Foto y texto Xavier Kriscautzky
Decía un misionero: “Cómo será el color de la tierra que todo lo tiñe, que para nosotros el rosado es blanco”.
En las tierras del pueblo Mba Guaraní me detuve en una canchita de fútbol que, como carecía de pasto, era una a parcela de un rojo intenso.
Al verme, un señor de la comunidad me preguntó: “¿Usted también va a juntar tierra?”. “No —le contesté—; paré a tomar fotos”. Con una mueca de curiosidad, dijo que notaba que en ese lugar se detenían los autos a juntar tierra en bolsitas o botellas, y que no entendía por qué.
Le expliqué, ante su asombro, que se la llevaban de recuerdo, por su color rojo vivo. “¿Y qué color va a ser?”, quiso saber. Le conté que en Buenos Aires, de donde provenía la mayoría de los turistas, la tierra es negra. Enorme fue el gesto de admiración: “¡Negra! … ¡De no creer!”.