Tras la inédita inundación que sufrió la ciudad el 2 de abril, en vez de plan de acción para la emergencia sanitaria hubo asueto en provincia y municipio. Pero las Brigadas Hugo Chávez del Frente Popular Darío Santillán estuvieron en la calle al día siguiente del temporal y refugiaron estudiantes y médicos residentes con voluntad de brindar su calificada ayuda. Testimonios de profesionales, estudiantes y militantes que trabajaron en 14 barrios.
Por Josefina Garzillo
Producción Daniel Badenes y Josefina Garzillo
El 3 de abril La Plata era un infierno. Muchas salitas del primer nivel de atención de la salud estaban cerradas, el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, que conduce el Dr. Alejandro Collia, dormía en la emergencia, empezaban a montarse cuatro móviles de atención médica pero aún no se habían organizado postas de salud para llegar hasta las casas inundadas, de donde mucha gente no podía salir.
Durante esa jornada, médicos residentes se acercaron a la Dirección de Capacitación (la dependencia provincial a la que responden, ubicada en 4 y 51) para ponerse a disposición ante semejante catástrofe, pero no obtuvieron respuesta. “El miércoles el Ministerio no hizo nada por la gente, declararon asueto”, le contó a La Pulseada Mariano Salerno después de presenciar cómo en la noche del 2 se inundaron salas del hospital Gutiérrez. “En los barrios sólo se veían organizaciones sociales. Recién el lunes 8 el Ministerio convocó de manera oficial a médicos y estudiantes avanzados. A los residentes que fueron antes se les dijo que no había nada para hacer”, coincide Lucía Rabini, otra de las médicas que participaron de las Brigadas de Salud Hugo Chávez, organizadas por el Frente Popular Darío Santillán-Corriente Nacional (FPDS-CN).
En simultáneo a las misiones de salud que comenzaban a cumplir activamente en los barrios más postergados, en el centro social y cultural Olga Vázquez (ubicado en 60 entre 10 y 11) se activó una colecta masiva, gracias a la colaboración de más de 2.000 personas que se acercaron a clasificar y repartir donaciones. “Para las Brigadas tomamos el nombre de Hugo Chávez, que es un ejemplo y una inspiración de la vocación solidaria del pueblo bolivariano. Con ellas buscamos atender a las cuestiones más urgentes y proyectar un trabajo a largo plazo de prevención y promoción de la salud. Esto excede la inundación y es la forma en que nosotros entendemos que vamos a recuperar la ciudad a partir de los intereses de las grandes mayorías —planteó Daniela Ramos, vocera del FPDS–CN—. La ausencia del Estado generó mucha bronca y angustia en la gente. La inundación puso al descubierto una política de abandono de muchos años”. Ramos agregó que la culpa es de una proyección urbana para pocos: “Esta es la ciudad del negocio inmobiliario y el transporte”, resumió.
El miércoles, cuenta Ramos, “fue un día crítico: en muchos lugares todavía no había bajado el agua y en los que sí quedaban a la vista las consecuencias del temporal. La gente estaba en una situación de haberlo perdido todo y no sabiendo a dónde recurrir. En medio se empezó a hablar del número de muertos y, después de recorrer los barrios, consideramos que está habiendo un manejo intencionado y que las cifras son otras. Necesitamos profundizar la investigación sobre la cantidad de muertes y las condiciones en que se dieron, y las personas desaparecidas”.
Cómo se organizaron
Unos 250 voluntarios les pusieron el cuerpo a las brigadas. Gracias a eso, pudieron formar equipos interdisciplinarios de médicos, veterinarios, odontólogos y psicólogos que trabajaron en Ringuelet, Los Hornos, Villa Elvira, Villa Alba, El Carmen y La Toma en Berisso, Arana-La Armonía, Malvinas, Cementerio, Villa Nueva, Catela, El Dique, el barrio del Nini y Tolosa. Cada día se definía en equipo el tipo de intervención y al cierre se hacían balances y proyecciones para la jornada siguiente, sobre la base de las necesidades detectadas por cada equipo.
Estefanía Berengan y Manuel Fonseca, militantes del FPDS que integraron las brigadas, le contaron a La Pulseada que en los primeros días de trabajo se dedicaron a relevar las necesidades en El Carmen, Villa Elvira, Ringuelet y Los Hornos, donde “todavía no había aparecido el Estado y las salitas municipales estaban cerradas”. Ambos coincidieron en que todos los casos que se atendieron eran “cuadros de arrastre, producto de una carencia de asistencia sanitaria anual. Provincia intentó tapar baches con los hospitales móviles, pero la gente no se acercaba porque tenían sus casas inundadas”.
Una de las grandes apuestas fue interiorizar a los voluntarios en una perspectiva de trabajo que atendiera a cuestiones ambientales, sociales, culturales y preventivas, como parte de un plan de salud integral. Estudiante avanzado de medicina, Fonseca remarcó la necesidad de romper con «el concepto clásico que dice que estás enfermo o estás sano. Organizarte por los derechos vulnerados es una forma de luchar por un estar saludable».
Estefanía destacó que el vínculo de confianza construido con las familias les permitió conocer la historia de lucha de todos los barrios pegados a los arroyos, por el saneamiento y entubamiento. «En Los Hornos vecinos y maestros se habían organizado para que no arrancaran las clases porque las aulas se caían a pedazos. Hay mucha historia de organización tapada —contó—. Nos interesa la salud porque somos militantes territoriales; eso nos permite cambiar conceptos, pensar otra salud”.
– ¿Cómo se transmite esta concepción de salud a los voluntarios?
Estefanía: Hay compañeros que nunca habían ido a un barrio que automáticamente te dicen: ‘No sirve de nada que yo venga con medicamentos si el problema de la señora es que vive al lado del arroyo contaminado’. Varios armaron reuniones en los barrios, decían: ‘Yo no sé cómo se hace esto’, y terminaban después coordinando, por la propia voluntad de acercarse al vecino desde otro lado.
Manuel: De a poco; ésa es una de las motivaciones de las brigadas. Nosotros y los voluntarios sabemos que con asistencia no alcanza. La brigada es un momento de sensibilidad política: las necesidades y realidades son otras. Eso te abre la cabeza. Todos entendieron que ésta es una etapa aguda, que hay mucho trabajo por delante, tratando de calmar ansiedades, canalizar nuestras energías. Es algo histórico, todos los que participaron de las brigadas dentro de 10 años se van acordar que estuvieron en la calle y no lo vieron por la tele, con más o menos experiencia, es valorable que se hayan acercado.
Para profundizar en este trabajo integral iniciado a raíz de la catástrofe hace casi un mes, el FPDS va a desarrollar capacitaciones a partir de cuatro ejes clave: salud, saneamiento, infraestructura y problemáticas barriales puntuales. “La idea es darnos una formación teórico práctica para llegar con más herramientas de conocimiento y contención”, enuncian los organizadores. Más información en: http://frentepopulardariosantillan.org y en el centro Olga Vázquez (60 entre 10 y 11).