En un clima de denuncias cruzadas entre los principales candidatos, los paraguayos votarán mañana. El escenario quedó polarizado entre colorados y liberales, dos expresiones antagónicas al campo progresista. Se espera un resultado ajustado. Pero en las calles la cotidianidad pesa más que la efervescencia electoral.
Por María Laura D’Amico y Cristian R. Lora / Desde Asunción. Especial para La Pulseada
Faltan horas para las elecciones presidenciales en Paraguay, que buscan devolver el orden democrático tras el golpe parlamentario que derrocó a Fernando Lugo a mediados del año pasado. El escenario no muestra un único favorito y por estas horas en la capital del país la preocupación de intelectuales y funcionarios del Tribunal de Justicia electoral pasa por la posibilidad de que el candidato que resulte derrotado no lo reconozca.
“La primera pregunta que podemos hacernos acá es si las elecciones dan como ganador a alguien por menos del 3%, ¿qué escenario vamos a tener? ¿Va a aceptar el adversario perdedor? Yo creo que no. Desde el punto de vista electoral, creo que vamos a tener una situación similar a la de Venezuela. En lo social, no sé”, dijo a La Pulseada Horacio Pecci, periodista e intelectual paraguayo.
Según el diario ABC, desde el Tribunal Superior de Justicia Electoral advirtieron que si el domingo se da una diferencia menor de 5 puntos (unos 120 mil votos) es muy probable que abunden los pedidos de impugnación de actas. En tanto, según dijo el jefe de la misión de Unasur, Salomón Lerner, a la Agencia EFE, fue advertido de que posibles resultados ajustados podrían determinar el no reconocimiento del triunfo por parte de los candidatos más importantes.
¿Quiénes son los hombres que se disputan la presidencia?
Horacio Cartes pasó en pocos años de ser un popular dirigente deportivo y acaudalado empresario a convertirse en la persona capaz de llevar a la Asociación Nacional Republicana (ARN, conocida como Partido Colorado) nuevamente al poder. Sobre él llueven denuncias de todo tipo y el propio Parlamento brasileño lo investiga por contrabando de cigarrillos. Efraín Alegre cercano a la Iglesia católica, supo encontrar más tarde un lugar en el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Fue ministro de Obras Públicas durante los primeros años de Lugo en el poder (en el marco de la alianza que llevó al ex obispo a la presidencia). Sobre esa gestión le pesa una investigación por perjuicio al Estado.
El escenario es complejo. El Colorado lideró las encuestas hasta hace pocos días. Sin embargo, los últimos sondeos mostraron un acercamiento del Partido Liberal, la fuerza política del actual presidente de facto, Federico Franco. La explicación para ese aumento en las mediciones se plasma en una alianza entre los liberales y la fuerza del fallecido Lino Oviedo. Según trabajos de opinión pública, ese pacto estaría proporcionando a los liberales los votos para alcanzar a los colorados.
En las últimas horas, un grupo de liberales disidentes presentó una denuncia contra el candidato del PLRA Efraín Alegre, por lesión de confianza y estafa en un desembolso de un millón de dólares realizado durante su gestión. En tanto, la Juventud Democrática Paraguaya denunció al candidato colorado, Horacio Cartes, por vinculaciones con el narcotráfico, contrabando, evasión de divisas, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero.
Apoyo y expectativas
Tras el derrocamiento de Lugo, las fuerzas progresistas se fragmentaron en múltiples partidos entre los que se encuentran la concertación Avanza País, que lleva como candidato a Mario Ferreiro; Patria Querida, que postula a Miguel Carrilloza, el Frente Guasu, con Aníbal Carrillo a la cabeza; y el Movimiento feminista socialista, Kuña Pyrenda, que tiene como candidata a Lilian Soto.
En tanto, el Partido Demócrata Cristiano, un armado que fue parte del Frente Guasu y ahora integra Avanza País, llamó días atrás a votar al candidato a presidente de los liberales con el objetivo de evitar el retorno del partido colorado al poder. “Ellos optaron por el mal menor y ese era Alegre”, explicó a esta revista Pecci, y agregó: “En un país tan pequeño donde es tan fácil ser afectado por los poderosos eso fue un gesto muy valiente”.
“La izquierda es la que capitaliza de manera visible al mundo intelectual o artístico, tanto Avanza País como el Frente Guasu. Ese es un rasgo muy valioso porque el que tiene esa capacidad de aglutinar a gente pensante tiene mayores posibilidades de hacer una política cercana a las necesidades de la gente. Es lo que pasó con el gobierno de Lugo. Y esa es una diferencia que la gente extraña mucho”, aseguró el periodista.
“Después del golpe del 22 de junio —continúa Pecci— volvió a subir esa especie de desesperanza de gente que te dice ‘yo no quiero que mi hijo se quede acá, estoy tramitando para que se vaya a Argentina’, o ‘quiero conseguirle una beca para que se vaya a España’”. Es una sensación de desesperanza que habla de que la clase política sigue estando muy por debajo de las expectativas de la ciudadanía. La imagen es que damos un paso adelante y varios pasos hacia atrás”, explicó Pecci.
En las calles de Asunción los días previos a la elección no parecen alterar la rutina de una ciudad habitualmente tranquila. Algunas camionetas con las caras de los principales candidatos se pasean por la enorme capital haciendo sonar sus bocinas, pero no alcanzan a alterar el tránsito. La gente prioriza sus preocupaciones cotidianas. El lugar más visible de la agenda electoral es la tapa de los diarios.
La esperanza de un cambio que venga de la política vuelve a resurgir al pensar a futuro. La idea que expresan las agrupaciones minoritarias es poder llegar a las elecciones de 2018 con una izquierda más fortalecida, con más base social de la que incluso tenía el gobierno de Lugo y con una estructura política un poco más articulada.