Un centenar de flores de papel rojo clavadas en el pasto de la rambla de 21 y 53 rodeaban la inscripción: “A pesar de la ausencia de su mano hábil, como un canto a la vida, en el jardín de su casa siguen creciendo las flores”. La frase llevaba la firma de un amigo de La Pulseada, Gonzalo Leónidas Chaves, y hacía referencia a su padre Horacio Irineo, militante peronista asesinado por la Triple A en agosto de 1974.
En una pared de esa misma esquina ahora hay un mural con su rostro y, en frente, el cartel azul y blanco que indica las calles lleva su nombre: Horacio Irineo Chávez. Así se llama la avenida 53 en el tramo que va de20 a23. “Para que los platenses tengan presente su historia y sepan quiénes fueron los héroes de la patria”, dice alguien desde el escenario, allí donde el sacerdote Rubén Capitanio, que viajó desde Neuquén para participar de la ceremonia, dirá luego que Chaves le enseñó el sentido profundo de la palabra compañero: “aquel que te ayuda a vivir”.
Decenas de vecinos se acercaron en la tarde del sábado con el mate a compartir las actividades. Algunos nunca habían escuchado su nombre. Otros recuerdan a Horacio como aquel nacido en 1908 que vivió en el barrio; como el suboficial del Regimiento 7 de Infantería; como el secretario general del PJ de La Plata; como el padre de once hijos; como un compañero.
“Horacio no era un dirigente, era un servigente: Un servidor de la gente. No dirigía, acompañaba. Te ayudaba a vivir con ideales. Era un militante por la vida, que luchaba por la vida de los demás, sobre todo de los excluidos”, siguió Capitanio. Después, otro de sus hijos destacó que fue “el hombre que nos enseñó la cultura y la historia”.
Los recuerdos siguieron pasando en la voz de distintas personas en las que aún vive Horacio. Al llegar la noche, la Orkesta Popular San Bomba cerró la celebración con música. Con la alegría que tienen a veces los actos de justicia.