Nota principal: Los responsables de los chicos responsables
En la mesa de entradas del juzgado de RPJ Nº 1 de La Plata hay un adorno hecho con rollitos papel apilados geométrica, laboriosamente. Lo hizo un chico para regalárselo a Blanca Lasca, que lo había condenado a ocho años de privación de la libertad.
“El vínculo con ellos es mágico porque los adolescentes tienen carencias de muchos afectos y para ellos, tanto antes como ahora, aunque quizá ahora se desdibuja más, el juez es el que les va a garantizar los derechos —describe—. Ellos están encerrados y hay alguien que los trata mal, que no se apiada de sus situaciones, y ellos saben que el juez va a estar para, de alguna manera, les toque lo que les toque, protegerlos”. Es común que los chicos le manden regalos, cuenta.
“Antes era mucho más fuerte —continúa—, porque el chico venía acá, charlaba, le decías ‘no te metas en esto, no te metas en lo otro, cualquier cosa llamame, o llamaban directamente acá. Yo los conocía, había una relación de tuteo y acercamiento físico, de darles un beso al ingresar y otro a la salida. Hoy está más formalizado y supuestamente ellos tienen que ver al juez como alguien imparcial que va a definir qué pasó. Entonces este juez no puede acercarse. Para mí no tiene nada que ver una cosa con la otra entonces lo sigo haciendo, y me critican, pero para mí los resultados han sido positivos. Ahora tenemos menos contacto con ellos y es bastante jorobado. Llega un chico y no lo conozco. No sé su historia. No sé su familia. No sé por qué cayó en eso. Tengo que juzgar por la causa. Y eso está muy bueno, es fundamental que tengan todos los derechos, pero no se puede trabajar con ellos en la parte de responsabilidad. Yo no puedo y es una de las críticas que tengo para el sistema. Es imposible. No hay tiempo…”.