Desde hace un año y medio Juan Francisco Manitta recorre ministerios y dependencias oficiales ofreciendo La Pulseada. Dice que es una militancia y lo compara con escribir sus poesías y leerlas en la radio del Olga Vázquez. También compone canciones y acaba de publicar su primer libro de cuentos.
Texto Pablo Spinelli
Fotos Luis Ferraris
Un mes cualquiera, la semana después de que La Pulseada llega desde la imprenta, Juan Francisco Manitta ya la leyó toda y empieza su caminata por las oficinas, para venderla. Algunas notas le gustan más que otras pero tiene letra de todas por si algún posible comprador le pregunta. Trata de que no sea rutina aunque el tiempo –trabaja con la revista hace un año y medio– le proveyó de algunas mañas que repite. La principal es mandarse y frenar sólo cuando le bajan la barrera. Suelen echarlo, pero no se achica; podría decirse lo contrario. “Siento que es una manera de militar, yo sigo adelante porque sé que la causa que estoy apoyando es una causa genuina”, dice y sonríe con una mueca transparente.
Es la misma expresión con la que remata la explicación del título de su primer libro de cuentos. Manitta tiene 27 años y escribe desde los 10, cuando un problema en la vista lo sacó del potrero en el que se la pasaba jugando a la pelota con amigos. Arrancó con poemas y canciones que llevó a la guitarra, y siguió con relatos que fue perfeccionando en talleres y seminarios.
Ahora, con “Cuentos para leer con rímel” (ése es el título del libro) se siente realizado. También a eso lo vive como un acto de militancia, como cuando va a la radio del Centro Social y Cultural Olga Vázquez a leer sus poemas. Y va por más: ya tiene en mente el segundo libro, es parte de una banda de rock que se llama “Monocreador y los observadores de la antena”, y quiere seguir abriendo caminos para que La Pulseada llegue a más gente.
-¿Conocías la revista desde antes?
-Mi viejo la compraba, por eso la había leído. Pero además sabía que circulaba en distintos lugares. Lo que nunca imagine es que iba a terminar vendiéndola.
-¿Y cómo ocurrió?
-Era una época en la que estaba buscando trabajo. Un día iba caminando para lo de mi papá, que vivía en 24 entre 59 y 60, y pasé por el local de 59. Justo estaba Magdalena (Alberti, una de las encargadas de la distribución) y le pregunté si podía trabajar en algo de la revista, y me dijo que sí, que podía sumarme a la venta. Que podía hacer suscripciones o si no venderlas sueltas. Y empecé así, no lo dudé. Esa primera vez me llevé 30 revistas y las vendí. En ese momento salía 25 pesos y yo me quedaba con 12,50 por cada una.
Juan no recuerda cuál era la tapa aquel número, pero sí tiene presente una de las notas que le impactó. “Estaba centrada en un país en el que los chicos, desde los 10 años, ya están formados para la guerra”. Habla de “Los pequeños militantes de Kurdistan”, que escribió Federico Larsen para el número 131. “A cada uno que se la vendía le contaba esa nota”, recuerda ahora. Después cambió un poco la estrategia. “Ya empecé a preguntar directamente si quieren la revista del padre Cajade, sin explayarme. Si me preguntan explico que es una revista cultural, con noticias que no salen en los medios hegemónicos, sino que cuenta otro tipo de realidad que no aparece en otros lados”.
-Hablar de Cajade es como una puerta de entrada…
–La Pulseada es muy conocida, y eso se nota. Y sobre todo conocen al padre Cajade. Siempre me encuentro con alguien que lo conoció, o que es ahijado, o que fue bautizado por él. Y eso ayuda para venderla. “Todo sea por Cajade”, me dicen, y me la compran.
-¿Y vos lo conociste?
-No, nunca tuve la posibilidad de verlo personalmente pero sí había oído hablar mucho de él.
Relacionarse con tanta gente puede tener sinsabores. Intentar vender la revista en el Poder Judicial no resultó agradable para Manitta. “Gente muy fría”, dice sobre los que transitan los tribunales de la avenida 13. “La indiferencia o el hecho de que te corran la cara cuando te acercas para hablarles, no me gustó”. Sus puntos estratégicos son el edificio de Obras Públicas (7 entre 58 y 59), las oficinas de IOMA (46 entre 12 y 13) y en la Torre II de Plaza Moreno. El último mes en esos tres lugares vendió entre 70 y 80 ejemplares.
“Yo entro a las oficinas, a veces me echan, me dicen ‘no podés estar acá porque es Dirección’, pero ya estoy acostumbrado. Y el ‘no’ lo tengo asegurado. Entro, ofrezco la revista y si alguien me pregunta empiezo a explicar qué es o qué notas hay. Algunos me la compra directo, otros me dicen que no o que la lleve el mes siguiente.
-¿Recordás alguna nota de la que les hablaste últimamente?
-El mes pasado salió la del abrazo a la abuela Chicha (Mariani) y conté mucho sobre eso. Algunos no conocían la casa de la calle 30. O en esta última está la de “Piruetas”, sobre la situación de los centros culturales (La Pulseada Nº 144).
-¿A vos te interesan las notas que salen?
-Hay notas que me gustan más que otras, pero creo que vale la pena leerlas a todas, porque dicen algo diferente. No es como otras revistas con las que me cruzo mucho en los Ministerios. Algunas se regalan incluso, y la verdad que no suman nada.
-¿Ahí es donde te surge esta militancia de la que hablás?
-Siento que vendiendo la revista del padre Cajade le hago un favor a la humanidad porque es tan interesante y diferente a esas otras revistas. Cuenta cosas que por ahí la gente no quiere escuchar. Informa y lo hace desde un punto de vista humilde, desde una perspectiva diferente. Y ya lo que fue el padre Cajade y lo que hizo me encanta. Y me siento muy bien por poder tener un sueldo con eso y que parte de lo que yo recaudo con la venta sea destinado a la Obra. Me siento un revolucionario vendiendo la revista de Cajade. Desde que arranqué dije “qué buen trabajo que pegué”. Lo mismo me pasa cuando voy a la radio del Olga Vázquez y leo mis poesías, o cuando me sacaban en Radio Madres cantando. Me encanta ese acto de difusión.
Los caminos literarios
Cuando a los 10 años lo operaron de la vista, Juan Francisco Manitta tuvo un parte aguas en su vida. Empezó a escribir y no paró nunca. Lo hizo en su casa del barrio el Cruce y en los recreos y talleres de la Escuela 10, lo ajustó en la secundaria, cuando fue a la Media 13, y lo perfeccionó con gente que se cruzó en talleres y seminarios.
Al principio escribía en forma de canción y después un profesor de música le ayudó a pulir el modo de tocar la guitarra y a componer canciones más complejas. León Gieco siempre fue una referencia en cuanto a los temas que elegía en sus textos. “Tratar de transformar la sociedad siempre fue una inquietud”, dice.
A los 16 años, una internación en una clínica psiquiátrica durante dos semanas volvió a ubicarlo ante un “antes y después”. Después de eso empezó a escribir mucho más y también cambió la perspectiva. “Ahí aparecen otros temas como la soledad, el individualismo y el encierro”, dice.
Son los estados de ánimo que atraviesan los cinco relatos que aparecen en su primer libro “Cuentos para leer con rímel”, presentado hace algunas semanas en el centro cultural “Una movida de locos”, al que califica como muy autobiográfico.
Pero Manitta nunca abandono la poesía y las canciones. Ofrece entonces su “Zamba alúmbrame”. “Un día en mi casa, a la madrugada agarré un papel y empecé a escribir y me salió. Y al grupo de amigos que yo frecuento les encantó y me acompañan con el bombo”.
Zamba alúmbrame
Zamba alúmbrame un poco
y renuévame
soy una gota de lluvia
lamentándose al caer.
Cielo de tantas estrellas
por si acaso estás,
despidiendo aquellos sueños
que ya nunca volverán.
Despidiendo aquellos sueños
Que ya nunca volverán.
Tal vez siempre lleve
tu dulce armonía en mi voluntad.
por el mundo entero cantaré mi pena
siempre al escuchar:
el silencio de tus ojos
que me han visto llorar.
El sonido de esas aguas
rellenando tu caudal
Hace un tiempo en el camino
de la libertad
tus hojas se deslizaban
en el pedregal.
Tus hojas se deslizaban
en el pedregal.
Bombo de la noche incierta
en mi corazón.
voy a remar mi esperanza
hasta cuando saga el sol
voy a remar mi esperanza
hasta cuando saga el sol
(Cuadrito con colo diferente)
Librería donde se consigue “Cuentos para leer con rímel”
La normal libros (7 entre 55 y 56)
Atenea (Diagonal 80 y 49)
Don Cipriano (49 4 y 5)
Diagonal Libros (Diagonal 77 5 y 6