La crió Villa Alba y se la llevó una bala

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129-Pochita¿Por qué circulan armas con tanta facilidad? ¿Qué negocios hay detrás? ¿Son siempre malas o a veces pueden salvar vidas? ¿Cuántas caricias le faltaron en su corta vida al que apretó el gatillo y se llevó la vida de Nazarena, la Pochita? ¿Por qué no está más si se había anotado otra vez en la escuela y soñaba con ser mamá? Preguntas que nos hacemos juntos La Pulseada y Baruyo, nuestro rincón para las pibas y los pibes comunicadores.

Producción Baruyo

Entrevistas y fotos Rocío, Selene, Jairo, Day, Quique, Dani, y Marcelo Santillán (pibes) /

Javier Sahade, Penélope Bastida, Martina Dominella, Guadalupe Barrios Rivero (coordinadores)

El viernes 27 de marzo de 2015 mataron a Nazarena Arriola. Recibió un disparo por la espalda, en la esquina de 607 y 124, en su Villa Alba. Tenía 17 años y le decían La Pochita. Era hincha de Gimnasia y cuando la velaron, su cajón estuvo cubierto por banderas y camisetas triperas. Por el hecho quedó detenido otro pibe de su misma edad. En el barrio dicen que pasó en moto y le disparó.

Pocos días después, hubo una marcha en La Plata, convocada por La Casita de los Pibes, un centro comunitario en el que ella participaba desde los 5 años. Se denunció que “en nuestros barrios, los pibes conviven con enormes obstáculos para la construcción de proyectos de vida, en contextos de violencia con amplia circulación de armas y connivencia de la agencia policial con el delito, venta de drogas y con la estigmatización de los medios de comunicación”.

Baruyo quiso sumarse a ese debate. Porque algunos de los chicos y las chicas la conocían a La Pochita y porque los atraviesan realidades similares. Un rato después de la marcha, que fue desde la comisaría 8va de La Plata hasta las fiscalías de 7 y 56, en el patio de la Casa Joven de la Obra de Cajade nos tomamos unos mates, con pan, queso y paté. Lo que sigue es la charla que tuvimos con Daniela Tonello y Teresa Acosta. La primera es trabajadora social y participa de la Casita de los Pibes hace años. Teresa es parte también del emprendimiento y vive en el barrio de Pochita desde los 13 años. Hubo emoción y dolor cuando recordaron a la Pochi. También se preguntaron por la falta de “caricias” en la historia del pibe que disparó el arma.

Selene (S): ¿La conocían a la Pochita?

Daniela (D): Sí, hace 10 años la conocía. Cuando yo llegué a la Casita, ella con todo un grupo de hermanos ya formaban parte. Pochita y Brian siempre fueron los mimados. Siempre metidos. Brian en la carpintería, con el carpintero inventándole algo para hacer, que fuera para su edad. Y Pochita amasando… Fueron a todos los campamentos, paseos, excursiones, de la mano nuestra. Ellos se criaron con una bisabuela que falleció hace un año y medio, más o menos. Muchos bisnietitos crió esta abuela, la abuela Marta.

S: ¿Qué te pareció la Pochita cuando la conociste?

D: Una sonrisa ambulante. Siempre sonreía Pochita, siempre estaba contenta, siempre tenía una cosa graciosa para decir.

Rocío (R): ¿En qué actividades participaba Pochita en la Casita?

D: En todo y a veces en nada. Ella siempre estaba ahí circulando. Que se integrara a un taller y participara, a veces no era tan constante. Pero en la Casita, en realidad, los talleres son una excusa. Para nosotros es un lugar donde construir una pertenencia, sentirse parte de un lugar y hacer lazos, crear vínculos. Lo más importante es la amistad, el afecto, que se genera naturalmente por compartir un tiempo de nuestras vidas, que en el caso de la Pochita fueron muchos años. Por eso es una hija del corazón.

R:¿Iba a la escuela?

D: El año pasado habíamos encontrado una escuela que la aceptaran a la noche. Arrancó y terminó dejando. Ahora había empezado otra vez en la 59, que está enfrente de La Casita. El día que la mataron había ido a la escuela.

R: ¿Cómo van a ser el barrio y la Casita sin la Pochita?

D: En la esquina de su casa hicieron una capillita. Los nenes le hicieron unas flores de papel preciosas, hicieron un cantero, plantaron plantas naturales también. La mamá, que no la crió, pero siempre estuvo en contacto, el día que murió, decía “yo la parí, pero la crió Villa Alba”. Era realmente muy conocida en el barrio.

Marcelo Santillán: ¿Cómo es sin las balas? Basta de muerte, basta de muerte.

D: Mi remera tiene pintado eso. “Ni una bala más, ni un pibe menos”. En realidad no sé cómo se sacan las armas de los barrios. Ojalá lo supiera. Tengo la certeza que no es algo que nosotros podamos manejar, pasa por otras instancias de decisión, institucionales, políticas. Y, evidentemente no hay una decisión política de que esto pare, en algún momento. No es posible que haya un arma en las manos de un pibe, si a ese pibe no lo utilizaron para hacer un negocio más grande. Y los que los usan para hacer negocios, sean mandarlos a afanar, vender drogas o lo que sea, los usan y los pibes son los que pierden siempre, siempre y otros son los que ganan. Los pibes terminan siendo utilizados y las armas son partes de ese drama.

Teresa: A veces, mi mente viaja y cree que quizás, si fuéramos un poco más conscientes de todo esto; el mismo pueblo, el mismo barrio, sacaría todo afuera. No me gusta ver armas en los pibes y siempre se los voy a decir.

R: ¿Qué sintieron cuando se enteraron lo de la Pochita?

T: Algo inexplicable. No sé cómo calificarlo… Estamos todavía muy conmocionados.

D: Todos estos días fueron muy duros. Al pibe que está acusado de haberla matado no lo detenían y había mucha bronca en el barrio. Teníamos que contener también a los otros pibes que querían salir a hacer justicia por mano propia y eso fue desesperante. Es un dolor infinito porque es un instante fatal, una cosa muy loca, totalmente evitable… Es parte de un sistema perverso que hace que en las manos de los pibes haya armas de fuego que en un instante te quitan una vida.

Javier (J): Te escuché preocuparte por la falta de afecto que tuvo el chico que está detenido.

D: A mí no me vas a escuchar decir “que lo maten” o “que se pudra”. Porque es un pibe, creo que tiene 16 ó 17 años. Entonces, lo primero que me pregunto es qué le pasó, qué historia tuvo ese pibe para no poder terminar de ser un ser humano. Porque uno no puede pensar que alguien con toda su humanidad pueda de esa manera quitarle la vida a otro. A todos nos tiene que pasar cuando nacemos, recibir ternura. Los pibes son personitas que están creciendo, sujetos que se están constituyendo y el principal insumo que necesitan no es comer o la leche, es la ternura, la caricia, el amor, el abrazo…Eso nos hace humanos. Por eso en la Casita decimos que somos una familia (se emociona). Nosotros primero nos abrazamos, después vemos si hacemos taller de panadería, de carpintería… primero nos abrazamos.

R: ¿Creen que hay justicia?

T: Sí, quiero creer que sí.

S: ¿Qué es justicia?

D: Claro, es una buena pregunta. Justicia es darle a cada uno lo que le corresponde. Y además, yo que trabajo en el Poder Judicial, un sistema perverso, les puedo asegurar que hay una justicia para unos y otra para otros. Yo creo que es una justicia sectaria, que mira con la vara de los sectores dominantes, los sectores que deciden las cosas más importantes, cómo se reparte la torta. Esos son los jueces y funcionarios del Poder Judicial que imparten justicia. Ellos no son objetivos y aplican la ley igualmente para todos. Ellos tienen prejuicios, tienen sus propios ideales que en general son muy conservadores.

Penélope (P): ¿Se repiten estas situaciones en el barrio?

T: Ahora no recuerdo que haya pasado de esta misma forma. Pero sí, violencia, balas, revólveres… eso sí.

D: Si, a veces te enterás que le dieron un tiro en la pata a uno, por una bronca.

T: Igualmente, hace muchos años atrás, era un barrio más movido, con pibes con otra forma de pensar que siempre andaban usando armas para delinquir, robar. Yo veo al barrio más tranquilo, mucho más tranquilo.

R: Yo voy mucho para Villa Alba. Voy a empezar a ir a la 59 y tengo a mi novio allá. Yo creo que así como las armas mataron a la Pocha, a veces sirven para salvar vidas. Algunas veces… Qué se yo.

P: ¿Por qué?

R: Porque hay algunos que la usan, por ejemplo, para defender su casa, su familia, algún amigo.

D: ¿Te enteraste de alguien que se salvó por tener un arma?

R: Sí, conozco. Creo que también es para eso, las armas. Así como te pueden matar, también te pueden salvar la vida. Lo que está mal es que la tenga un pibe de 13, 14 o 15 años.

D: Lo que a mí me impresiona es que a veces, en algunos grupos, se vuelve tan cotidiano, que nenes muy chiquitos toman contacto con un arma de fuego… La tía de Pochita nos decía llorando, ese día, que ahora tenía que convivir con el hecho de que su hijo de seis años la vio a su prima muerta en la esquina. 6 años tiene. Eso no es sin consecuencias. Eso no debería vivirlo un pibe. Andá a saber cómo lo procesa, si lo logra procesar.

R: Eso necesita una contención de la madre, el padre.

D: Yo creo que es importante hablar con los chicos las cosas que pasan. Explicarles que eso no debería pasar, que un pibe de 16 ó 17 no debería tener un arma. Ponerle palabras a las cosas, para digerirlas.

R: Porque así como no le explican las cosas los padres, uno de la calle le puede explicar.

D: Y mal ¿no? Explicarle mal.

R: Y sí, vas a cualquier lado y te ofrecen un arma así como si nada.

S: O alquilan armas para salir a robar.

D: ¿Y por qué circulan así, entre personas que tienen poco dinero? ¿Por qué hay armas? Estoy convencida que porque hacen negocio con eso, porque sirve, hay gente a la que le sirve que haya armas, porque los usan para robar, porque hay transas en los barrios que venden falopa y también nos arruinan a los pibes… Es un combo explosivo.

R: Así como consiguen el arma, consiguen la droga.

J: Lamentablemente, el caso de la Pochita no ocupa el mismo lugar que el caso Nisman o la muerte del médico del hospital Gutiérrez.

R: Porque buscan noticias que sean más importantes para ellos. Porque sos de barrio bajo no les interesa. Les interesa más lo que le pase a los políticos, que lo que les pase a todas las personas en el barrio.

D: ¿Y es más importante la vida de un político, que la vida de la Pochita?

R: No, no es más importante un político.

D: De eso nos tenemos que convencer primero nosotros. Una vida humana vale lo mismo, cualquiera sea su historia.

P: Incluso la vida de los que están en la cárcel, aunque sea difícil decir eso.

D: Exacto, iba a decir eso. Los llamados “delincuentes”.

T: Los otros día vi una publicación en el Facebook, la comparación de un rico y el pobre. Se mueren. ¿Dónde van a parar? A la tierra, a un pozo… Ahí nos igualamos.

Ser mamá y terminar la escuela

Daniela: La Pochita tenía muchas ganas de ser mamá. Tenía un novio, Juancito, con el que iba y venía. A veces vivían juntos, a veces se peleaban. Dos veces estuvo… Una vez creyó estar embarazada y otra estuvo y lo perdió. Ella se entusiasmaba mucho con esa idea de ser mamá, de tener un hijo con Juancito. Respecto a la escuela, seguro que tenía ganas porque todos los años se anotaba. Lo que pasa es que la escuela también es otro tema. A veces, la escuela, en vez de recibirte y acompañarte con tus dificultades, con tus características, tu ritmo… Donde no encajaste, te vas. O te vas o te va la escuela… Es un tema la escuela. Pero, sí, La Pochita quería ir a la escuela y se anotaba todos los años. Nadie la agarraba de la oreja, aunque la incentivábamos.

Teresa: Este año fue sola a anotarse

Javier: Como Rocío y Selene, que están buscando escuela.

Rocío: Y sí, porque ahora para trabajar te piden todo el secundario. Yo me quedé en cuarto.

Baruyo

Así se llama el espacio de comunicación de pibes y pibas del Hogar de Cajade y Casa Joven en La Pulseada. Es un lugar de encuentro, discusión y reflexión, entre jóvenes y adultos. ¿La excusa? Producir material periodístico para la revista y para La Pulseada Radio. Contactanos en Facebook: Baruyo Periodismo de Barro.

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