Por Danpeople
Después de un viaje conociendo tejedoras de Boliva, la complejidad de las obras Jalq’a nos obligó a viajar a Potolo, pueblo ancestral de tejedoras. Ellas tejen a sus demonios, inspiradas en visiones, para protegerse de los verdaderos. Usan colores que absorben la luz y crean un mundo de oscuridad, sueños, miedo y multiplicación.
Las Jalq’a tejen “Khurus”, animales míticos que aparecen cuando alguien está solo o en un lugar remoto, cerrando los ojos y dejándose llevar al mundo interior.
Úrsula teje desde los 12 años: “Aprendí mirando a mi mamá, tejiendo en chiquitos, ella me decía con chiquititos y después con grandes. Gruesos hacía… ahora ya son delgaditos”, cuenta.
También cocina, comercia con los turistas y cosecha mientras mantiene un hogar lleno de niños y ausencias. Y mientras narraba sus días cargados de trabajo y lucha cotidiana, para que la pereza intelectual no nos deposite en la caridad o la lástima, la tejedora de sus demonios levantó la mirada por primera vez para afirmar: “A mí, nada me duele”.
Panorámica vertical de 6 fotos
Canon 60D
F/22
1/125
ISO 400
Lente 18mm