Leila y el modelo de salud

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Carta de lectores

La Plata, 13 de Mayo de 2013

Dr. Mario Ferreyra

Director Médico

Nueva Clínica del Niño de La Plata S.A.:

Tenemos el agrado de dirigirnos a Ud. y por su intermedio a los profesionales que prestan servicio en la institución a su cargo con el fin de transmitirle nuestra opinión a partir de la experiencia vivida el 10 de mayo pasado en la Nueva Clínica del Niño. En dicha ocasión se le practicaron diferentes estudios a nuestra a hija Leila Crespo Bugnone, de dos años de edad, que requirieron de anestesia general.

En primer lugar, queremos destacar que hemos recibido por parte del personal administrativo, de enfermería y de la Dra. Luciana Guzmán un excelente trato profesional y humano que nos ayudó a transitar esa situación difícil, en particular hacer un reconocimiento especial a dicha profesional que supo contener y acompañar no sólo durante la internación sino también durante los días previos. Personalmente y sin más interés que ayudarnos, se ocupó de facilitar las gestiones necesarias –dado que residimos en la ciudad de Gualeguaychú-,  manteniendo además distintas comunicaciones con nosotros, más allá de la evaluación y el  control de Leila  previo a la realización de los estudios. Sentimos que la Dra. Guzmán compatibilizó medicina y sensibilidad, y que tanto Leila, como ella, “pusieron el cuerpo”.

Esta nota tiene una doble finalidad: por un lado, realizar un aporte que pueda facilitar a otros padres o adultos referentes de niños/as acompañarlos  durante la inducción anestésica (o al menos, tener la opción de hacerlo)  y por el otro,  que se revise la política institucional vinculada con este aspecto en particular que, entendemos, sesgó nuestro derecho como padres de ser el sostén afectivo de nuestra pequeña durante un corto lapso de tiempo previo a ser anestesiada y de ella de tenernos cerca. Para ello, también resulta necesario visibilizar  y desnaturalizar esta situación que puede ser representativa de un modelo de atención que consideramos necesario transformar, para lo cual haremos pública esta nota.

Pasamos a relatarle parte de lo vivido que representa y ejemplifica nuestro sentir: unos minutos antes de realizarse la práctica prevista, el anestesista concurrió a la habitación a conversar con nosotros, momento en el que le planteamos nuestro deseo de acompañar a Leila durante el período de inducción anestésica, no cual se nos fue negado argumentando que “sólo los médicos ingresan al quirófano y que (Leila) llorará unos minutos como todos los chicos”. La frustración vivida en ese momento por nosotros fue muy grande porque no tenía posibilidad alguna de revertirse dicha situación, dado que la respuesta fue terminante y excluyente: ninguno de los dos tenemos un título de la universidad de medicina, pero lo estábamos planteando como padres. No se argumentaron las razones ni nos sentimos contenidos. Entendemos que nuestro vínculo no se reemplaza por más capacidad técnica y humana que tenga cualquier equipo de la salud. La Nueva Clínica del  Niño goza de un gran prestigio que no sólo se debe a la tecnología “de punta” con la que  cuenta, por lo que nos llamó la atención la respuesta obtenida en ese contexto. Usted debe recordar que ya  desde los años 60 la pediatría social viene planteando una serie de revisiones que se vinculan con el cuidado -y no sólo la curación o los procedimiento diagnósticos y terapéuticos- de manera humanizada y adaptada a los protagonistas de las prácticas médicas: los chicos. Como usted sabe, a mediados de la década del 80 se redacta LA CARTA EUROPEA DE LOS NIÑOS HOSPITALIZADOS que tiene un impacto a nivel mundial, en particular el Art 3. reza el “Derecho a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el hospital, no como espectadores pasivos sino como elementos activos de la vida hospitalaria, sin que eso comporte costes adicionales; el ejercicio de este derecho no debe perjudicar en modo alguno ni obstaculizar la aplicación de los tratamientos a los que hay que someter al niño”. Durante esa misma década la Declaración Internacional de los Derechos de los Niños/as refuerza todo ello cuando plantea la importancia de tener en cuenta “el interés superior del niño”, que en este caso está ligado a estar con familiares o personas significativas para su vida. Más allá de las normativas que deben ser puestas en práctica, es de público conocimiento que las múltiples experiencias en Argentina y en el mundo demuestran que  padres  (o adultos referentes) informados, acompañados y contenidos ayudan a los equipos de salud y a los niños durante las experiencia de internación.  Las mismas pueden ser vivenciadas por los chicos en mejores condiciones psico-físicas, ayudando a una superior recuperación y evitando situaciones traumáticas cuando hay un sostén afectivo, una mano, una mirada, una voz familiar.

Resulta muy simple pensar para nosotros, como padres que Leila, que nos necesitaba esos minutos previos a la anestesia porque estamos con ella en su vida cotidiana: cuando la bañamos, cuando la esperamos al final de tobogán, cuando nos sentamos a comer con ella, cuando tiene sueño, cuando su hermana cuenta una historia. Justamente en una situación de vulnerabilidad desde el punto de vista emocional como lo es estar frente a extraños, con vestimenta atípica, en un lugar desconocido, previo a la anestesia, es el momento en que nosotros queríamos estar presentes. Nos hubiese gustado, ser preparados para ello y poder estar con Leila, algo tan simple como eso.

No es importante para nosotros hablar de un anestesista en particular porque este planteo tiene que ver con una perspectiva, un modelo de atención, una concepción de salud, una forma de entender el rol del anestesista, del diálogo y  el vínculo que pudo establecerse con los nosotros y del lugar de Leila como sujeto en este proceso. Entendemos que hubiese sido posible acompañarla sin interferir con las normas  propias de un quirófano ni la tarea de los profesionales si ello hubiese estado contemplado institucionalmente desde una visión amplia, integral y humana acorde a los tiempos actuales.

Aprovechamos la oportunidad para saludarlo muy atte.

María Florencia Bugnone y Daniel Adolfo Crespo

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