Nota principal: ¡Hasta la victoria de la ternura, Alejo!
Escribe Graciela Daleo, militante de Montoneros, sobreviviente de la última dictadura, integrante del Colectivo de Teología de la Liberación Pichi Meisegeier.
Luminoso. Iluminador. Así puedo retratar a Alejo. Allí donde él estaba yo tenía la certeza de que había que estar. En tantos territorios: político, social, de encuentro, de amistad y compañerismo; en una dimensión para la que aún no encuentro palabras justas, pero que podría insinuar como espiritualidad. En la búsqueda de la revolución que nos libere del capitalismo y la pasividad.
Las mías me resultan insuficientes, convencionales, pobres. Por eso elijo palabras de poetas para hablar de Alejo y de lo que sembró. Leyendo textos de Maximiliano Coria, del Espacio de Jóvenes que coordinó Alejo, tomo estas líneas:
“Queridos compañeros, es extenso el camino de mis pasos / Hasta el sueño y las visiones…”.
“Nosotros, / los hijos del desamparo. / Sembremos la esperanza para que permanezcan felices nuestros hijos. / Plantémosla, / ella crecerá con el soplo del viento y las secuelas del diluvio. / Ella… / Diamante del tiempo. / Rosa divina que escasea”.
“Seguiré nadando en aguas callejeras, / las mismas que han sido mi bendita facultad”.
Años atrás me mandó un poema de Gabriel Celaya. De allí recorto.
“Poesía para el pobre, poesía necesaria / como el pan de cada día, / como el aire que exigimos trece veces por minuto, / para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica…
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. / Hago mías las faltas. /-Siento en mí a cuantos sufren / y canto respirando”.
Juli, su compañera de vida, de lucha y de proyectos, eligió unas líneas de Juan Gelman para señalar su memoria en tierra cordobesa. Tal vez en ellas se resuma otro de los profundos legados de Alejo: “Conservarán mi dulce creencia en la ternura”.