Por Xavier Kriscautzky
Nadie lo cree, pero una parte de la ruta provincial 11 parece estar llamada a convertirse en un nuevo atractivo turístico. Quienes la transitan saben que el tramo que va desde la calle 96 hasta el paraje El Pino, entrada a Bavio y camino a Magdalena, no es menos que el Faro del Fin del Mundo o la Garganta del Diablo, aunque más no sea por tener nombres que remiten al peligro, a cuestiones dramáticas. El camino en cuestión es una filigrana de parches, grietas y baches, decorados por un centenar de automóviles incendiados que representan el histórico olvido de Obras Públicas de la Provincia y de los municipios que tienen responsabilidad compartida en ese sector: La Plata, Berisso y Magdalena.
Los permanentes reclamos sólo han logrado efímeros maquillajes, ya que algunos pozos se tapan sin esmero alguno al tiempo que otros nuevos se abren por el paso de las pesadas máquinas viales. Un par de lluvias y todo está peor que antes. Y continúa siendo cotidiana la rotura de llantas, la pérdida de tren delantero, los despistes y los vuelcos. Como advertencia y también como protesta, algunos colocan cubiertas sobre los “cráteres”, apelan a los carteles del Dakar o, como se hizo recientemente, se convoca a intervenir artísticamente los baches.
Adrenalina, peligro, aventura e incertidumbre en un paisaje único. Todos los días en La ruta del olvido.