La canción del naufragio
Juan Bautista Duizeide
Club Hem
2014
Martín Reyero lleva su vida lejos de la orilla, del lado del agua. Huye de la ciudad. Para volver al mar —“la droga más posesiva y más devoradora”— se embarca en el Caleta Leona como relevo del tercer piloto. Con un trámite sencillo se convierte en prisionero voluntario; vuelve a la vida que sabe sobrellevar. Pero su nueva casa, su mundo, es un elogio a la precariedad. Un barco ruinoso y sucio donde todo falla. Una tripulación sin remedio. Un capitán obsecuente de la empresa armadora. Y lo que es peor: joven. Dicen que un capitán joven es casi la peor plaga del mar, sólo superada por un cocinero inepto. Para colmo, teme: navega un barco maldito, condenado a la desgracia. Con ilustraciones de Fabiana Di Luca y fotografía de tapa de Leonel Arance, la novela navega en las vacilaciones de aquel piloto mientras la embarcación enfrenta su travesía más difícil, en un mar donde se perdió la cuenta de los naufragios. Entre líneas se lee un testimonio de los tiempos del menemato, cuando centenares de barcos dejaban de navegar mientras el jefe de Estado aceleraba su Ferrari importada. Esta vez desde la ficción, el autor ratifica su especialidad y predilección por los personajes e historias de navegantes (ya lo hizo en obras como Crónicas con fondo de agua…, En la orilla, Kanaka o Cuentos de navegantes). Hombres solitarios que aparentemente no tienen quién los extrañe. Historias que funcionan como combustible arriba del barco y como martirio para las efímeras relaciones en los lugares visitados pero desconocidos. Porque, como escribe Duizeide sobre el personaje de su canción, “lo único que conocía era el mar. Hasta donde el mar se deja conocer por los vivos”.
Daniel Badenes