Un joven que había desoído la cuarentena fue perseguido, golpeado y amenazado por la policía de la localidad. La preocupación por el accionar ilegal de la policía en el marco de la pandemia y los casos de abuso que se multiplican.
Por Vanesa Carbajal
Cuarentena obligatoria, casi todo el país parado, y aún más, el mundo semi paralizado. La vida cotidiana se intenta seguir como se puede. No faltan los casos de abusos policiales: desde el 20 de marzo en que salió el decreto de necesidad y urgencia 297/20 declarando el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, hasta el 31 del mes se contaban más de 30 mil procedimientos por incumplirlo según contabilizó la Cordinadora contra la represión policial e institucional (CORREPI) tanto de personas detenidas y liberadas, con imputación penal o contravencional.
El viernes 27 de marzo, T. , de 17 años, fue uno de ellos. Circulaba por la calle de la pequeña localidad de Verónica, él sabía que violaría la cuarentena obligatoria, pero lo ganó la necesidad de encontrarse con un amigo, que no se sentía muy bien. Lo que nunca esperó fue recibir una tremenda golpiza por parte de las fuerzas de seguridad local.
Verónica, ciudad de cabecera del partido de Punta Indio, ubicada a 90 km de la ciudad de la Plata, con una cantidad de alrededor de 6 mil habitantes, se muestra como una localidad linda y tranquila. Hace unos años, en esta misma revista, Pablo Spinelli titulaba “Media Verónica despierta”, para presentar la nota que hablaría del asesinato de Sebastián Nicora, en donde se puso en el ojo de la investigación el accionar de la policía local.
T. regresaba a su casa. Cuando estaba a unos metros del anfiteatro municipal, escucha que le gritan: “hey! quédate ahí la c… de tu madre” desde un patrullero; del susto corre , mientras escucha insultos y amenazas diciéndole que ya lo iban a agarrar hasta que logra meterse en el patio de una casa. A los minutos los policías tiran una puerta, se acercan y lo levantan de los pelos, él les dice que es menor, y comienzan a pegarle piñas en la cabeza. Les pide que paren y lo siguen insultando y agrediendo. Lo agarran de los pelos, lo arrastran, lo insultan. Intentan asfixiarlo de varias maneras, ahorcándolo y metiéndolo en el patrullero con la calefacción al máximo, hasta que mostraba signos de dejar de respiras. “Me pisaron la cabeza, el pecho, me llevaron a la comisaría, me amenazaron, me pegaron, y hasta me apoyaron el arma en la nuca”.
En diálogo con La Pulseada el joven cuenta que en la comisaria lo sentaron en una oficina y lo insultaban, le decían que era un maricón y que no tendría que haber salido, luego lo obligaron a sacarse una foto, a la que él se negó, lo cual fue motivo de una nueva golpiza. Todos los jóvenes que habían sido arrestados en el pueblo por incumplir la cuarentena, fueron mostrados en las redes de la prensa institucional local. Los mostraban esposados, con los policías héroes a sus lado, aún cuando está prohibido que la policía lleve cualquier registro de antecedentes de personas menores de edad, incluídas las fotografías.
Fueron largas horas de miedo las que vivió T., la desesperación de no entender cómo había llegado a ese punto, y de no saber lo que pasaría con él allí dentro. Estuvo incomunicado, y en ningún momento la comisaria siguió el protocolo de darle intervención a las instituciones que trabajan con Niñez y Adolescencia.
Alrededor de las 6 am, un patrullero lo llevó hasta su casa. Todavía tiene miedo, un temor que queda impregnado en la conciencia de una víctima de violencia ante la violación de su dignidad y el sufrimiento físico y psicológico al que fue expuesto por los funcionarios policiales. T. no caía en la cuenta de todo lo que había pasado, y en cuanto pudo logró escribir un relato, que publicó en sus redes. Eso generó que instituciones y organizaciones se acercaran y lo acompañaran en la denuncia.
La Comisión Provincial por la Memoria presentó una denuncia penal contra los policías que quedó asentada en la Fiscalía N° 17 de La Plata, además de poner en conocimiento sobre lo sucedido a la Auditoria General de Asuntos Internos a fin de que tome intervención e inicien las actuaciones correspondientes. El chico y su papá se presentaron en la Ayudantía Fiscal de Verónica y también presentaron la denuncia correspondiente, ampliando declaraciones.
En el año 2019 Consejo de Control Ciudadano para la Prevención de la Violencia Institucional asesoró y acompañó junto con la Comisión provincial por la Memoria 12 casos de abusos policiales. En lo que va del 2020 se registraron 3 casos.
Hoy, aún una Verónica más despierta en cuestiones vinculadas a políticas de Derechos Humanos, la realidad que se vive en las calles no se aleja de tantos otros barrios de nuestro país respecto a los abusos policiales. Desde diferentes espacios que trabajan con niñez y adolescencia en el distrito, ya venían viendo con preocupación las situaciones de detenciones irregulares a nivel local y regional. Preocupa la exposición de los jóvenes en las redes, el señalamiento social que se genera y la justificación de muchos de prácticas ilegales.
En el distrito de Punta Indio funciona desde el año 2015 el primer Consejo de Control Ciudadano para la Prevención de la Violencia Institucional, como parte integrante del Sistema Nacional de Prevención de la Tortura establecido por ley 26.827, espacio desde donde se acompañan y registran casos de violencia policial. En el año 2019 el consejo asesoró y acompaño en conjunto con la Comisión provincial por la Memoria 12 casos de abusos policiales. En lo que va del 2020 se registraron 3 casos.
También observan con atención la sanción y apartamiento de sus funciones a los miembros de las fuerzas de seguridad que, tal como lo mostraron videos que se viralizaron en las redes sociales, cometieron abusos contra jóvenes que habían incumplido con la cuarentena obligatoria. En La Plata hubo varios casos de violencia policial en este contexto, de tal gravedad que atemorizan. En Altos de San Lorenzo, a un joven que estaba en su vereda fumando lo persiguieron, le pegaron, le dispararon con balas de goma, golpearon a la familia y finalmente lo detuvieron junto a su hermano menor.
Otro de los hechos tuvo lugar en la villa 1.11.14, cuando tres gendarmes hicieron caminar en cuclillas y con las manos en la nuca a dos personas que no habrían cumplido con la normativa. Otro hecho, en Isidro Casanova donde policías obligaron a un grupo de jóvenes a realizar acciones propias del denominado “baile”, como una especie de castigo.
Mientras la pandemia siga en pie, habrá que estar bien despiertos, para que, más que nunca, ni el “olfato”, ni la impunidad de algunos uniformados afecte la integridad física de quienes violen la cuarentena obligatoria, que deberán ser penados acorde a la ley.