Nota principal: La causa por la muerte de Carlos Ponce de León en la dictadura
“No es que uno sea suspicaz pero, ¿por qué los obispos de izquierda mueren en accidentes automovilísticos?”, escribió Osvaldo Bayer tiempo atrás en un artículo titulado “Una historia muy argentina”, que también señalaba la muerte de cuatro obispos en Perú, entre 1982 y 1986, en misteriosas colisiones: “Aquí, uno de los contados obispos que enfrentó con todo coraje la dictadura de Videla, monseñor Angelelli, perdió su vida durante la dictadura militar en un extraño choque en la ruta; al obispo de San Nicolás, verdadero paladín en defensa de la gente perseguida durante ese tiempo, Ponce de León, también le tocó la misma suerte; a monseñor Devoto, obispo de Goya, defensor de los campesinos, le pasó lo mismo. Al obispo de Santa Fe, monseñor Zazpe, un camión lo chocó de atrás cuando estaba en su automóvil, y salvó milagrosamente su vida. ¿Qué ocurre? ¿Acaso nuestro buen Dios juega al choque de autitos a pila desde el cielo?”.
Resulta imposible no comparar lo que le pasó a Ponce de León con el “accidente” en el que fue asesinado el obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, en agosto de 1976 (La Pulseada 48). Ambos habían dedicado su ministerio a los pobres, desprotegidos y marginados. Así como Angelelli promovió la organización de los trabajadores, impulsó la creación de cooperativas, protegió a los débiles y se levantó contra la represión política; Ponce de León se encargaba en enviar sacerdotes a las villas, fundar la Cáritas Diocesana, abrir hogares para niños y crear el Movimiento de Juventudes. Y era el único que, en su zona, se animaba a recibir a los perseguidos políticos y a sus familiares.
Karamán recuerda “el julepe” que sintió cuando monseñor Ponce de León lo nombró párroco de una villa donde actualmente está el Santuario de la Virgen de San Nicolás, en 1967. También consignó que fue Ponce quien “ordenó al primer obrero cura: el padre Jorge Galli”. Según sostuvo, “nadie lo quería ordenar porque decían que era peligroso, pero monseñor Ponce lo hizo y recuerdo una de las frases que dijo sobre el padre Galli: este hombre es admirable pero no imitable, en el sentido de que era un obrero que no dejó de serlo” a pesar del sacerdocio.
Por su parte, Víctor Martínez confirma que Ponce de León “era muy amigo de Angelelli y estaba convencido de que lo habían asesinado”. Era otra razón para pensar que su propia vida no terminaría bien.