según Lucía, fue no callarse más. “Que bailar sea un placer. El silencio es complicidad y hoy estamos haciendo eco de las discusiones que se están dando en varios ámbitos, al interior del tango”.
Nuevo código milonguero
“Los códigos son para adaptarlos a nuestro baile y no al revés”, dice la leyenda que reza entre el fileteado que decora y da forma a los 13 puntos de los nuevos lemas de la milonga que definieron. “Hoy por hoy podemos decir que son varias las milongas adheridas al nuevo código por un Tango sin Abuso, aunque nos gustaría que fuesen la mayoría”, reflexiona Paula y enumera: Milonga Pulsar, el Olga Vázquez, Milonga Sur y la Siembra son las cuatro aliadas de las más de diez que hay en la ciudad.
Con mucho trabajo estas mujeres van encontrando formas de trabajar en red y no estar solas frente a los organizadores que no toman partido. Aparece el “no me meto” y el “no quiero tener problemas”. Pero ellas notan que la pretensión de ser neutral se torna falsa cuando de ese modo se le siguen dando privilegios al varón.
“En una de las reuniones una chica nos dijo ´Yo empecé a bailar pero como no me sentí del todo cómoda, no bailé más’ –comenta Lucía–. El ambiente sigue siendo mucho más expulsivo para las chicas que se sienten apabulladas con ese tipo de situaciones, que para los chabones que se zarpan y siguen transitando como si nada”.
¿Qué denuncian las pibas?
“Muchos tipos que están hace mucho en el ambiente, al bailar con una principiante, abusan de su poder”, explican las integrantes de Tango sin Abuso tratando de llevarlo a ejemplos: “¡No me podés decir que no a una invitación!”, “Tenés que bailar la tanda completa por tradición”, son algunas de las frases más conocidas. Además de otros abusos como apretar demasiado, dar órdenes, decir “ese paso lo hiciste mal”, humillar. Por otro lado, la tradición de que “no podés bailar si sos mujer y nadie te saca”.
“Sabemos que estamos luchando contra estructuras de poder. ¿Por qué alguien se va a querer deconstruir si en realidad está en un lugar de privilegio?”, dice Lucía. Esto de hablar, de denunciar, de escrachar termina siendo entre sus herramientas la que más funciona porque -como dicen ellas mismas- le demuestra a los tipos que puede no quedar impune lo que hagan. La bailarina ejemplifica: “El cuerpo te dice cuando estás en una situación incómoda. Nadie dice que dentro de la milonga no puedas buscar novia/novio o estar en una situación de conquista. Nadie va a censurar la vida personal de nadie pero el tema es el consenso y el diálogo. Donde no lo hay está la presencia de una situación de abuso”.
“Hay de todo. Tipos que en el medio del baile te encaran. Utilizan el baile para acercarse verbalmente y hacer propuestas de las que te puedas imaginar”, agrega Lucía. A partir de las denuncias particulares o inquietudes de las pibas que les llegan al Facebook, generan encuentros -al menos una vez por mes- para definir qué hacen en cada situación. Piensan, analizan y actúan en consecuencia. Asisten, acompañan, asesoran e intervienen espacios. Al mismo tiempo, aclaran que no tienen una función policial, ni legal, tampoco hacen docencia, pero tratan de fortalecer las instancias de aprendizaje y los vínculos entre mujeres.
«El cuerpo te dice cuando estás en una situación incómoda, el tema es el consenso y el diálogo. Donde no lo hay, estamos ante una situación de abuso»
“Hay una necesidad, nos damos cuenta, y lo vemos cuando otras mujeres se acercan a preguntarnos por nuestra experiencia que fue llenando el mapa en estos dos años”, recalca Paula. En varias provincias como Mendoza, La Pampa, Neuquén, Santa Fe y Córdoba, se están llevando a cabo experiencias similares que posibilitan ampliar redes y generar mayor comunicación hacia la conformación de una Red Milonguera Feminista. “Para ninguna piba es grato hablar de una situación de acoso”, indica Paula para finalizar: “Muchos pretenden mantener idealizado al tango como un lugar de amor y abrazos, pero el tango está dentro del mundo y en el mundo pasan estas cosas”.
En las escuelas
Desde el año pasado, Paula Morales fue convocada para dar clases de tango en un proyecto institucional en la Escuela Primaria N° 33 de 8 y 38, en La Plata. El taller consistió en la enseñanza de lo básico a partir del juego y culminó a fin de año con una coreografía donde participaron todos los cursos de primero a sexto grado.
“Se llevaron el aprendizaje de la comunicación corporal del baile mediante el juego, el cuidado del cuerpo, el significado de la pareja, la tolerancia”, asegura Paula mientras señala que una de las consecuencias más lindas que tuvo esta experiencia fue la sorpresa de los padres. “Salieron del preconcepto de que el tango es para viejos y ahora quieren aprender a bailar”, dice.
Una hora semanal es el tiempo del encuentro que este año vuelve a repetirse, por pedido de los propios alumnos. Para seguir trabajando el consenso y el respeto del cuerpo con el objetivo de armar una milonga vespertina para toda la comunidad educativa.
Red de autoconvocadxs Tango sin abuso-La Plata
e.mail: tangosinabuso@gmail.com
Facebook: Tango sin abuso
Web: http://tangosinabuso.wixsite.com/laplata
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