Nota principal: El malestar en la Cultura
Oscar Jalil −director del centro cultural Malvinas durante la gestión de Iván Maidana y el primer tramo de la de José Cipollone− analiza el sentido de la política cultural actual. Habla de “tinellización”, “instantaneidad”, de la idoneidad y del rol del Estado.
“Me parece que no hay un plan de gestión cultural, desde el vamos, donde se analice qué queremos mostrar y de qué manera. Se va improvisando sobre la marcha. Creo que ésa es la gran diferencia con Rosario —arranca Oscar Jalil ante la pregunta de La Pulseada para comparar La Plata con el empuje cultural y estético que es una marca en esa ciudad santafesina—.Y sobre todo, que al frente de Cultura de Rosario hay gente que viene del palo del arte, no un empresario”.
“Capaz que sos un empresario y tu gestión es buenísima, pero por lo que se exhibe está claro que es la cultura de la tinellización la que importa”, analiza Jalil: “Funciona con la instantaneidad y la foto de sociales del diario, de ver cuánta gente metés. Y eso se diluye en un instante: no estás construyendo un plan cultural a futuro, donde sabés que un pibe que está terminando la carrera de pintura en Bellas Artes dice ‘yo en dos o tres años quiero presentarme en el Malvinas porque se están presentando cosas buenas’. Un incentivo. Un lugar a llegar. Hay mucha gente que pinta vocacionalmente pero puede decorar un bar u otro lugar. Andá a Proa, al Malba, a otros espacios (de la Ciudad de Buenos Aires), y hay un criterio de recepción de obras y de selección”.
La identidad de los espacios y la idoneidad de sus gestores es una de las claves de una gestión de buena calidad en cualquier ámbito. “Si el tipo que está al frente de un lugar no tiene criterio para seleccionar no es idóneo en su función. Y si no está él capacitado puede tener a alguien capacitado. ¡Hay mil posgrados de gestión cultural! Mandá a tus cuatro directores a que estén más metidos en el tema…”.
“Creo que el Estado no cumple con su función. Pero es tal la ebullición artística en La Plata que termina canalizándose por otros lados, como La Grieta y un montón de lugares independientes de teatro que van tapando eso”, dice Jalil. Además, muchas cosas funcionan hace años en salas del Estado pero casi sin apoyo, empujadas por gente idónea. Pasa con los singulares ciclos y festivales de cine y música Festi Freak, Freak Show, Fesaalp, Ciudad Alterna, prestigiosos dentro y fuera de la ciudad. “La gente dice ‘en La Plata hay ese tipo de movidas’. Pero cuando movés un poco la estantería te das cuenta de que es el esfuerzo de tres o cuatro tipos que todos los años tienen que justificar ante las autoridades por qué quieren seguir haciendo eso —marca Jalil—. ¡Parece que fuera una molestia! Tenés que salir a explicarle al Estado por qué está bueno que te cedan el espacio. Es una locura. Habla de cómo están las cosas”.
Pero una anécdota de otra época demuestra que no es un defecto de esta gestión: “En la última etapa de la gestión de Julio Alak, con Juan Pablo Ferrer tuvimos que terminar pagando flete, todo, para algo que había sido un éxito total, con bandas, todo, en medio de eso le planteo medio caliente a quien entonces era la Directora de Cultura que así no se podía y me dice algo así como ‘bueno, con el esfuerzo vale más’. Le contesté que estaba completamente loca”.
Jalil concluye planteando que “hay del otro lado mucha pasividad. Hasta las propias bandas de rock. Vos les das un escenario, un espacio, y pierden totalmente su dignidad. Y así en muchos otros géneros o disciplinas. Es muy voluntarista, pero sería interesante que se reunieran pintores de La Plata, discutan esto y lo planteen al municipio: che, queremos un lugar donde nos sintamos orgullosos de exponer nosotros y traer gente de afuera. Donde la gente de Bellas Artes pueda inspirarse y ver hacia dónde va la pintura, dónde está. Hay mucha hipocresía. Que estos tipos estén ocupando estos lugares no es casual. No es por generación espontánea. Tiene que ver con esos tejes y manejes de los cuales a veces participan muchos artistas y directores”.