Prioridades, preguntas habituales, errores comunes y actores involucrados en el manejo de desastres como atentados, volcanes, terremotos, tsunamis… e inundaciones. Situaciones donde la prioridad es rescatar a los vivos pero no se debe soslayar la recuperación de los cadáveres.
Por Alejandro Inchaurregui* / Especial para La Pulseada
Nota principal:
En abril de 2005, el Dr. Jorge Gonzalez Pérez, amigo entrañable de nacionalidad cubana con quien compartí la búsqueda y el hallazgo de los restos del Comandante Ernesto Guevara en Vallegrande, Bolivia (1995-1997), vino a Buenos Aires a presentar el manual citado al pie, cuyo contenido sirve de base para los conceptos que cito a continuación. Mientras él trabajaba en la elaboración del manual, me hizo algunas consultas informales sobre el área de Antropología Forense.
El huracán Mitch en Centroamérica, las inundaciones en Venezuela y algunos “crash” aéreos (aún no había sucedido el tsunami ni el terremoto en Haití) determinaron que hace 10 años un grupo de expertos se abocara al tema del manejo de cadáveres en situaciones de desastre. He aquí la primera idea: hay una guía (el “Manual…”) sobre cómo proceder en tales circunstancias: volcanes, terremotos, tsunamis, inundaciones, “crash” aéreos, atentados como los de las Torres Gemelas. Este procedimiento o manejo de cadáveres no debe ser aprehendido como un hecho aislado: debe ser parte de la respuesta general que se da al desastre.
Ante desastres masivos, la prioridad es rescatar a los vivos, está claro: pero no se debe soslayar la recuperación de los cadáveres.
¿Qué es lo que no hay que hacer? No hay que enterrar a las víctimas en fosas comunes ni cremarlas bajo la excusa (inexistente) del riesgo de infecciones. Y hay que agotar todas las instancias para identificar sus cadáveres o restos óseos.
¿Quién dirige las operaciones ante un desastre masivo? La conducción del proceso está en manos de funcionarios del Estado. Idealmente, debe existir con antelación un Comité Operativo de Emergencias, una de cuyas tareas será el manejo de los cadáveres. De no existir, tal tarea suele recaer en su totalidad en la fiscalía competente. El Comité Operativo de Emergencias asiste y aporta las recomendaciones al fiscal. Cada país se da la manera organizativa estatal que crea conveniente y se adecue a sus normativas.
La coordinación de las operaciones será esencial. De lo contrario, sucede el temido “desastre sobre el desastre”, consecuencia de la desorganización, la falta de coordinación, la desesperación, la existencia de muchos jefes sin mando y muchos trabajadores sin guía.
Ante desastres masivos, muchos elementos de la criminalística se aplican al esclarecimiento de lo sucedido. Muchos países ya cuentan con “desastrólogos”, es decir, especialistas de distintas ciencias que se han dedicado al estudio de estos eventos desde su especialidad: médicos, odontólogos, físicos, sismólogos, ingenieros, físicos, etc. De haberlos, tales especialistas deben ser parte del Comité Operativo de Emergencias.
El Comité Operativo de Emergencias (a la cabeza o a la zaga del fiscal) debe ejercer un liderazgo efectivo para asignar tareas específicas evitando la dispersión y la duplicidad de esfuerzos y de los recursos humanos y financieros.
Las autoridades judiciales son las encargadas de tomar decisiones en el plano judicial; por ejemplo, accidentes de ferrocarril, aéreos, de tránsito.
Debe haber una comunicación efectiva entre las instituciones estatales y la comunidad.
Se debe tener un rápido diagnóstico situacional y comunicarlo clara y verazmente. De lo contrario, se da lugar a especulaciones de cualquier índole.
Se debe establecer un centro de información que esté en condiciones de responder e informar las 24 horas del día.
La incertidumbre y la identidad
Según los expertos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las preguntas más frecuentes formuladas por los medios de comunicación social y por el público son: ¿qué pasó?, ¿cuándo y dónde?, ¿quiénes y cuántas fueron las víctimas?, ¿cuál fue la causa?, ¿qué se está haciendo o qué se va a hacer?, ¿cuándo comienzan las tareas de recuperación ?, ¿ cuál es la institución a cargo del operativo?
Establecida la prioridad de salvar vidas, el trabajo médico-legal comprende efectuar el diagnóstico de muerte, rescatar los cuerpos de los fallecidos, establecer su identidad, estimar el momento y la causa de la muerte, explicar las posibles circunstancias en que se produjo el deceso, preparar los cadáveres para su disposición final y, finalmente, revertir el estudio del hecho en un elemento de prevención futura.
Respecto del tratamiento de los cadáveres, la premura no debe prevalecer por sobre la calidad del trabajo. Si hay que derivar cadáveres a morgues extrajuridiccionales se derivaran. Si hay que transformar (como hemos visto) hangares de aviones en morgues, se los transforma. Téngase presente, por ejemplo, el “crash” aéreo sucedido el 1º de junio de 2009 cuando un air bus de Air France cayó en el océano Atlántico con 228 personas a bordo. Dos años después, se habían recuperado 75 cadáveres.
El manejo de los fallecidos comprende una serie de actividades que involucra diversos actores, desde la localización de los mismos, el traslado a la morgue, la identificación, la comunicación a los deudos, la ayuda del Estado para que ellos dispongan del ser querido fallecido. Para el cumplimiento de tales etapas, es necesario personal de rescate, médicos legistas, fiscales, personal policial y administrativo, equipo de salud mental, voluntarios.
Desde el punto de vista práctico, se debe consignar, de ser posible, nombre del médico actuante, número de documento, hora, fecha y lugar de la actuación, a solicitud de quién se realiza, integridad de los cuerpos, edad estimada, pertenencia racial y sexo, si son reconocibles. Descripción de la vestimenta, al menos, lo más significativo; documentos, posiciones, lesiones y elementos sobre la fecha de muerte, firma del actuante.
Sobre la identificación de los cadáveres: se debe confeccionar una lista de desaparecidos. Tal situación resulta fácil en casos como un “crash” aéreo (donde la lista de víctimas es “cerrada”) y muy difícil en terremotos, donde se ignoran datos como la cantidad de habitantes de una población.
Si la dactiloscopía no fue suficiente para la identificación de un cadáver dado y hay que apelar a la visualización por parte de un tercero, hay que tomar ciertos recaudos: efectuar la diligencia previa conversación y preparación del observador para comprobar su conocimiento real de la presunta víctima; hacerlo siempre en forma individual; emplear un local adecuado, con buena luz y privacidad; presentar el cuerpo limpio, cubriendo zonas afectadas que puedan influir negativamente sobre el observador; no despojar al cadáver de objetos personales (anteojos, anillos, etc.); mostrar específicamente cicatrices, tatuajes, prótesis, cicatrices. Si es posible, filmar tal diligencia. Debe haber asistencia psicológica presta para contener al observador, en caso de ser necesario.
En caso de que haya que apelar a la Antropología Forense (restos óseos o cadáveres calcinados), se debe confeccionar previamente la ficha de datos “pre-mortem”. En caso de que la identificación sea a través de marcadores genéticos, se debe preservar muestras cadavéricas u óseas con la debida cadena de custodia de manera que llegado el momento del cotejo, las mismas sean accesibles y perpetúen en el tiempo la posibilidad de la identificación.
En caso de que uno o más cadáveres permanezcan como “N.N.”, se los puede inhumar cumpliendo los ritos funerarios de la sociedad donde se desarrolló la tragedia.
Toda la información se sistematizará en una base de datos: ello permitirá el control del destino del cuerpo.
En medio de la tragedia, quienes tienen la responsabilidad de decidir sobre la disposición de los cadáveres, suelen estar sometidos a intensas presiones. Argumentos de salud pública, míticos y políticos son los esgrimidos para agilizar la disposición de los cuerpos. Pero la conciencia de que resistir esas presiones ofrece a largo plazo mayores posibilidades de reparación del daño: es el elemento guión que tienen que tener muy en cuenta el o los responsables.
* Antropólogo forense / Director de Personas Desaparecidas del Ministerio de Justicia y Seguridad
Fuentes:
-Los desastres naturales y la protección de la salud. Organización Panamericana de la Salud. Washington D.C., 2000.
-“Manejo de cadáveres en situaciones de desastre”. Oficina Panamericana de la Salud. Washington 2004. Autor: dr. Jorge González Pérez y otros.