En las periferias de San Pablo, Brasil, se gesta hace más de diez años un movimiento tan original como expansivo y cautivante. Los “Saraus” son la punta de lo que se conoce como literatura marginal. Mucha de esa producción quedó registrado en el libro Saraus. “Movimiento/Literatura/Periferia/São Paulo” que compiló Lucía Tennina. Además de encontrarse con la autora, La Pulseada estuvo en algún bar de la ciudad y cuenta parte de la experiencia.
Bueno, la noche es larga.
Todo poeta que se estime a sí mismo
debe tener su propio diccionario.
Y antes que se me olvide
al propio Dios hay que cambiarle el nombre.
Que cada cual lo llame como quiera.
Ése es un problema personal.
“Cambios de nombre”, Nicanor Parra
Por Nacho Babino
¿Dónde empieza y dónde termina la literatura marginal? ¿Dónde empieza y dónde termina un Saraus? ¿Empieza y termina en quien declama, o termina en el público? ¿O en la calle? ¿O termina en el mapa de San Pablo? Y la literatura marginal: ¿termina en el libro publicado? ¿Empieza en los Saraus o en Ferréz (apodo de Reginaldo Souza da Silva, uno de los pocos escritores que nació y vive en la favela y es reconocido internacionalmente por su obra)? ¿O en los diferentes escritores que contemporáneamente también publicaban sus libros si bien no alcanzaron esa visibilidad?
Esas preguntas, dice la docente e investigadora Lucía Tennina, son algunas de las tantas que se hizo –y se hace- al pensar en los Saraus.
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Pero vale ordenar un poco y remontarse brevemente al origen. O a ciertos orígenes. La palabra sarau tiene su correspondencia en castellano y quiere decir más o menos lo siguiente: conjunto de personas que se reúnen para hacer actividades recreativas como oír música, conversar, etc. Y así, pero en plural, definió Sergio Váz al movimiento, la “escena” que desde hacía un buen tiempo venía desarrollándose en las zonas periféricas de San Pablo: en los barrios populares y en las favelas -en algún pequeño bar rayano a una casa de ladrillos huecos a la vista, a medio hacer; al lado de una iglesia; al lado de la casa donde funciona una de las organizaciones criminales más grandes de la ciudad; en un enorme bar en alguna esquina frente a una ladera, embebidos de cervezas frías y poesías ganando el aire, la gente se reunía a leer en voz alta –a declamarla- delante de los que estuvieren allí, en ese lugar, en ese momento. Allí, del otro lado del puente –como dicen algunos poetas, como se canta en algunas canciones-, haciendo referencia al que cruza el río Tieté, uno de los tantos límites implícitos que separa a las dos San Pablo: la rica y la pobre, la mansa y la peligrosa, la bendita y la maldita. Cooperifa, do Binho, Elo da Corrente, da Brasa, de Ademar, Suburbano Convicto: esos son algunos de los tantos Saraus que se realizan, se desperdigan e inundan de poesía el aire caliente de las periferias de San Pablo.
Gran parte de todo eso puede encontrarse en “Saraus. Movimiento/ Literatura/Periferia/São Paulo” (antología bilingüe, Tinta Limón Ediciones, 2014), compilado por Tennina, quien se encontró con el tema en una de las clases de formación de posgrado que dictaba Heloísa Buarque de Hollanda. Ese fue el puntapié de un largo camino que seguiría con varios viajes a Brasil, la experiencia del movimiento en el territorio mismo, siendo los Saraus el tema de su tesis final y la publicación del libro. Pero Lucía encontró también cierta reticencia desde la academia -lo que era de esperar: cuenta que en una de esas visitas a Brasil una profesora le acercó el poema Suburbio de Chico Buarque y le dijo: “Mira. Así es como se escribe bien sobre la favela”-. Pero ella dice: “Lo interesante es qué preguntas abre ese texto. Y no tanto lo sustantivo, si es bueno o malo”.
- ¿Se puede explicar brevemente el origen del movimiento de los Saraus?
- La movida empezó en la zona sur. De hecho, como Saraus, llamado así, empezó en Cooperifa, que es en la zona sur de San Pablo, que es muy fuerte en lo cultural, mucho más que otras regiones periféricas. Principalmente porque es la zona donde nació el hip hop, el rap en Brasil. Ferréz, por ejemplo, es un escritor que no está ligado directamente a los Saraus pero que le dio nombre e identidad a estas producciones. Y la palabra sarau fue usada por Sergio Váz en 2001, cuando él bautiza así un espacio que ya tenía: un encuentro de poetas en un bar. Lo bautiza así y ese bautismo vino aparejado de una serie de fórmulas, si se quiere. Todo esto es una visión mía. Una serie de fórmulas que se perciben: el silencio como regla fundamental, el aplauso de manera obligatoria, o sea, no ligado al gusto, no desde un punto de vista letrado céntrico, sino ligado al respeto. El silencio mientras la persona lee y el aplauso cuando termina. Y el aplauso muy alentado. Es común que se escuchen alientos.
- ¿Qué cosas encontraste y con cuáles te desencontraste en este trabajo?
- En principio, yo llegué buscando algo que es muy abstracto, que es la literatura marginal. Con apenas dos referencias, Ferréz y Cooperifa. En el caso de los Saraus tuve, un poco, que encontrar respuesta porque fue la hipótesis de mi tesis y me parece que con la literatura marginal se puede responder un poco qué son los Saraus; es importante tomar en cuenta que no son definibles. Están en construcción, reconstrucción y redefinición constante. El hecho de que sean ligados al territorio no implica que estén fijos en un lugar. En su momento sí, porque fue necesario que así fuera. Entonces, partiendo de la base de que es imposible definir lo que es un Saraus, me encontré con que no es sólo el poeta declamando: es un poeta declamando en un espacio físico particular, frente a un determinado auditorio y también es un evento social, es decir, la calle también los define. La propia arquitectura del bar también lo define. Esa misma pregunta me la hice al leer a un antropólogo que se pregunta ¿dónde empieza y dónde termina el cuerpo de un ciego? ¿En la mano, en el bastón, en lo que toca el bastón? En el caso de la literatura marginal, también: ¿en el libro publicado, en la biografía del autor, en la oralidad, en la escritura?
- Muchas de las poesías que forman parte la antología están cruzadas por lo corporal…
- Que involucra el cuerpo es así, porque son literaturas que vienen y tienen mucho de la presencia negra, de la cultura negra, donde el tema del cuerpo es central. Y también mucho de cultura nordestina, pero en realidad si uno se pone a pensar, para relativizar un poco y no separar tanto, en las letras brasileñas el cuerpo también está presente. Pensemos en muchos poetas, los Saraus no son exclusivos de las periferias, hay en el centro y hay Saraus muy elitistas también. Pero el cuerpo está involucrado y las diferencias están en las trayectorias, en la disputa de hegemonías. Y estos escritores empezaron a llamarse a sí mismos escritores y fue un gran impacto. Sobre todo en Brasil, que es un lugar que en cuanto a las letras es muchísimo más elitista que acá. Eso hay que tomarlo en cuenta.
- Otra cosa a señalar –y está remarcado en el prólogo del libro– es la fuerte vinculación de los Saraus con el rap y la cultura del hip hop…
- Sí. Y en parte es lo que contaba recién: los Saraus se originan en la zona sur de la ciudad, de donde es también el grupo de hip hop más importante de Brasil, los Racionais´Mc. La lectura básica en esa zona eran las letras de rap. Ferréz, por ejemplo, se define al mismo tiempo como rapero, está estrechamente vinculado a eso y a partir de las letras del rap es que se inspiró para escribir. Tiene que ver con la resignificación, con esa identidad que pasa principalmente por despenalizar a aquellos sujetos penalizados. Las víctimas no son los de la clase media sino los periféricos. Es la afirmación de una cultura. En la periferia de San Pablo hay una cantidad de nordestinos gigante, y la cultura nordestina es también una cultura atravesada por la literatura. La literatura de cordel y eso se escucha mucho en los Saraus. Incluso el rap fue el que le dio escenario a los poetas. Sergio Váz, uno de los referentes de los Saraus, cuenta que empezó a leer y declamar sus poesías pidiendo permiso a los raperos antes de sus shows. La escena fue armada en base al rap. También la propia producción, el hecho de que RAP (siglas en inglés de “Rhythm and poetry”), sea ritmo y poesía, habilita el uso de una palabra con mucha carga letrada, le da una base a este tipo de producción.
- El libro está separado en dos capítulos, “Primera generación” y “Bienvenidos al Sarau” ¿A qué se debe esto?
- En el libro hay una operación crítica que pretende dar cuenta del tiempo largo, que son casi dos décadas de este movimiento. Hay una primera generación, que son aquellos escritores que ya publicaron. Y la segunda parte son todos poetas de Saraus y muchos de ellos no publicaron nunca, es decir, la selección de la segunda parte tiene que ver con lo que yo escuchaba y me gustaba.
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Se enrosca la ciudad de San Pablo. Se arrincona, se achica y se expande, se corta de maneras imposibles. Sube, baja. Se anuda la ciudad que es un gigante. Los lugareños dicen -al tiempo que parecen manotear el aire-: “Perto, pertinho”. Cerca, cerquita. Y cae la noche tropical en este barrio de San Pablo y hay que caminar hasta el Saraus Suburbano Convicto. Entonces -pasillos que se adentran y suben en un prolijo edificio, entre cervezas frías- una jovencísima mulatona lee desde su celular; otro declama de memoria y todo su cuerpo parece una rima de hip hop; un viejo –zapatos, pantalón, camisa dentro del pantalón, todo en tonos marrones- se para lento, saca una hoja doblada y arrugada de su camisa y lee en perfecta dicción portuguesa. Y otro, y otra, y otro. De cuando en cuando, Alessandro Buzo, el organizador de este sarau hará honor a su lugar de anfitrión y declamará él y luego el micrófono seguirá pasando. Entonces sí, cada vez: será aplauso, será silencio, será poesía, será otro aplauso. Esos cuatro pasos que a veces definen el ritual.
Y sigue cayendo la noche tropical, y se alarga, en este barrio de San Pablo. Y en un rato ya no será el aire a lluvia sino la lluvia misma la que lo cubra todo aquí. Y, entre calles que se pierden en medio de la imposible ciudad, una carona –hacer dedo aquí- será la vuelta a casa.
Allá, más allá, del otro lado del puente, treinta, cuarenta personas acaban de reunirse a leer y a escuchar poesía.
Y en este mismo momento -mientras esta nota se termina y alguien cierra o abre una ventana, una heladera, hace zapping, ama, odia o escribe-; en este mismo momento en alguna periferia de esa gran ciudad alguien puede estar inaugurando o despidiendo un Sarau. Alguien puede -alguien debe- estar leyendo, declamando una poesía. Como un susurro urbano, como un soplido.
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Será, serás, usarás, será us, us arás: Saraus.