The Wire
2002-2008
HBO- 60 capítulos, 5 temporadas
David Simon
Las series de TV ocupan un lugar destacado en nuestra cultura: son relatos de los que no podemos prescindir a la hora del llamado de la ficción. Producida por HBO, The Wire es una de esas series imprescindibles, un aparente policial que es un retrato descarnado de la USA profunda; una verdadera reliquia de las tentadoras descargas por Internet. Ofrece una mirada compleja y sutil sobre Baltimore, una ciudad que vive del narcotráfico y de sus ramificaciones. La primera temporada se centra en las luchas entre la policía y las bandas de narcos de los poblados negros: la segunda tiene como eje el escenario de los puertos y el lugar de los sindicatos; la tercera indaga en el mundo de lo político; la cuarta en el sistema educativo y la quinta en los medios de comunicación. Al igual que Los Soprano, The Wire, creada por el periodista y escritor David Simon, pone el ojo en un mundo salvajemente unido por la primacía del dinero. No es el narcotráfico, ni la trata de personas, ni los cargos políticos ni los crímenes: todo ello es importante, pero la trama mayor es la obtención, circulación y distribución de la renta. Por fuera de los clichés de los policías buenos y los delincuentes malos, The Wire edifica un monumento de la complejidad de las relaciones humanas: los cambios de estrategia de los narcos, los negocios escondidos, los problemas éticos de la policía, la complicidad del periodismo en la manipulación de la información. A Simon le interesa remarcar el lugar de las jerarquías: el lugar del honor, el interminable juego de las alianzas, las reputaciones entre los distintos sectores. Hay personajes entrañables, mafiosos simpáticos y policías que caen bien por su condición de perdedores. Simon, que pateó las comisarías de Baltimore como periodista del diario The Baltimore Sun, ha dicho que The Wire es un relato que narra historias que no pudo contar en el periódico. Es que la realidad, no hay dudas, muchas veces supera a la ficción. Y el periodismo contemporáneo sigue obstinado en creer lo contrario.
Juan Manuel Mannarino