La referente de Pelota de Trapo y el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo dialogó en profundidad con La Pulseada sobre su trayectoria en el trabajo con niños, niñas y jóvenes y el presente de los hogares provinciales: la historia de la deuda con el sector que mantiene Scioli; el empleo precario; y el rol del Estado en la implementación de las políticas públicas para el sector.
Por Agustina Sarati
—¿Cómo analiza, desde su recorrido, el actual contexto de ajuste a Niñez?
—Nosotros tuvimos varias experiencias y nuestro actuar tiene que ver con ellas. Lo que pasa hoy no es nuevo. Nosotros en la década de Duhalde, que fue el primer atraso grande de becas que hubo, estuvimos como 6 meses sin cobrar becas. El movimiento puso toda la carne al asador y llamó a una marcha en plaza San Martín, con una radio abierta, íbamos todos los micros, todas las organizaciones; era una época donde el movimiento tenía muchísimas organizaciones para su corta existencia. No llegamos a la plaza, que Duhalde nos manda a llamar para negociar la situación. Fue la primera vez que el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo sin personería jurídica firmó con el Ministerio de Desarrollo con el compromiso del pago de becas. Esas becas son las mismas que las de hoy, es un convenio que está desde el ‘87 con hogares y casas del niño. Se logra eso y al poco tiempo nos enteramos de que mueren 4 chicos en una comisaría de la zona, quemados. Y el Movimiento salió a marchar. Éramos 4 gatos locos. Todas las organizaciones que habían estado por lo de las becas no estuvieron por los chicos de la comisaría. Ahí tuvimos nuestra primera reestructuración como movimiento después de nuestra primera experiencia fuerte de reclamos por recortes en nuestra infancia. Nosotros dijimos siempre todos los chicos son nuestros. Vale tanto un chico que esta dentro de la organización como el que está por fuera. Esa actitud que no avalamos para nosotros tiene que ver con una concepción corporativista y sectaria que nunca estuvimos de acuerdo. Y que eso no significa que habla mal de su laburo, pero no es el mundo que queremos.
—Después de eso, ¿cómo siguió el camino?
—A partir de ahí, cada vez que hubo movidas por las becas nuestro planteo siempre fue: sea hace por todo y por todos, o no se hace nada. Porque el problema más grave es lo que pasa por fuera de las organizaciones. No son los pibes que están contenidos con nosotros, son los que están por fuera. Esa experiencia nos marcó a fuego. Éramos muy pocos cuando pasó lo de la comisaría. Nuestra concepción es que uno crece si se junta con los que estamos pensando lo mismo. No lo mismo en forma universal, sino en el sentido de transformar el país. Que el modelo capitalista es nuestro peor enemigo. La discusión siempre fue: ¿nos sirve ser muchos con muchas diferencias o pocos un poco más homogéneos en eso? Es muy duro transitar ese camino. Tuvimos compañeros que se fueron, que volvieron, que siguieron en otro lugar. Este ir y venir, en los 30 años que tiene el movimiento, fue permanente.
—¿Qué objetivos se plantearon en ese momento particular?
—Lo que siempre nos cuestionamos es que tiene que valer lo que hacemos. Porque para hacer más de lo mismo que lo hagan otros. Que sirva esta historia que queremos construir. Si no, no le encontrás sentido a la práctica en el cotidiano. Si no pensás que estas transformando el mundo, que estás contribuyendo a ese cambio desde el hacer. Nosotros siempre estuvimos dentro de la CTA porque decíamos que “detrás de cada chico hay un padre desocupado”. Y porque creemos que el sujeto transformado es el trabajador. No fue un camino fácil al comienzo que se asumiera a los pibes como un sujeto político. Nosotros tenemos una caracterización del Estado, y es que el Estado no está para las grandes mayorías. Si vos sos empleado estatal cumplís una función, ha sido el motivo de discusión de este último tiempo. Yo no equiparo al trabajador de niñez estatal con el que esta en una organización social. Tiene que ver con eso. Es como si yo siendo abogada eludo que soy funcional a un sistema. Y es un sistema que está para favorecer a muy pocas personas y no a los chicos. No podemos desconocer esto. Y si yo no tengo conciencia de mi rol, de mis posibilidades y mis limitaciones, mi trabajo se va a hacer difícil. Primero reconozco esa realidad y trabajo sobre esa realidad. Por ejemplo, yo no ando diciendo que hay jueces buenos. Tengo jueces con los cuales puedo llegar a mejores acuerdos.
—En estos últimos años y con la ley de niñez, ¿qué cosas ves que se han modificado, para bien y para mal?
—Todo este último tiempo se sobredimensionó un aparato estatal sobre los pibes. Pero previo a esto, para nosotros es importante marcar que el control social no se da a través del sistema de niñez, se da a través del paco y de lo que nosotros llamamos “cárceles a cielo abierto” que son las villas. Los pibes transitan por esos lados no por los circuitos de niñez que son los circuitos donde no se hace nada, o lo que se hace es muy poco. Los pibes mueren y quienes manejan ese circuito son la droga, la cana y todo lo que se mueve alrededor. Pero es ese mundo donde el estado esta de manera cómplice. Hay un sector de chicos que es muy pequeño, que pasa por ese circuito de infancia. En este momento es mínimo el grupo que llega a un efector estatal. Entonces nuestro problema mayor no esta siendo la ley, ni los zonales y los locales. Porque los pibes no están llegando a esos lugares. Nuestro problema es el abandono que están viviendo todo ellos.
—¿Qué pasa con los pibes que entran en ese circuito?
—Ha habido un aparato sobredimensionado. Entonces vos tenés lugares donde se armaron equipos de profesionales pero no tenés programas. Y todo el tiempo estamos pidiendo más equipo profesionales y más. Pero seria maravilloso si vos tenés programas para trabajar con las familias. Pero seguimos peleando para que haya equipos. Entonces la necesidad esta puesta en los adultos no esta puesta en los chicos. Nuestro verdadero desafío es ver cómo volvemos a centrar la cuestión del mundo adulto en los chicos.
El estado siempre cumple una función represora para las clases humildes y los chicos, en particular para las clases humildes. Eso no le quita mérito a lo que hace uno en su lugar de laburo. Pero es cuando vos confundís esto, el tema de la militancia con su laburo. Hay muchos compañeros que se la juegan mucho. Pero no son la mayoría. Ni que por trabajar en niñez los hace “piola”. Y está pasando eso.
Las organizaciones sociales son gente que le pone el lomo y es una elección, ¿todas son así? No, no todas. Nosotros cumplimos un rol público y somos más públicos que cualquiera que se hace llamar estatal. Pero es un fenómeno nuevo que todavía estamos masticando. Que el Estado aparece como neutral. Hace años, en las ciencias sociales, era una discusión que ya estaba saldada. Aún para los propios liberales. Porque el liberalismo plantea que el estado debe estar como el brazo derecho del mercado, pero siempre reconoce que es un brazo. El marxismo dijo: el Estado es el brazo represor. El estado cumple una función represora. Y todos los que estamos dentro del Estado tenemos que tener claro esto.
Para la marcha nuestra de 2008, antes todas las escuelas marchaban… después cuando vieron lo que era el movimiento y hacia donde apuntaba, no estuvieron tan de acuerdo.
Pero en ese año hubo escuelas que pidieron ir a la marcha nuestra y los inspectores no las dejaron. Hubo otras compañeras que dijeron de ir a conocer el cabildo ese día y estuvieron en la marcha. Eso es conocer el sistema.
Uno está reclamando esa lectura. Sino vamos a reclamar siempre cosas que te van a ir mal. La secretaria de niñez cumple una función mínima hoy, pero la mayoría de los chicos no ingresan al circuito que se propone.
Desde la provincia me hablan de 4.000 chicos institucionalizados: muy pocos. Hay dos millones de niños en condiciones de pobreza. Ellos nos presentan esos números para que vos veas lo que te desvía el eje. Para que no veas lo que tenés que ver. Pero los militantes no podemos caer en eso, no podemos tener la misma agenda. Y la estamos teniendo.
—¿Cómo se piensa hoy a los trabajadores de niñez?
—No podemos pensar en una sola categoría de empleados o trabajadores estatales. No es lo mismo. No es lo mismo nuestros educadores que trabajan de lunes a viernes y que trabajan de ocho a seis de la tarde y cobran 2.500, y el trabajador estatal que cobra 4.000 y va 4 horas. No es lo mismo. Y tiene obra social y tiene todo. Lo que sí creo cuando yo lucho es que el Estado reconozca, pero que no institucionalice. Porque lo que nos ha hecho muy mal a las organizaciones sociales es la institucionalización.
—¿Cómo logran pararse frente a un sistema que siempre te propone sus herramientas?
—Nosotros estamos saliendo, es más, queremos vivir de nuestros emprendimientos a esta altura. Lo que me parece es que el Estado, si queremos luchar por algo, que reconozca en aquellos luchadores sociales los beneficios de tener una vejes digna. No se qué forma le tiene que dar. Tiene que haber alguna forma de que la gente que da su vida en los barrios pueda vivir bien sus últimos años. O que si tiene una enfermedad pueda ser tratado con los privilegios de una persona que da la vida por su pueblo. Pero eso es una cosa, y después esta el otro universo. Las obras sociales, los contratos de trabajo, las reivindicaciones laborales. Pero no mezclar una cosa como otra. La reivindicación del trabajador tiene sentido en ese proyecto. Hoy los sindicatos están lejos de pensar en un proyecto de país. Y vos lo notás en las simples cosas. La provincia de Buenos Aires con los aguinaldos se paró. Por la beca de los chicos no, ¿o vos viste a los mismos trabajadores parar por eso? Y era más grave que cerraran hogares y lugares o centros de día, que el aguinaldo. En un valor de país diferente. No vibraron los corazones del mismo modo. Es una realidad.
De este gobierno me preocupa mucho su política clientelar con la clase media. Ni la asignación, si no que ha puesto sueldos altísimos en comparación con los demás, que es correcto que lo ganen, pero los demás no. Entonces, por conservar tus privilegios, terminás perdiendo tu conciencia. Y es lo que está pasando con muchos compañeros. El dinero nos corrompió. Entonces ya no salgo porque no quiero perder lo que tengo. Y eso es durísimo. Me encantaría que los compañeros no tuvieran tantos problemas económicos como lo están teniendo.
La escuela, la “seguridad” y la neutralidad
Taffettani: ¿Que pasa en la escuela hoy? Los chicos por la asignación, todos se anotan. Pero muchos dejan y se mienten las matriculas porque si dicen que dejan, les sacan el curso. Entonces tenemos una asistencia perfecta de chicos que no van. Porque está pensado en el universo del adulto como problemática del laburo. Ahora, si esos mismos docentes en vez de pensar en mentir la matricula la aceptan y buscan forma de que el chico este realmente contenido en la escuela y que aprenda. La cuestión de que el chico tiene que aprender en la escuela se perdió. Nosotros nos debemos esa discusión. No puedo equiparar a todos. Estamos pensando en una figura legal que contemple a los trabajadores más en la casa de los niños que lleva muchos educadores, en un jardín maternal, es bastante complejo. Pero básicamente como organización social nos debemos un debate de donde estamos parados. De que vamos a luchar. El sistema coptó, es lo que se llama el universo ONGs, el sistema toma como mano de obra barata y encima los trabajadores del estado piensan que son ellos los que defienden los derechos de los chicos. Y no hubo cambios en la estructura productiva para que vos digas que algo cambio. Sigue todo igual. Cada vez que se pelea por la ley 13.298 se está reivindicando al Estado. Pareciera que el Estado es neutral. En la práctica volvió un pensamiento muy conservador de considerar al Estado neutral.
—¿En qué otras cuestiones ven esta creencia de que el Estado es neutral?
—Con el tema de la adopción se le dice al chico que está en estado de adaptabilidad. Le preguntan si quieren tener una familia. Es más, yo quería que me adopten los reyes de no se donde cuando era chica… cada uno tiene su fantasía. Le dicen al chico que le van a buscar una familia, como si te buscaran un novio, o como si el estado pudiera inventar una familia. El chico se queda esperando algo que no va a venir nunca o peor las devoluciones que están siendo muchísimas. Con el costo terrible para el pibe. La división de hermanos. Que a uno lo llevan y a otro no. Es un desastre. Pero lo estamos reivindicando todo. Y son ideas muy conservadoras. Defender la familia de sangre, es muy conservador. Cuando nosotros decíamos el chico con su familia era para evitar que se rompa ese vínculo no que después este peor. Sino que el chico que crecía tenia que crecer con su familia y que laburaran para tener todas las condiciones para tener a ese chico en la casa.
El tema de los laburantes es un tema para revisar profundamente y darnos una discusión. El zonal no resuelve un tema. Además, que hace un equipo que va un horario determinado. Atiende a las familias. Ni van a las casas, son todas citaciones y a veces por policías y que te hace volver atrás cien años. Pero cuantas voces se levantan contra eso? siguen pensando que el problema es el trabajo infantil. Lo que están viviendo los pibes como violaciones a sus derechos no es ese el tema. No es que un adulto los recluta, o estamos en Asia donde efectivamente la mano de obra infantil es parte de su aparato productivo para poder competir con estados unidos. No es esa la situación nuestra. Compramos de todo. Ahora hemos vuelto atrás con el tema de los pibes. Es muy duro.
Una de las cosas que nos interpelaron dentro de la CTA era que el universo trabajador asumiera la causa de los pibes no que los pibes asumieran la causa de los trabajadores. Cuando una semana cancelaron la marcha, es una decisión política. Eso lo determinó. Nosotros siempre decimos: donde se pone la plata se pone la política. Donde vos invertís estas poniendo tu verdadera política. Scioli dice ‘invierto en seguridad’; ésa es su política. No los discursos o lo que pueda llegar a decir para las cámaras.
A nosotros la marcha de la Quiaca casi nos lleva a la quiebra. Pero valió la pena. Por lo tanto, sí nos merecemos pelear por condiciones dignas. Acá estamos peleando por una trabajadora que está hace mucho tiempo. Para que le den una casa. Esas peleas las vamos a dar por la gente que esta luchando por los pibes, que merece estar bien. Que no sufra necesidades básicas.
—Pero hay una cuestión más profunda: los chicos dejaron de ser la agenda de todos. O peor, se los usa. ¿Dónde están sintiendo eso?
—En nuestras decisiones. No estamos admitiendo más chicos con esta ley y en esta situación. Vamos a reformular. No vamos a aceptar la forma de trabajo, ni la del local ni la del zona. En realidad lo que pasa es que ellos no aceptan la nuestra. Pero la imponen. Casa de los niños es preventiva y no tiene esa dificultad. Lo que estamos viviendo es peor que la década del patronato. Porque es más arbitrario. Porque el patronato era arbitrario pero legal, vos podías oponerte con herramientas legales, y el juez tenia que cumplir con algunas cuestiones. Enganchabas siempre por la cuestión incorrecta. Ahora los zonales no tienen ningún control de legalidad, ninguno.
Acá en el hogar, nuestro fuerte ha sido trabajar con situaciones donde los chicos vienen después de haber agotado todas las instancias anteriores. Y además grupo de hermanos numerosos, y a veces esta la mama o esta de la forma que puede. Nosotros asumimos la crianza pero no es en contra de la mama. Casa del niño es distinto porque es preventivo. Vuelven a dormir a sus casas. En el hogar viven con nosotros porque lo otro no alcanza. Ahora tampoco vamos a acepar a hacer otra cosa de la que pensamos que es correcta para nosotros.
El aparato se refleja de la peor manera. Actúa de forma compulsiva. Mandan al juzgado. O te sacan a los chicos y te los dan en adopción. Nosotros no queremos vivir eso. Durante años tuvimos una forma de trabajo, este hogar esta abierto a todo el barrio. Esa es nuestra forma de trabajo. Nosotros no reconocemos el problema de los chicos como un problema patológico de los padres, sino como un problema social. Y socialmente se tiene que trabajar.
La casa del niño nació primera. Y después por una necesidad de los pibes tuvimos el hogar. Pero siempre funciono con 200 pibes allá, y 30 en el hogar. Apostamos a eso. Con el recorte de becas tuvimos que reestructurar todo.
—¿Cómo es el día a día de los que conviven en este contexto?
—Vivimos tres personas y hay tres compañeras que vienen durante el día a darnos una mano. Para nosotros es una opción de vida. No lo percibimos como trabajo, para nosotros es una sola cosa. No tengo esa división entre trabajo y lo que vivo todos los días. Dentro de Pelota de Trapo y de los programas hay gente que trabaja, empleada en la gente de los oficios. El maestro gráfico, el maquinista, y el maestro panadero. Ellos son personas de oficio y están bajo ley de contrato de trabajo. Después están bajo la ley de voluntariado los demás. La ley de voluntariado social nació en el 2004, antes no podíamos tener ni seguro, antes estábamos en negro. Ahora de salud y de trabajo, ese marco lo dio. Pero no alcanza. Y hay algunos que están con monotributos, como los profesionales médicos, psicóloga. Conviven monotributos por un lado, ley de voluntariado por el otro y ley de contrato de trabajo en aquellos casos que realmente es una relación de empleados. En esto si reconocemos esa relación. Estos son los tres regimenes que hay dentro de la obra.
Lo que sí observamos es que dentro de la regulación, desde el estado tendría que haber una relación con las organizaciones sociales que mantienen un vínculo directo, como existe en educación pero con el ministerio de desarrollo, donde sea el estado quien garantice los sueldos. Que la relación la mantenga la organización con su propia gente pero que el estado se haga cargo por medio de subsidios, esa seria la forma que más se acerca para nosotros a lo que “debería ser”. Y me parece que es factible, si esta en educación por que no en otro ministerio. Pero tiene que existir este convenio con el estado.
—¿Cómo se pensó la medida cautelar colectiva que se presentó ante la justicia?
—La medida es por las becas y por todo. Por los trabajadores, por el monto de las becas. Por una política general, una visión más amplia que la beca, y las dificultades que se tienen en la práctica concreta con los chicos desde las organizaciones. Que provoca el estado en las organizaciones. La idea fue ampliar y ver más allá de la cuestión del atraso de la beca. Porque en realidad ese tema tiene que ver con la cuestión entre la política y la plata. En los hogares hay una política de exterminarlos, entonces por qué va a pagar. Y además lo dicen, su logro es que no haya chicos en hogares.
La gente siente que cuando se habla de estado se habla de estado benefactor, pero no vuelve el estado benefactor en una sociedad neoliberal como la que estamos viviendo a nivel mundial no se vuelve a ese estado.
—Un fuerte proceso de privatización de la vida desde los ‘90 . . .
-Es evidente que desde el 2000 las organizaciones sociales adquieren un valor diferente. Duhalde es el primero que lo ve. Cuando empieza a tallar sobre los movimientos piqueteros. Y nació otra configuración. Nosotros todavía la estamos viviendo. Pero es verdad que hoy en día a los movimientos se los ha cooptado o se los ha fracturado. No nos salvamos. El estado cooptó de otro modo, cuando institucionalizo también lo hizo. Cuando uno hablaba de hogares alternativos hablaba de hogares convivenciales que significa que hay adultos referentes que viven con los chicos. Que criticamos de los institutos, los turnos rotativos. Porque eso al chico no le da ninguna referencia fuerte por más que durante el día haya compañeros que te ayuden. Siempre tiene que haber una referencia fuerte. Ahora a los institutos de menores se los llama hogares convivenciales. Y en esto también han entrado algunas organizaciones que han adaptado sus hogares a esto. Ahora hicimos pequeños institutos privados chiquitos. Y no era la idea y la idea tampoco es que los hogares resuelven los problemas. El hogar es un recurso para alguna situación de los chicos en otras es otra. En algunas puede ser la adopción. En otras la familia ampliada, pueden ser muchas. El Estado propone un modelo carcelario nosotros no podemos copiarlo.