El 22 de octubre de 2005, la muerte de Carlitos Cajade impactó de lleno en la redacción La Pulseada. Asumir la pérdida del fundador, transitar el duelo y encarar el trabajo con el dolor a cuestas y sin su guía, marcaron aquellas semanas en las que había que decidir cómo seguir. La decisión inmediata fue la cancelación de la edición de noviembre que a esa altura del mes ya estaba en imprenta y repensar un número especial que sirviera como homenaje y a la vez transmitiera lo que representaba la figura del cura.
«Aquel número fue el reflejo de lo que podíamos hacer en ese momento y bajo esas circunstancia» recuerda hoy, 15 años después, el secretario de redacción de entonces Carlos Sahade. Una reunión en el local terminó de redondear la decisión: los números de noviembre y diciembre se juntarían en uno solo y sus páginas, más numerosas que de costumbre, serían enteramente dedicado a Cajade.
Editores y redactores se repartieron las tareas detrás de un objetivo: perfilar las múltiples aristas que conviven en la figura aún vigente del sacerdote que se hizo conocido por ser el fundador de un hogar para pibes de la calle pero que con los años se convirtió en una referencia nacional por su militancia social y política, por sus posicionamiento respecto de la niñez y por el rol que asumió dentro de la iglesia como defensor de la opción por los pobres.
«Padre nuestro» fue el título elegido para acompañar un retrato clásico de Cajade en la portada. Una mirada conocida para cualquiera que se hubiera sentado a conversar con él durante cinco minutos. El rostro amable, su mirada tanquilizadora, sus manos dispuestas y la palabra justa con su voz suave que casi puede escucharse. Y un fondo en el que se adivinan la casitas construidas en el terreno de Barrio Aeropuerto, donde aún pelean a diario los educadores del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable.
«Elegir la tapa fue muy difícil, como lo fue todo en ese momento. Había otras opciones pero creo que terminó siendo la más representativa, para la mayoría de los lectores pero también para nosotros», dice Sahade desde la distancia que pusieron los años.
Aquel número, gestado en la urgencia y la tristeza, resultó de colección y 15 años después vuelve a ser fuente de consulta para reconocer al cura, al hombre, al amigo, al militante, al amante del fútbol, al apasionados por la pesca, al compañero, al luchador por los derechos humanos.
* Una breve e intensa crónica con una hermosa foto dieron cuenta de la emoción con la que una marea de hombres y mujeres, jóvenes y niños y niñas, despidieron al «Buen pastor». «Están los amigos, los que lo conocían mucho, poquito o nada», dice en un tramo.
* El testimonio de quienes conocieron al Cajade emprendedor y contaron sus experiencias. En Grafitos, en la panadería, en las Casas de los Bebés y los Niños, en los comedores, en Chispita. Voces de quienes hoy siguen poniendo el cuerpo para salvar a cientos de chicos.
* Los egresados de la Casa de los Niños se rieron con las anécdotas del cura, reflexionan sobre lo que significó para sus vidas y recuerdan que fueron parte de las primeras familias a las que Carlitos ayudó en Villa Elvira.
* Los pasos que llevaron a Cajade a convertirse en sacerdote, el perfil que eligió para llevar adelante su tarea como cura y el testimonio de quienes caminaron junto él en esa lucha aparecen delinean su perfil religioso y argumentan su decisión de permanecer en la Iglesia.
* El perfil militante se profundiza en un texto sobre la trayectoria en la CTA o su protagonismo en la creación del Movimiento de los Chicos del Pueblo, con una referencia directa a un episodio que se integró al anecdotario clásico sobre la relación del cura con la revista.
* Los editoriales de Carlitos fueron el canal para sus reflexiones, más contundentes cuanto más simples, libres de eufemismos, profundas y comprometidas. En esta nota, un repaso que sigue el orden del alfabeto por esas palabras que merecen continuar resonando en nuestros oídos.
* Unos de los hermanos del cura escribió en 2004 un cuento ambientado en una de tantas excursiones de pesca que los Cajade realizaban especialmente en su juventud. Un mes después de la muerte de Carlitos, en noviembre de 2005, compartió parte de aquel texto, en el número especial de La Pulseada.
* Graciela y sus hijos David, Ayelén, Emanuel vendían la revista en el momento de la muerte de Carlitos Cajade. En el número especial de noviembre de 2005 daban cuenta de lo que el cura y su decisión de crear La Pulseada significó para su vida.
* Los amores futboleros de Cajade fueron abordados en esta nota publicada en La Pulseada Nº 36. Su pasión por Estudiantes y por Cambaceres, pero también la mano echada a Gimnasia, cuando pidió por su salvación del descenso.
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