Escribimos con inmensa tristeza y desazón. Desde los que queremos a Marcos, desde el barrio que sobrevive dañado por el hambre, la falta de trabajo digno, los agujeros del estado, los charcos de barro, la maldita droga que avanza y las tramas comunitarias que no alcanzamos. Desde ese estar ahí con construcción colectiva y comunitaria. Desde ahí hablamos.
El lunes 18 de julio Marcos se quitó la vida. La pregunta del por qué siempre aparece en estos momentos, ¿cómo fue que no se quedó de este lado? Se llevó sus respuestas, pero los y las que quedamos con los pies acá, en medio de nuestro dolor, estamos también llenos de preguntas y con algunas respuestas.
“Se nos están yendo los pibes”, se escucha en el barrio. Hace un mes se quitó la vida un tío de varies chiques, en enero murieron con diferencia de minutos dos pibes veinteañeros en accidentes de moto, en 2021 murieron otres jóvenes -“en riñas”, dicen los diarios-. A veces los mata la policía, muchas veces los hostiga. Es cierto: hay peleas y armas de fuego dando vueltas, aunque en ocasiones solo hace falta una puñalada. Nos hacen falta otras formas de resolver conflictos. La amplísima mayoría de les que mueren son varones, pero también se nos van mujeres, que se quitan la vida o las mata un varón.
Además tenemos las suspensiones de vida por instantes, que pueden ser semanas, tal vez años. El paco y otras sustancias están haciéndoles pasar días y días en la nada, porque no hay nada. Necesitamos algo que nos sostenga, algo que nos anude a la vida, que ponga lindo el estar acá. Siempre hay quien te quiere, pero a veces se pierde la noción, no alcanza.
Insistimos: se nos están yendo lxs pibes. En medio de un derrotero de hambre, falta de trabajo digno, casas sin nada -pero nada-, las calles rotas, las zanjas llenas, las panzas vacías, el alma que deambula buscando un lugar que la aloje. Les que te buscan todo el tiempo para que les pagues, los que te buscan para pegarte o para que quedes pegado. Itinerarios del rechazo.
Subjetividades marcadas en el barrio por la desigualdad. Y ahí mismo, algunos lugares calentitos donde te miran bien, espacios creativos para expresarse en organizaciones y escuelas, la esquina para ranchear que también cobija el bardo del bueno (sí, hay un bardo del bueno). Alguien que te tiró una punta buena para pegar laburo, y no una buena punta para un atraco.
Hubo una pandemia. Y todo quedó peor. Los gobiernos que no dan pie con bola para achicar el hambre y hacer crecer el trabajo con derechos. El mercado al que le importás una mierda, salvo que tengas plata para comprarle algo, o tengas la “buena presencia” que precisa para robarte la poca fuerza de trabajo que te queda. Las familias que paran la olla y empujan la crianza entre chapas y abrigos. Los sistemas y políticas públicas atados con alambre, trabajadores/as con subjetividades heroicas sin un peso atrás para articular respuestas que hagan mella en las condiciones materiales. Trabajadores sin mirada, ni acto, ni lugar para el otre. Hay de todo. Y les pibes, y nosotres, las organizaciones que hacemos malabares para que los programas del estado lleguen a todes y sostenemos la Casa abierta, armamos bolsones, ingeniamos almuerzos y meriendas para compartir, nos organizamos y jugamos.
Reír y pasarla bien es un eje de la vida.
Reclamamos un lugar para los sueños y realidades de vidas dignas, porque todes deseamos mil cosas, para ayer, para hoy, para mañana.
La vida no es solo tener pan, techo y trabajo. Pero sin eso, la vida es miseria. ES URGENTE, ES AHORA. Se nos están muriendo les pibes.
DENUNCIAMOS lo que está pasando, ponemos en ALERTA al municipio, a la provincia y a la Nación. A los sistemas de salud, educación, justicia, seguridad, trabajo, vivienda, desarrollo comunitario, género, juventud y niñez.
PROPONEMOS políticas para la vida.
Desde nuestra organización, y con el abrazo de todas las organizaciones hermanas, con el corazón desgarrado y las manos prontas, las y los CONVOCAMOS A MIRAR LOS BARRIOS Y ATENDERNOS.
No hay mañana sin les pibes de hoy.
El hambre es un crimen.