Una banda de siete hombres fue condenada en Mar del Plata a penas de entre 4 y 9 años de prisión por una serie de ataques a militantes de diversidad sexual, antifascistas, trans, feministas y punks. Detalles de un fallo inédito contra un grupo de nazis que produjo “un envenenamiento del clima social”.
Por Francisco Martínez
Fotos gentileza Romina Elvira, 0223.com.ar
Verano de 2015. Almendra camina por Playa Grande con un tatuaje en su piel que dice “ni sumisas ni devotas”. En la rambla, la aborda Franco Martín Pozas, un marplatense de 25 años, que le exhibe orgulloso un águila nazi tatuada en su pecho y le pregunta, desafiante: “¿Ni sumisas, ni qué…?”. Tras un entredicho, el bravucón le espeta: “Tené cuidado, porque somos muchos los pelados en Mar del Plata”.
Unos años antes, una madrugada fresca de primavera, Camila, Danilo y Carla, todos definidos como punks, circulan por una calle del barrio La Perla cuando Pozas junto a otro muchachote, Alan Olea, los abordan exhibiendo cuchillos y manoplas al grito de “¡los vamos a matar, son unas lacras para la sociedad!, ¡los vamos a matar uno por uno, sabemos dónde se juntan!”. Las chicas lograron escapar pero Danilo fue rodeado por los agresores, quienes lo obligaron a hacer el saludo nazi de “Heil Hitler”.
Fines de 2015. La banda nazi de Mar del Plata ya era conocida por militantes por la diversidad sexual, trans e integrantes de colectivos antifascistas. El hecho más violento ocurre el sábado previo a las elecciones presidenciales, cuando horas antes de una movilización contra Monsanto, los delincuentes encaran a un grupo de militantes antifascistas, y los persiguen a golpes de caños de PVC rellenos de cemento por las calles del centro. Dos de sus víctimas terminaron con heridas graves.
Hace pocas semanas, el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata determinó que estos y otros nueve hechos parecidos no fueron “aislados”, sino parte de la operativa de una banda fascista dedicada a infundir el temor, que generó en la ciudad “un envenenamiento del clima social”. En palabras de los jueces, en un fallo inédito de 246 páginas al que tuvo acceso La Pulseada, se trata de una organización que busca “imponer una ideología violenta como modo de disuasión”.
Así, para los jueces Roberto Falcone, Mario Alberto Portela y Bernardo Daniel Bibel, la célula nazi estaba integrada por al menos 7 personas, y todas resultaron condenadas, a entre 4 y 9 años de prisión. Las penas fueron altas –mucho más de lo que pidió el fiscal Juan Manuel Pettigiani– para delitos menores como lesiones, amenazas y daños, ya que para el Tribunal están agravados por infracción a la Ley Antidiscriminación. Además, los hechos no deben ser tomados aisladamente, sino que cada uno en la banda contribuyó a cometerlos por su pertenencia a la organización. No se trata, entonces de “simples enfrentamientos juveniles”, porque “las víctimas no fueron elegidas al azar”, y debido a que “los delitos cometidos por los acusados ponen en peligro el sistema de convivencia basado en la dignidad y la igualdad en el que se basa la democracia”, consigna el fallo.
Al referirse al accionar de la banda, destacaron que “sus integrantes participan de la ideología nacionalsocialista creyendo en la supremacía de ciertas razas, discriminando a otros por razón de raza, religión, nacionalidad, orientación sexual y/o ideología política. Su finalidad es extender el odio, la violencia, como consecuencia de su homofobia, xenofobia y anti-judaísmo, propagándolo entre otras personas a través del activismo social, la distribución de folletería y utilizando como instrumento de propagación bandas musicales, tales como las denominadas “Batallón Brigadier”, “Trashtorno” y “S.M.M.” a partir de las que difunden sus ideas”.
Otro de los hechos probados en el juicio fue la realización de pintadas esvásticas, ataques a militantes por la diversidad sexual y la destrucción de la fachada del bar Nevermind, propiedad de Javier Moreno, presidente de la Asociación Marplatense por los Derechos a la Igualdad (AMADI), una de las víctimas quien meses antes había denunciado otro ataque (“vos cuidate porque te voy a acuchillar”, le dijo Levchenko) -ver La Pulseada 138, abril 2016-.
El Tribunal dispuso revocar los arrestos domiciliarios y enviar directo a la cárcel a los integrantes del grupo fascista que operó entre 2013 y 2016
Además, se juzgó el ataque contra Juan Martín Navarro, también militante de AMADI, quien el 8 de diciembre de 2015 salía de una casa de empanadas cuando fue atacado por la espalda con un palo. Terminó inconsciente y despertó dos días después internado en el Hospital Regional, con pérdida de visión del ojo derecho, destrucción total del tabique nasal, lesiones en pómulo y pérdida de una pieza dentaria.
Otro hecho, no tan conocido, fue el ataque a Támara de las Almas Mora Paz, en septiembre de 2014, quien fue golpeada con objetos contundentes que le causaron lesiones en la rodilla, cortes en el cuero cabelludo y en un dedo, “motivado únicamente por el desprecio hacia la condición transgénero de la víctima”, según el fallo. Una testigo refirió en el juicio que Tamara estaba en una situación de extrema vulnerabilidad, que tenía problemas con el consumo de estupefacientes y que por la noche debía trabajar en la calle. Como consecuencia de los hechos que sufrió había perdido la visión de un ojo. La misma testigo dijo que tenía paralizado parte del rostro, que en aquella oportunidad le fisuraron una costilla lo que aún le provocaba dificultades al caminar y que incluso tiempo después del ataque seguía con miedo de andar por la calle ya que el grupo de chicos que la había acosado aún seguía por su barrio. Esta militante no pudo ser ubicada por el Tribunal porque, según testigos, falleció, en circunstancias no esclarecidas.
Asimismo, los integrantes de la banda fueron condenados por realizar pintadas nazis en un local de la ONG “Estrategia social del Sur” y en uno del Frente Para la Victoria, durante la campaña electoral.
“Una golpiza como para que repartan”
El hecho más grave ocurrió el 24 de octubre de 2015, cuando un grupo de jóvenes del colectivo antifascista concentraban en Plaza España, para marchar al centro a una movilización en contra de la multinacional de semillas transgénicas Monsanto. Allí aparecieron un par de chicas (una de ellas, hija de un conocido militante fascista marplatense) y provocaron a los militantes. Una de las agresoras trastabilló y encontró la excusa para provocar la pelea. Primero, se retiraron hasta una casa cercana -un testigo en el juicio las vio entrar-, pero al rato llegaron con refuerzos que salieron de esa vivienda: la banda nazi integrada en esa oportunidad por Gonzalo Paniagua, los hermanos Nicolás Caputo y Marcos Caputo, Olexander Levchenko y Olea, armados con los tubos de PVC rellenos de cemento y manoplas. En dos grupos, persiguieron a los militantes por el centro y los golpearon delante de numerosos transeúntes. A quien más le pegaron fue a Lucas Baima. A tal punto que lo dejaron desfigurado (“no se reconocía ante un espejo”, dijeron los jueces), le quebraron un brazo y no perdió la vida porque una mujer que cuidaba los autos estacionados se tiró encima de él para evitar que siguieran castigándolo. Si bien en el hecho intervino la Policía, delante de la cual se produjo una amenaza de muerte a una chica que fue considerada en la condena, en ese momento no hubo detenidos.
Los nazis difundían su propaganda a través de Facebook. También lo hicieron integrando distintas bandas musicales como “Batallón Brigadier” y “Trashtorno”.
Más tarde, con la investigación del juez federal Santiago Inchausti, que incluyó allanamientos y secuestro de celulares, manoplas, nunchakus y material de propaganda, se comprobó lo que la banda había dialogado momentos después del ataque, en el chat de Whatsapp. Entre otros mensajes que intercambiaron Paniagua y Nicolás Caputo se dijeron: “son 4 los que cobraron”; “2 internados”; “uno en estado precomatoso”; “ke lindo”; “les kb por putos”; “después de 8 cuadras los alcanzamos y les dimos una golpiza como para que repartan con los que pudieron escapar”.
“Carga de odio, intolerancia y desprecio”
El Tribunal consideró que todas las agresiones verbales realizadas por los nazis, como “judío puto” y “homosexual te vamos a matar”, “no pueden ser analizadas ligeramente, como si fueran vacías de contenido. No son insultos que se dirigen hacia una persona en su individualidad, tampoco responden a motivaciones particulares”.
Para el Tribunal, “el análisis dentro del contexto en el que sucedieron los hechos demuestra su gravedad y la carga de odio, intolerancia y desprecio, que excede a la persona que la recibe o incluso a aquella que pueda oírla: se dirige a un colectivo, a una pluralidad de personas para ellos “diferentes”. Son gravísimas ofensas que no pueden ser jamás naturalizadas ni pasadas por alto –mucho menos por los operadores judiciales-, ya que llevan consigo aquel elemento motivacional negativo y agraviante en procura de asegurarse que sus receptores no olviden que sus elecciones no serán toleradas».
“Es, sin lugar a dudas, discriminación que repugna nuestro Estado de derecho», agregaron los jueces.
Las condenas
Oleksander Levchenko (23), ucraniano: 9 años y 6 meses de prisión, se le acumuló una pena 3 años de una causa anterior.
Alan Emmanuel Olea (29), argentino, marplatense: 9 años de prisión
Gonzalo Salomón Paniagua (26), argentino, necochense: 9 años de prisión
Nicolás Caputo (31), argentino, marplatense: 8 años 6 y meses
Giordano Spagnolo (24), chileno: 5 años y 6 meses.
Giuliano Spagnolo (22), hermano de Giordano, también chileno. Absuelto
Franco Martín Pozas (28), argentino, marplatense, 4 años y 6 meses.
Marcos Daniel Caputo (20), hermano de Nicolás, también marplatense: tratamiento tutelar de 2 años por ser menor de edad cuando se cometieron los hechos.
Delitos: Amenazas coactivas agravadas, lesiones leves y lesiones graves doblemente agravadas por el concurso premeditado de dos o más personas y daño agavado. Todos los delitos fueron también agravados “por haber sido cometidas por persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad, o con el objeto de destruir en todo o en parte a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, según la ley 23.592.
Anécdotas en la noche
Uno de los testigos contra los nazis recordó que un fin de semana por la noche estaba en Plaza Mitre con unos amigos cuando llegaron dos sujetos a quienes luego pudieron identificar como miembros de “un grupo nazi”. Uno de ellos era Olexsander Levchenko. Comenzaron a realizar comentarios sobre hechos que habían cometido, sacaron una remera con la svástica, hablaron de Hitler, gritaron “my fuhrer”, a la par que hablaban en alemán y hacían el saludo nazi. El fallo destaca que “en todo momento se expresaban en plural para hablar de ellos mismos”, “como si fueran un grupo”, que realizaban comentarios discriminatorios y relataban “anécdotas” sobre las personas trans: de cómo solían agredirlas y que “había que matarlas porque eran aberraciones de Dios”. El testigo de esa noche agregó que en un momento dijeron que habían efectuado un ataque a una travesti y que habían usado una ballesta.
El temor de las víctimas
El miedo de las víctimas continúa hasta el día de la fecha, según pudieron acreditar los jueces: algunos testigos no se animaron a declarar y otros hasta se presentaron en el juicio pero prefirieron retirarse para no ver a los acusados. Las amenazas y agresiones recibidas, “procurando la indefensión y el temor, y tratando de imponer una ideología violenta como modo de disuasión”, según el fallo, tuvo su secuela: los agredidos “abandonaron sus tareas habituales, estudios, militancia, lugares de esparcimiento; han ocultado sus pensamientos, sus elecciones o convicciones religiosas”.
“Los acusados han atacado la formación de la voluntad y de actuar o no conforme a las propias decisiones, aquel odio, aquella intolerancia a lo diverso excede como dijimos el disvalor contenido en la figura del art. 149 bis del Código penal”, consideraron.