Las enseñanzas de “El Caya”

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Nota principal: Los granjeros de Cajade

Lleva 11 años viviendo en el Hogar. Cuando la Granja tenía solamente unos chanchos, el pasto estaba más largo que corto y sobraba chatarra y restos viejos, él no dejó de ir ni un solo día. Se levantaba temprano y caminaba unas cuadras para llegar a “su lugar”. Sólo cortaba para comer algo, ¿tal vez una siesta?, bañarse, e ir a la escuela. Siempre rodeado de perros y llevando sobre sí las miradas de los más chiquitos, de los no tan chiquitos y del cura que admiraba su amor por los animales y su dedicación al trabajo. Vestido con bombachas de gaucho, casi siempre con alpargatas y día tras día escuchando folklore. Ese es “El Caya”. La persona en el que seguramente pensaba el cura al delirar con el proyecto de la chacra y de la huerta y que mejor refleja el sentido de la Granja Don Juan.

Su verdadero nombre es Ricardo Calla, tiene 23 años y aclara que su apellido se pronuncia “Calia”, aunque todos lo conocen como “el Caya”. Tiene al Chaqueño Palavecino y a la “Sole” en el podio de sus preferencias musicales, con Los Chalchaleros en el tercer peldaño. Cuando está solo, se va para el fondo de la Granja con el perro, el mate, la radio o con el equipo y los parlantes para “gastar” sus compact.

Nació en Salta, vivió en Arturo Seguí y desde los 12 está en el Hogar de Cajade. “Yo tenía un problema de inasistencia cuando iba a la escuela porque trabajaba. La asistente de la escuela se empezó a preocupar y fue al Tribunal y me sacaron de mi viejo y de mi vieja (madrastra) y me llevaron a un parador. Un amigo, Juan Carlos Rulli, que conocía a Cajade, habló con él y el cura me fue a ver el 4 de septiembre. A los dos o tres días me fue a ver el Chino (Mario Caballero, educador del Hogar), dijo que era un buen pibe y después me fue a buscar el cura. Como todo pibe que llega al Hogar, al principio me sentía incómodo porque no conocía a nadie, pero los chicos que vivían en mi casa, en donde vivo ahora, me trataron bien y me sentí bien. Me quedé. Como sabía de campo, me quedé trabajando acá en la granja”, sintetiza.

-Mi mamá murió cuando tenía dos años así que no la conocí. A mi viejo todavía lo veo y a veces discutimos… No sé si estoy resentido, pero como tuve que laburar de chiquito siento como que él me negó algo que era un derecho mío.

-¿Qué hacías?

-Vendía verdura en la bicicleta y a la tarde laburaba en un campo. Me iba a las 8 de la mañana y volvía a las 7 de la tarde. Tenía 10 años y hasta esa edad había ido a la escuela. Mi viejo se enfermó, no podía andar en bici y el único mayor en casa era yo.

-¿Cómo llegaste a ese parador?

-Por intermedio del Tribunal que un día me citó a mí, a mi viejo y a mi madrastra y determinó que yo me quedara ahí. Me quedé en el Tribunal, ellos se fueron y como a las dos horas me vino a buscar una camioneta y me llevaron a un parador ahí por la 44. Me dijeron que era lo mejor para mí que yo salga de mi familia. Eso me hizo un poco de daño porque estaba siempre con ellos y de golpe y porrazo me sentí solo, hasta que me vine acá.

-¿Cuántos años tenías?

-12… Yo cumplí los 13 en el Hogar.

-¿Qué encontraste acá?

-Encontré un cura que fue muy bueno y un montón de chicos que me ayudaron un montón. Encontré al Chino que me crió hasta ahora, a Patricia, una educadora, a Marcelo Iafolla, y a todos los educadores viejos que cuando estaba mal me contuvieron y que cuando estaba bien me dieron una mano.

-¿Pudiste retomar los estudios?

-Sí, los pude retomar y ya los terminé. El año pasado terminé el secundario. Me costó un montón porque estuve casi cuatro años sin estudiar y me costó un montón agarrar el gusto de ir a la escuela, pero con esfuerzo y con un poco de manija que me daba el Chino, terminé noveno y dije: “ahora o nunca”. Fui y me anoté en la Técnica de 76 entre 7 y 8. Ahí encontré un grupo de amigos, compañeros de escuela, que los tuve los tres años. Fue una maravilla: cuando yo no entendía ellos me ayudaban y cuando ellos no entendían yo los ayudaba, así que terminé un poco gracias a ellos y un poco gracias a “el Chino”.

-¿Qué hacés en el Hogar?

-Estoy en la Granja y este año voy a hacer el reparto de la panadería… Llevo a los chicos a la escuela en la camioneta y a la tarde vengo para la Granja. Como ya no tengo que ir a la escuela, voy a ayudar al Chiche, que es un chico de mi casa, que le cuesta mucho el estudio porque tuvo una historia más o menos parecida a la mía… Él sería nieto de mi madrastra. Un día hablando con el Chino le pregunté si lo podíamos traer, fuimos a la casa y lo trajimos. Ahora que terminé el colegio, voy a ayudar a que los dos chicos de mi casa pueden terminar aunque sea el Primario, hasta que esté acá porque tampoco quiero quedarme mucho en el Hogar porque así como algunos se fueron para dejarme el lugar a mí, me parce que es algo obvio que yo haga lo mismo cuando ya tenga un laburo y me pueda defender bien, dejarle el lugar a otro.

-¿Tenés ganas de hacerlo?

-Sí, pero no irme lejos porque extraño mucho. Mi idea es estar siempre en contacto con el Hogar, y cuando el Hogar me precise, estar siempre ahí.

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