Hay medios que condenan y ponen rótulos. “La banda de los nenes atemoriza a La Plata”, titulaba el diario El Día sobre un grupo de chicos que comete delitos y consumen drogas. También existe un periodismo que indaga sin prejuicios, recorre el territorio y habla con todos los protagonistas, incluso a los que nadie escucha.
Son chicos de distintos barrios de la periferia. Tienen entre 10 y 17 años y algunos viven en la calle. Pocos son amigos entre sí, pero se encuentran a la noche en la zona de Plaza Matheu. Socializan drogas y delitos. “La banda de los nenes es un invento de la gorra y los diarios”, asegura uno de ellos. Los vecinos se asocian para pedir soluciones. La mayoría quiere que los encierren, pero hay quienes ven a los pibes como lo que son: víctimas de una sociedad que los ha marginado, que no los ayuda ni comprende y que sólo recibe del Estado piñas y maltrato policial.
“Un niño de 10 años se refriega la nariz enchastrada de cocaína”, es una de las frases que forma parte de la nota “Quién es quién en la Zona Roja de La Plata: múltiples factores de la inseguridad” realizada por Mariana Sidoti y Eliana Wilde y publicada en el portal Info Blanco sobre Negro (www.infoblancosobrenegro.com).
En La Pulseada Radio, Damián Lambusta y Martín Luna entrevistaron a Mariana Sidoti que también milita en La Olla Popular de Plaza San Martín.
Mariana Sidoti: -En el diario El Día veníamos leyendo muy seguido notas referidas a “la banda de los nenes” donde estaban presentes sólo la versión vecinal y policial. Por supuesto que el diario El Día no se acercó jamás a hablar con los pibes, con los protagonistas de estos hechos, ni siquiera resguardando sus identidades. Como periodistas y como militantes nos interesó hacer un retrato más amplio de lo que estaba sucediendo. La idea era hablar con todos pero fundamentalmente darle la voz de los pibes a los que nunca nadie les fue a preguntar nada. Nos encontramos con muchas cosas. Por ejemplo, los servicios de calle tienen muchas cosas para decir pero no las pueden decir porque la Policía no le puede dar información a la prensa porque si no les hacen un sumario. Aún así fuimos a preguntar al CPC (Comando de Prevención Comunitaria), Policía Local, a la Comisaría Novena que tiene esa zona a cargo. No conseguimos declaraciones de ningún comisario o subcomisario. Fueron puras negativas. En cuanto a los pibes, nos encontramos con una realidad de abandono. Ellos están todas las noches ahí. Hay chicos de todas las edades y hay pibes que van con la familia. Lo que más nos sorprendió es la movida de drogas que hay a la noche y la total impunidad con que se realiza frente a la Policía. La Policía es bien consciente de lo que sucede y aunque a nosotras por supuesto que nos dijeron que estaban buscando quiénes son los responsables de venderlas, hace cuatro años que está el problema de la cocaína en el barrio y la realidad es que nunca se ha encontrado a nadie.
Damián Lambusta: -Desde los medios de comunicación populares siempre decimos que los problemas no se solucionan poniendo más policías sino atacando los nudos problemáticos como el de la droga y todo el dinero que mueve el negocio del narcotráfico.
-Del lado vecinal, que mantiene diálogo con el municipio y con la Policía, no hay un reclamo fuerte de presencia estatal para estos pibes. Lo que se pide es que se los encierre… ¿Dónde los ponemos para que no jodan? ¿Cómo hacemos para que dejen de estar acá? Es el mismo reclamo que se hizo hace un par de años con las travestis. Los vecinos se conformaron en colectivo, dialogaron con la Municipalidad pero jamás con las travestis y transexuales que trabajan ahí. Al actor que molesta siempre se le niega el diálogo.
-En la nota ustedes recuperan la voz de los pibes y muestran la crueldad de la situación de un chico de 10 años que consume cocaína. Algunos lo pueden ver desde el lado del amarillismo porque eso vende pero a nosotros nos parece que son cosas que hay que contar porque son las cosas que nos duelen.
-A la hora de escribir la nota lo charlamos y nos pareció que había que ponerlo porque es una realidad innegable. Nos dolió. Ese chico no quiso hablar con nosotras y por supuesto que lo respetamos pero como él hay varios que recorren la diagonal. Lo que más nos shoqueó era pensar en quiénes le venden drogas a estos chicos. Por eso nos pareció importante contarlo.
Marín Luna: -La semana pasada entrevistamos a Esteban Rodríguez Alzueta (Ver recuadro) sobre violencia institucional. Él nos hablaba de la existencia de múltiples violencias. Y nos decía que el discurso que sale de los vecinos es el que sostiene muchas de esas violencias que viven los pibes. Los vecinos no se detienen en ningún momento a pensar en la inseguridad que viven esos pibes.
-Siempre está presente lo que se denomina “vecinocracia”, pero a nosotras nos sorprendió darnos cuenta de que no es tan homogénea esa visión que, por supuesto, existe y está más que presente pero por suerte hay muchos vecinos que asisten a las asambleas y en las asambleas se da el debate. El tema es que por supuesto las violencias se dan en todos los aspectos y se dan de manera verticalista, de arriba hacia abajo, en el trato que reciben los pibes de la policía que es violento, muy violento. Es una lógica a la cual los dos actores están acostumbrados: los pibes y la policía. Los pibes dicen “la gorra nos golpea” pero lo dicen con naturalidad porque lo viven todas las noches. Al mismo tiempo hay peleas entre los pibes. Peleas graves entre ellos y algún tranza o alguna chica trans que vende. Se pelean, se golpean y esas son violencias que tampoco la Policía estaría regulando. Es muy complejo. Es cierto que hay violencias que van desde todos lados y hay una realidad concreta: los vecinos lo único que logran con los reclamos es que corran a los chicos.
Damián: -Correr el problema de lugar pero no solucionarlo…
-Exactamente. Con las travestis pasó lo mismo. Se pedía que las corrieran para el bosque. Mover el problema siempre va a generar el mismo problema.
-¿Creés que la situación se ha agravado? ¿Desde cuándo ven este nivel de violencia?
-En el barrio hay cada vez más presencia policial pero el problema se agrava cada vez más. Antes de decidirnos a hacer esta nota, pasé una noche por la plaza en donde están los chicos y en media hora conté cuatro movidas de cocaína diferentes, es decir cuatro tranzas distintos que fueron y vinieron o que los chicos fueron a buscar. ¡Es alarmante! Los policías te dicen que no saben qué hacer con los chicos…
Damián: -Si uno ve la movida y la Policía supuestamente no la ve… En la nota se hace mención del cambio del pibe que inhala Poxi a este consumo de ahora. En su momento denunciamos que a los pibes les vendían Poxi como si fuera helado porque lo sacaban del tarro con una cuchara y lo ponían en una bolsita. El poder de la policía y el poder político no accionaba pero la prueba estaba a la vista de todos…
-Totalmente. Ahora la dosis es en bolsitas de 100 pesos que no me quiero imaginar si es cocaína u otra cosa porque la dosis de cocaína está mucho más cara. El problema sigue siendo el mismo: mientras nosotros estábamos caminando con un grupo de chicos uno de ellos fue a comprar y había un patrullero en la esquina. El tema es que el verdadero foco del problema parece estar tan escondido y nadie pareciera poder encontrarlo. Eso es lo que nos resulta tan difícil de comprender. Después de eso los pibes nos contaron millones de situaciones violentas respecto de la policía: golpes, patadas… A uno de los chicos, que tiene 14 años, lo levantaron hace una semana en una combi blanca y lo devolvieron a los dos días. No se sabe quién fue… Esos pibes están sometidos al desamparo total. Total. Niñez y Adolescencia no sabemos dónde está. El CAT (ex-CAT Parador Juvenil, Diag. 73 entre 115 y 116) no tiene lugar y es meramente una medida de abrigo así que no se puede esperar mucho de esas soluciones más bien precarias. Y lamentablemente este tema es tratado por los medios como hace cinco, seis o siete años.
Fin de la entrevista. “¡Besote!”, dice fuerte Marcelito Santillán como despedida y tal vez como forma de hacer presente la consigna de Carlitos Cajade y de Alberto Morlachetti: “Con ternura venceremos”.
Violencias
Esteban Rodríguez Alzueta es docente e investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y autor del libro “Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno”. En diálogo con La Pulseada Radio dejó algunos conceptos que resumimos a continuación:
- “La violencia policial hay que verla al lado de otras violencias: no hay violencia policial sin violencia judicial, sin violencia penitenciaria…”.
- “La violencia policial no es parte de una política pública. No estamos frente a una práctica que emule el terrorismo de Estado de la última dictadura”.
- “No hay brutalidad policial sin prejuicio social: los estigmas que destila la sociedad civil en general crean condiciones que van habilitando y legitimando la violencia policial. La violencia policial no cae del cielo sino que es un emergente social”.
- “Uno podría decir que si no hay gatillo fácil hay linchamiento social”.
- “El problema es complejo y no basta con reformar la Policía. Hay que intervenir sobre ese imaginario social que es un insumo para las pasiones punitivas a través de los cuales se van destilando esas palabras filosas que tienen la capacidad de herir, de estigmatizar, de ir legitimando a la policía para que actúe de esa manera y no de otra”.
- “Cuando hablamos de violencia policial tendemos a reducirlo al gatillo fácil, a la desaparición forzada de personas o a la tortura, pero la violencia policial también tiene que ver con otras prácticas. No hay gatillo fácil sin detenciones sistemáticas por averiguación de identidad, sin cacheos humillantes en la vía pública, sin verdugueos, sin traslados y paseos en los patrulleros, sin demoras en las comisarías… Todas estas prácticas muchas veces se encuentran naturalizadas en los propios actores que suelen ser objeto de estas rutinas y van creando condiciones para la brutalidad policial”.
1 commentsOn Pibes en banda
Muy buen articulo. Gracias