LIBRO
Con ternura venceremos
Historia, presente y convicciones de las organizaciones que abrazan
Claudia Bernazza y Damián Lambusta
Por Daniel Badenes
El 30 de septiembre de 1987, Carlos Cajade, Alberto Morlachetti y Enrique Spinetta, entre varios otros, firmaban el acta fundacional del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. Ese punto en la línea de tiempo señala el encuentro de organizaciones nacidas en distintos lugares del país, a menudo sin saber unas de otras, durante los años ochenta. Las consecuencias del modelo económico de la dictadura se hacían evidentes en les pibes arrojados a la calle, hijes de familias condenadas por la miseria planificada. Pelota de Trapo en Avellaneda (1982), la casa de Teresa Rodas en Moreno (1983), el Hogar de Cajade en Villa Garibaldi (1986), el Lugar del Sol fundado por Spinetta y Claudia Bernazza en Berazategui (1986), Pantalón Cortito en el barrio platense de San Carlos (1987) son sólo algunos ejemplos que recupera este trabajo. Incluso hay algunos previos, difíciles de rastrear. La de las organizaciones de lxs chicxs del pueblo es una historia en construcción: este libro da un importante primer paso e invita a seguir ese camino. Había sido, hasta ahora, una historia poco contada: sus protagonistas han vivido atendiendo urgencias, sin tiempo para escribir. Hay un archivo disperso -folletos, actas, banderas, revistas como Pibes o La Pulseada– y muchos testimonios por recoger.
Y es, sobre todo, una historia necesaria. Algunas pinceladas de estas páginas nos alertan -por ejemplo- cuán poco hemos contado y pensado los años ochenta, esa década que algunos llamaron perdida, en la que pasó tanto: las tomas de tierras que forjaron los barrios populares del gran Buenos Aires, el origen de las radios comunitarias, los primeros encuentros de mujeres y este movimiento social que puso foco en las infancias y tuvo la lucidez de articular con el sindicalismo, desde el Congreso de los Chicos de la Calle con la CGT de Ubaldini en 1988 hasta la integración en una CTA donde Morlachetti y Cajade llevaban la agenda de derechos humanos. El movimiento también tejió lazos con organizaciones afines en América Latina -como los Meninos e Meninas de Rua en Brasil o el MANTHOC liderado por Alejandro Cussianovich en Perú-, a las que Bernazza y Lambusta también dedican un capítulo en este libro.
Aún sin tiempo de escribirse, estas experiencias articularon una concepción comunitaria de la crianza y forjaron sus propias pedagogías. Con ternura venceremos también es la búsqueda de sistematizar esos saberes y enriquecerlos con lecturas de distintas tradiciones: los pueblos originarios, la doctrina social de la iglesia, el peronismo y las revoluciones socialistas. La histórica lucha contra el Patronato ha sido también la lucha por el reconocimiento de esas respuestas colectivas, que van desde los hogares convivenciales iniciados en los 80 hasta múltiples formas de acompañamiento creadas en tiempos más recientes: casas del niño, clubes deportivos, murgas, orquestas y jardines comunitarios, todas aunadas en el proyecto de que la niñez y la adolescencia no sean un privilegio de clase.
Un tema fundamental del libro es la relación con las políticas públicas. Sin el Estado no se puede, solo con el Estado no alcanza, señalan les autores. Los últimos dos capítulos trazan una agenda legislativa actual. Así como el movimiento derribó la Ley de Patronato -que aún persiste como cultura arraigada-, hoy las organizaciones luchan por el reconocimiento legal del trabajo comunitario y otras iniciativas que Bernazza, que en 2020 juró “por los chicos del pueblo” como diputada nacional, impulsa en el Congreso.
En el recorrido histórico, la primera marcha nacional del Movimiento, que llevó de La Quiaca a Buenos Aires la consigna «El hambre es un crimen”, aparece como un hito clave (también lo es para esta revista, cuyo proyecto nació precisamente allí). Corría mayo de 2001, el año que marcó el vínculo con la política para una generación. El libro no incluye un capítulo que aborde la etapa 2003-2015, cuando las experiencias siguieron distintos caminos, aunque nunca dejaron de encontrarse. Sí lo hay sobre la “nueva oleada neoliberal”, acaso porque es cuando volvieron a reunirse y sumaron organizaciones más jóvenes, formando en 2019 las Organizaciones de lxs Chicxs del Pueblo (la x del nombre es signo de nuevos tiempos y de la enriquecedora interacción con otros movimientos). El texto fundacional recupera consignas históricas del movimiento –El hambre es un crimen, Con ternura venceremos- e incorpora otras, como Bajen las armas -en alusión a las luchas del 2001 y a la figura de Pocho Lepratti- o Ningún pibe nace chorro, escrita por primera vez en La Plata en octubre de 2008, para una convocatoria de la Asamblea por los Derechos de la Niñez, en pleno debate social por la baja de edad de punibilidad.
“Habrá que llenar el futuro de recuerdos”, decía Morlachetti. La frase, recordada en el libro, hablaba de una memoria de “cuando en este país ser niño fue un privilegio, ser trabajador fue un derecho y ser anciano fue una bendición”. El texto de Bernazza y Lambusta suma para ese futuro los recuerdos de tiempos de luchas, de aprendizajes en la resistencia, de respuestas creativas que hicieron de la ternura una política y la sostienen con una convicción: venceremos.
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