El incendio que causó 194 muertes y centenares de heridos fue cobrando diferentes sentidos, adquirió dimensiones impensadas, se transformó en objeto de reflexión y dio lugar a una producción artística y bibliográfica considerable. Aquí, un repaso de los principales textos publicados sobre el tema.
Por Laura Codaro
Voces, sólo voces…
Las primeras publicaciones que vieron la luz se caracterizaron por ser fuertemente testimoniales. Si bien en principio los familiares y amigos de los jóvenes fallecidos ocuparon el espacio público en reclamo de justicia, las voces de quienes sobrevivieron al incendio fueron las que se recuperaron inicialmente en estos textos. Entre ellos encontramos Generación Cromañón. Lecciones de resistencia, solidaridad y rocanrol, un libro publicado por la cooperativa Lavaca en 2005. Allí se presenta un trabajo que surgió de la escucha de distintos sobrevivientes que contaron Cromañón y compartieron algunas experiencias de un pasado cercano difícil. El hilo conductor de la narración es Julián, una de las 194 vidas que se apagaron esa noche, en cuya historia está la de otros. En este libro, que reúne distintos materiales, como entrevistas y fotografías, se comienza a reflexionar sobre las causas y las dimensiones que tomaba Cromañón, una perspectiva de análisis que sería retomada años más tarde desde la historia y la sociología: el Estado-Cromañón de Argentina. Otro de estos textos es Cromañón. La tragedia contada por 19 sobrevivientes, escrito en 2006 por el sobreviviente Ezequiel Ratti y Franca Tosato, que compilan testimonios de 18 sobrevivientes que pertenecían al primer y acotado público de Callejeros, junto a fragmentos de notas periodísticas donde aparecen las voces de actores involucrados en la causa judicial, frases de canciones de la banda de rock y algunas producciones gráficas intercaladas. Todos estos materiales dialogan entre sí e intentan producir una narración lo más “verdadera” posible.
Pensar en Cromañón y más allá
Otros trabajos, que podrían representar un segundo momento en la producción, nacen de las múltiples y heterogéneas reflexiones que florecieron desde las ciencias sociales, dentro y fuera de la academia. Uno de los más destacables es Pensar Cromañón. Debates a la orilla de la muerte joven: rock, política y derechos humanos. Contiene 18 artículos que fueron el resultado del ciclo de debates homónimo realizado en 2008, del que participaron Maristella Svampa, Jorge Garaventa, Adriana Calvo, entre otros intelectuales, profesionales y militantes reconocidos. Las fructíferas reflexiones e ideas que empapan esas páginas invitan a pensar en otras grandes masacres impunes, en la desprotección de los jóvenes, en la actual violación a los derechos humanos, en las nuevas formas de organización social… En fin, invitan a mirar más allá de Cromañón.
En 2009, desde la UBA, el historiador Gonzalo Sanz Cerbino publicó Culpable. República Cromañón 30 de diciembre de 2004. El autor parte de que Cromañón constituyó un crimen social y que éste y otros crímenes del capitalismo fueron responsabilidad de un grupo de empresarios y políticos codiciosos y ambiciosos —y de un sistema homólogo— que priorizaron sus intereses antes que el bienestar de otros. Quizás lo más interesante de este libro son sus anexos, donde atiende a la dinámica de los organismos de control de la Ciudad de Buenos Aires antes y durante Cromañón, así como a las causas judiciales en curso en aquel momento.
También hallamos algunas tesinas y artículos ligados a los estudios de juventudes, y aunque muchos de ellos circulan sólo en el ámbito académico, no dejan de revelar análisis enriquecedores. Entre ellos vale la pena mencionar las investigaciones de Inés Naldi Crivelli, Paula Isacovich y Diego Zenobi, que desde distintas disciplinas indagan sobre el Movimiento Cromañón, su formación original, los vínculos con la política, entre otros aspectos.
Otra línea de investigación que aparece después del quinto aniversario está relacionada a los procesos de memoria. Así, comenzó a pensarse Cromañón como un acontecimiento o fenómeno que era recordado, rememorado y a la vez reelaborado no sólo por los únicos testigos del incendio, los sobrevivientes y los músicos —que también son sobrevivientes— sino por diversos sectores que no olvidan las atrocidades de la última dictadura ni las heridas de Malvinas, que piden justicia por Cromañón y denuncian una Argentina “atada con alambres”. En este sentido, los trabajos de María Luisa Diz permiten enlazar significados, rituales y prácticas del Movimiento Cromañón y aquéllos evocados en relación con el pasado reciente. Estas reelaboraciones y resignificaciones son perceptibles en las conmemoraciones pero también en los monumentos, en los discursos, en los medios de comunicación, etcétera. Por su parte, Anabella Rodríguez lee Cromañón desde las memorias en disputa y las conmemoraciones en el santuario “urbanizado”.
Indudablemente hay trabajos que abordan la cuestión desde enfoques muy distintos. Tal es el caso del libro de Andrea Estrada, que desde la lingüística se consagró a los recursos enunciativos utilizados por las víctimas para contar y sentir Cromañón. Su estudio prolijo y detallado de un corpus bien delimitado da cuenta de la “pathemización” de la enunciación, es decir, de los recursos de la lengua que reflejan la vida pasional del sujeto. Más allá de que su objetivo es específicamente lingüístico, en su estudio hay lecturas, interpretaciones y reflexiones que surgen del análisis de los discursos.
¿Final del recorrido?
Algunos de los principales textos elaborados sobre Cromañón que recorrimos en estas líneas están disponibles en internet o en librerías; de otros hay una cantidad reducida de ejemplares y circulan en un grupo limitado de lectores. Como en toda selección, se han dejado de lado voces, ensayos, lecturas, reflexiones diversas que podrían representar aportes significativos al tema. Del mismo modo, no reparamos en las producciones de los portales virtuales o de los periódicos locales, que ameritarían un comentario aparte.
Cromañón fue cobrando dimensiones impensadas, lo cual posibilitó una diversidad de estudios y reflexiones muy interesantes. A 10 años del incendio, Cromañón sigue diciéndonos algo; por ello, la lectura y la escritura parecen no clausurarse.