Se cumplen 15 años de la segunda desaparición de uno de los testigos clave para condenar al genocida Etchecolatz. La causa sigue abierta pero el accionar de la Justicia sigue garantizando impunidad. El «viejo» está presente y como cada año se lo recordará en las calles. La Pulseada comparte su archivo con notas producidas en el contexto de un juicio histórico que abrió una de las peores heridas de la democracia.
La desaparición de Julio López sigue siendo una herida que sangra y una deuda definitiva de la democracia. Ocurrió hace 15 años, el día en que el hombre que aportó un testimonio fundamental para condenar como genocida a Miguel Etchecolatz tenía que ir a escuchar los alegatos de ese juicio histórico. Salió de su casa muy temprano y nunca más se lo vio.
En una década y media la causa creció, se sumaron elementos y se abrieron distintas líneas de investigación que nunca avanzaron contra quienes se supone son los beneficiarios directos de un hecho que buscó amedrentar, sembrar miedo y perpetuar un silencio que en realidad ya se había roto con la voz de López y el resto de los testigos. Ahora, según publica Adriana Meyer para Página 12, «aunque suene increíble, a quince años hay nueva prueba que se está produciendo en el expediente, en base al análisis de 10 millones de llamadas telefónicas y su geolocalización».
LOS ACTOS
La segunda desaparición López empezó a ser recordada el viernes 17, con la ya clásica vigilia sonora de Radio Futura (90.5) y con la proyección en la fachada de la sede de la Comisión Provincial por la Memoria del testimonio completo dado por el albañil y militante brindo en ese juicio.
Las actividades seguirán este sábado. En la Comisaría Quinta, uno de los centros clandestinos donde estuvo cautivo López durante la dictadura militar, se colocará el emblemático retrato que le hizo la fotógrafa Helen Zout.
Por la tarde, además, se pondrá una placa en la imagen de López instalada en las calles 8 y 51, sede de los tribunales federales. En tanto que en otra actividad convocada por Hijos de la ciudad de Berisso se inaugurará un mural de 18 metros de largo en la calle Montevideo y 8, donde estará la imagen del albañil junto a la de otros desaparecidos de la última dictadura.
Desde las 17 se realizará -como todos los años- la marcha desde Plaza Moreno a Plaza San Martín, después de la cual habrá una jornada cultural y política Awkache (calle 55 Nº 331 e/ 1 y 2), donde se expondrán obras de Hugo Vidal, Helen Zout, Gabriela Hernández y el archivo AwkaChe de accione por Julio Lopez. Habrá lecturas, intervenciones, espacio para las niñeces y se estrenará López, una película de ChasquiTV.
EL ARCHIVO
Al cumplirse los 15 años del desenlace del juicio histórico en el que se condenó a Etchecolatz en el marco de un genocidio y de la desaparición de López, La Pulseada rescato de su archivo impreso una serie de notas vinculadas con la cobertura de aquellos hechos, en el mismo momento en que ocurrían.
* UN SERVIDOR. La crónica de las horas previas a la desaparición, el análisis de su declaración, su historia de militancia en los ’70, su primer secuestro, los 20 años de silencio y el ejercicio de memoria para contarlo todo cuando llegó el momento.
* RUBÉN LÓPEZ ROMPE EL SILENCIO. El hijo López reconocía que su deseo era que su padre estuviera perdido pero tenía que ser «realista». La semblanza del viejo militante desde el punto de vista de quien era un niño cuando fue el primer secuestro.
* LA FIESTA PENDIENTE. Pastor Asuaje, amigo y compañero de militancia de López recuerda los años felices en la casilla donde funcionaba la unidad básica de Los Hornos y le reclama al viejo «esa peña etérea del reencuentro».
* «ME ROBARON TODO… ¿CÓMO TENER MIEDO?». La historia de la casa de calle 30 y el secuestro de Clara Anahí en la palabra de Chicha Mariani, poco después de declarar en el juicio que condenó a Etchecolatz.
* «ES UN MITO QUE EL JUEZ HABLA SÓLO POR SU SENTENCIA». El ex juez Carlos Rozanski hablaba con La Pulseada unos meses después de redactar la condena contra Etchecolatz por delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio.