Marcha «El hambre es un crimen»: «De qué libertad nos hablan, si no podemos comer»

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La República de los Niños fue escenario de la marcha «El hambre es un crimen» de la que participaron cerca de cuatro mil pibes y pibas de organizaciones de Los Chicxs del Pueblo. El mensaje político contra la estigmatización, el pedido de una discusión de la riqueza y la reivindicación de la política como herramienta de cambio. El video de la movilización y los discursos.

Por La Pulseada

Fotos: Chicxs del Pueblo

Cerca de cuatro mil chicos, educadores y dirigentes de decenas de organizaciones enroladas en “Lxs chicxs del pueblo” protagonizaron en la República de los Niños la emocionante marcha “El hambre es un crimen”, en la que hubo un fuerte reclamo contra el desfinanciamiento de los emprendimientos que trabajan en los barrios más pobres, una fuerte reivindicación de la política como herramienta para cambiar las cosas y un elocuente pedido de acciones contra el impacto de la droga en esos territorios.

El movimiento arrancó muy temprano, durante la mañana del sábado 13 de julio, cuando los micros con los pibes y las pibas comenzaron a llegar al predio de Gonnet que fuera pensado y creado por el gobierno peronista en 1951.

“Es histórico estar en la primera marcha política de niños y niñas en la República de los Niños que Evita soñó para que los pobres supieran lo que es la democracia. En esta plaza los pibes y las pibas se hicieron escuchar y nos dijeron que el amor debe ser la moneda corriente”, dijo desde el balcón de la casa de gobierno, Quique Spinetta dirigente fundador del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo.

Sus palabras de ese día fueron respuesta anticipatoria al reclamo otros sectores de La Plata, identificados con el gobierno libertario de Javier Milei, quienes el día después de la marcha cuestionaron la actividad por su carácter político y hasta pidieron sanciones y multas contra las organizaciones y para las familias que llevaron a niños y niñas.

La voz de los pibes y las pibas

Los protagonistas de la marcha, como en cada edición de la marcha “El hambre es un crimen” fueron los pibes y las pibas y educadores que a diario sostienen el trabajo en los barrios, quienes con sus banderas identificatorias y pecheras caminaron por la República de los Niños después de las 14. Antes hubo actividades recreativas y almuerzo compartido.

La caminata, que regaló imágenes conmovedoras en medios de los edificios históricos del paseo, terminó en la plaza ubicada frente a la casa de gobierno infantil, con representantes de las distintas regiones que tomaron el micrófono para transmitir el mensaje de los miles que escuchaban abajo.

“Estamos acá para reclamar, para exigir, para levantar siempre la bandera de que el hambre es un crimen. Para reclamar empatía por las personas que lo necesitan, por la gente que tiene hambre, por los chicos que tienen hambre”, dijo Mía Morena Schonfeld.

Y después fue Silvina Lafuentes quien rápidamente emitió el mensaje político para quienes hablan del tiempo de la libertad. “De que libertad nos hablan, si no podemos comer”, sentenció. “Si no podemos comprar nada. No hay libertad sin poder comer, no hay libertad sin poder estudiar. Que les quede claro”, dijo.

“No puede ser que algunos de nosotros no podamos ir al hospital, al dentista, al médico, que los medicamentos hayan sido cortados; están jugando con nuestra salud”, dijo y se preguntó: “¿Esa es la libertad que quieren, la libertad de los que tienen plata? Hoy venimos a hacer oír nuestra voz. Callados no nos vamos a quedar”.

Fue Silvina quien planteó con crudeza el drama de la droga en los barrios. “No puede ser que nuestros barrios estén llenos de tranzas. No puede ser que en nuestros barrios se vean más las drogas que la comida”, dijo y reclamó: “Cuidemos a nuestros pibes, porque no puede ser que todos sepamos dónde están y la policía no”. “En el camino perdemos a nuestros pibes”, lamentó.

Bautista Nail González, uno de los más pequeños que se subió al balcón, se presentó como uno de los chicos del pueblo que pidió al resto: “Tenemos que resistir”, porque “el hambre es un crimen, que no se nos olvide eso”

Pero fue Axel Iván Giménez Báez el joven que retomó con una interpretación bien política del momento que atraviesan las organizaciones sociales con el gobierno nacional. “La primera respuesta que se nos ocurre es que lo que le molesta a Javier Milei es que haya pibes en los barrios que se organizan, que se comprometen”, analizó.

Y por eso reafirmó: “Los pibes y las pibas de los barrios también hacemos política, también ocupamos los espacios y vamos a seguir luchando para transformar las injusticias sociales, le guste a quien le guste. Los barrios, nuestras familias y los pibes y las pibas hacemos política”, dijo.

Pero Axel de permitió proyectar futuro y organización. “Porque si hay tantas pibas y pibes a los que no les da lo mismo lo que pasa en su barrio, ahí hay una gran certeza y es que podemos llegar a reconstruir un proyecto de país para que volvamos a ser felices, realizar nuestros sueños y proyectar nuestra vida, en un país con justicia social”.

La voz de los educadores

Manuela Mendy, educadora del Colectivo La Casa aportó su mirada sobre los debates que deben darse apuntando directamente a la distribución de la riqueza.

Ya es momento en que podamos discutir la riqueza de nuestro país, porque si no vamos seguir culpando de todos los males a la pobreza, vamos a seguir desconociéndonos con el de al lado, vamos a seguir peleándonos pobres contra pobres, trabajadoras contra trabajadoras”, dijo.

Manuela habló del desprestigio con el que se pretende atacar a las organizaciones sociales, del clima de época que busca instalar mensajes contra las minorías y el proyecto de criminalizar a chicos de 13 años: “Ante el intento de meter presos y presas a pibes y pibas de 13 años; ante el bombardeo de mensajes oficiales misóginos, machistas, homofóbicos, negacionistas; ante la ausencias de financiamiento; ante la desigualdad; nosotros acá vamos a responder con el vínculo comunitario, vamos a responder multiplicando nuestras casas y seguramente será desde abajo e invisible. Pero la potencia de esa respuesta va a ser inevitables”, dijo.

Y como conclusión, planteo los desafíos para las organizaciones. “En un momento en el que muchas cosas quedaron viejas, muchas cosas salieron mal y ya no nos representan, tenemos el desafío de poner la imaginación al servicio de la política. Y si de algo sabemos los educadores y las educadoras, los pibes y las pibas de nuestras organizaciones, es crear e inventar con lo que no hay.  No nos acostumbramos a tanto odio, vamos a seguir haciendo organización, juntando la plata para pagar las zapatillas, para parara la olla. No vamos a parar”.

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