Los Nuñez y Ruiz Guiñazú
Los Años Luz
Para los desprevenidos, vale la aclaración: estos Nuñez no son los salteños Pepe y Gerardo. Se trata de los hermanos misioneros que el Chango Spasiuk convocó hace unos años para su ensamble. Curtidos familiarmente en los fatos de la música del Litoral, Juan (bandoneón) y Marcos (guitarra) se incorporaron al grupo de Spasiuk y trabaron una empatía mágica con su percusionista, el Chacho Ruiz Guiñazú. Un mendocino de espíritu inquieto y ojos azules, seducido por la raíz africana de instrumentos como el udu y el berimbau. Entre los tres brotó una música y, naturalmente, decidieron lanzarse como trío con el disco Tierra de agua (2007). Para nuestra fortuna, acaba de salir el segundo y su título es tan rústico como elocuente: Chamamé. Un corte transversal de esa música mesopotámica que funciona tanto espacial como temporalmente. Primero, porque desdibuja las fronteras políticas en favor de una sensibilidad regional y se mete con la galopa paraguaya y hasta con un baion de Hermeto Pascoal. Luego, porque toca con la misma convicción la música de los habitantes originarios, la de los inmigrantes ucranianos asentados en la región (schotis) y también el fruto de sus hijos acriollados (chamamé). El repertorio trenza las composiciones originales con algunas piezas de Isaco Abitbol, Raúl Barboza y Ramón Ayala. Camarística pero plena de hervor folklórico, la interpretación alcanza el orden de lo poético. Un placer que fluye río arriba.
Martín E. Graziano