Nota principal: Revistas culturales contra viento y marea. Malabaristas
Con 50 años en el periodismo y más de 20 editando Kiné, Juliá Pomiés enumera los problemas del sector: “Primero, la distribución. Segundo, la distribución. Tercero, la distribución… Creo que hay mucha creatividad y mucha heterogeneidad. La dificultad es poner en contacto a la gente que está haciendo cosas lindas, interesantes, valiosas y corajudas, y también feas pero distintas, y de todo, con la gente que quiere leer. Que la hay. Es muy difícil encontrar ese punto donde se van a encontrar”.
De las 322 publicaciones integrantes de AReCIA, sólo el 20% se distribuyen a través del circuito “legal”. Otro 20% llega a los kioscos pero con acuerdos informales.
Por sus dimensiones y su impacto en fuentes de trabajo, el caso porteño es paradigmático. Y la foto actual es la de un sistema completamente en crisis. Según un estudio realizado por el Ministerio de Trabajo, sólo el 12% de los kiosqueros de la Capital alcanza a obtener un ingreso de entre $11.000 y $13.000. La mayoría no supera los $4.500 mensuales.
“El canal de distribución tradicional, el de los kioscos, estaba pensado para un mercado muchísimo más grande en el que Clarín los domingos vendía un millón de ejemplares: ahora vende 300.000 —explica la directora de Barcelona, una de las revistas independientes más amenazadas por el problema—. Por otro lado, merced a la presión sindical, lo que se llama recorridos, que son los encargados de distribuir las revistas a los kioscos, tuvieron que blanquear a su personal bajo el esquema de camioneros, con costos mucho más altos. Por otro lado, los grandes diarios están pagando un porcentaje muchísimo menor que nosotros al sistema. Todo eso, sumado a la baja de la venta, hace que estemos en una situación de colapso financiero absoluto”.
Otro problema: “Hay medios gráficos que viven de la publicidad, privada y oficial, que lo único que hacen es saturar el mercado con medios que no venden, que no tienen lectores. Le reclaman al sistema un trabajo de ir y venir. Un camión que lleva cien revistas y trae de vuelta cien revistas. El editor no paga un peso y los distribuidores hacen todo el laburo igual. Todo eso hace que todo esté a punto de explotar”. En una de las reuniones realizadas en el Ministerio, los distribuidores increparon al representante del grupo Televisa: “Hace diez años que estamos sacando a pasear el cadáver de Para Ti”.
Frente a esa situación, los “recorridos” decidieron unilateralmente cobrar ya no sólo por ejemplar vendido, sino también por ejemplares devueltos. “Algo que no pasó nunca en la vida —explica Beck, y reconoce el riesgo para las revistas independientes—: Nosotros somos de los menos beneficiados porque si nos cobran por ejemplar devuelto nos destrozan. Hoy nos están exigiendo deudas de años anteriores que no podemos convalidar porque no formamos parte de la decisión”.
Al fin de cuentas, el colapso inclina la balanza a favor de las corporaciones. “Los recorridos y los puntos de venta tienen grandes deudas con los grandes medios —dice Beck— y entonces Clarín empieza a comprarlos. Esto es ilegal y difícil de probar, pero que está ocurriendo. Eso concentra mucho más el mercado y deja afuera a las publicaciones que no tienen espalda para bancar los costos financieros”.
Acuña, de Mu, redondea: “En los últimos años cerraron más de 1.000 kioscos y hay otros 1.000 en condiciones alarmantes. Estamos hablando de puestos de trabajo que corren peligro por las extorsiones de la corporación. En las reuniones que mantuvimos, los representantes de canillitas y la Sociedad de Distribuidores fueron claros: vienen por nosotros y por ustedes, porque se quieren quedar con todo”.