Woody Allen
(Estados Unidos, 2014)
97 minutos
Mientras en las salas se exhibió hace poco Hombre irracional, último opus de Woody Allen, vale la pena volver sobre su estreno de 2014, Magia a la luz de la luna. Está claro que en una obra tan prolífica como la de Allen no es posible alcanzar siempre los mismos niveles de calidad. Hay en su producción obras mayores y otras menores. Pero aún en estas últimas los resultados son casi siempre superiores a los de los directores promedio. Magia a la luz de la luna es un divertimento que, pese a su tono liviano, no se priva de plantear temas profundos. Narra la historia de Stanley Crawford (Colin Firth), un famoso mago que se sube al escenario para hacer desaparecer un elefante o cortar a una chica en dos. Es invitado a la costa azul francesa para desenmascarar a Sophie Baker (Emma Stone), una joven y bella médium estadounidense, experta en telepatía y espiritismo, que tiene completamente seducida a una rica y aristocrática familia, dispuesta a financiarle generosamente una fundación. Stanley es racionalista a ultranza y no cree en absoluto en facultades sobrenaturales. Pero al conocer a Sophie se verá sorprendido por sus habilidades y acabará él mismo dudando. ¿Tiene de verdad poderes especiales o es una embaucadora? No conviene que develemos aquí la respuesta. Lo cierto es que esta química imposible entre dos personajes en principio antagónicos derivará finalmente en romance. Una vez más, Allen aprovecha para dejar planteados sus interrogantes nada menores. ¿La razón puede explicarlo todo o la ilusión es imprescindible para vivir? ¿Hay que dejarse llevar por la cabeza o el corazón? Al final parece que la magia más innegable es la que puede operar el amor.
Carlos Gassmann