Decenas de delegaciones del interior participaron del Congreso de Periodismo Autogestionado en el hotel BAUEN. Mientras avanza el trabajo en red de las revistas, empezamos a soñar una Ley de Fomento y Promoción de la Comunicación Social Autogestionada.
“Comunicación, Libertad y Autogestión” fue el lema del Primer Congreso Internacional de Periodismo Autogestionado que se llevó a cabo el mes pasado en el hotel recuperado por sus trabajadores BAUEN, organizado por el Ministerio de Trabajo junto a la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (FADICCRA). El encuentro, que duró dos días, fue el marco de la presentación del libro “Periodismo con Valores” –realizado por la federación que nuclea cinco diarios organizados en forma cooperativa en el país- y de charlas de referentes internacionales como el mediactivista italiano Franco Berardi (Bifo), el impulsor del software libre Richard Stallman y la militante feminista boliviana María Galindo, entre otros. Más de 2000 personas pasaron por el Congreso, en el que hubo una serie de talleres donde se reunieron -por rubro- los hacedores de diarios, revistas, webs y radios autogestionadas.
¿Qué podemos hacer juntos para fortalecer al sector? ¿Qué podemos hacer para mejorar el vínculo con nuestros lectores? ¿Cuáles son las prioridades en cuanto a la demanda de políticas públicas? Esas fueron las preguntas que guiaron el encuentro-taller entre medios autogestionados con formato de revista, coordinado por la Asociación de Revistas Culturales Independientes (AReCIA), una entidad que reúne experiencias heterogéneas que comparten la vocación por una producción cultural no regida por el lucro, una apuesta por la gestión propia y una búsqueda de “independencia” que no es sinónimo de neutralidad o descompromiso. “Somos un sector”, insistía Claudia Acuña en nombre de AReCIA, “pero es la primera vez que empezamos a pensarnos como tal. No se había hecho nunca”. En ese sentido, la idea de reunirse en red surgió para plantear una interlocución con el Estado y con el mercado, y para buscar respuestas conjuntas a problemas comunes.
Más allá de una proximidad en definiciones generales (“sabemos que nadie aceptaría acá una revista fascista”, dijo alguien), la unión es ante todo gremial, más que ideológica:
-No nos vamos a agrupar para escribir lo mismo –aclaró uno de los presentes.
-Por suerte –remató una integrante de la reeditada revista Crisis, mientras en el grupo donde compartían experiencias con NAN y La Pulseada se imaginaba un contexto “donde podamos hacer este tipo de revistas y vivir de esto” y que eso ocurra “sin renunciar a nuestras convicciones”.
Del encuentro de experiencias y necesidades afloraron reivindicaciones convocantes. Algunas más chiquitas o locales, otras con horizontes políticos de largo plazo. Se plasmaron demandas al Estado, más allá del clásico pedido de eximición del IVA o la regulación del papel de diario. “No sólo hay que regular el papel prensa –sugirió un participante-. Hay que pensar todas las partes del proceso: los mecanismos de distribución, la publicidad en todos los órdenes”. En la sala todos pensaron en el logro democrático que significó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, alcanzada tras muchos años de lucha y construcción de consensos entre organizaciones sociales: “Las publicaciones son un caso distinto, porque no hay un recurso finito como el espacio radioeléctrico, pero igualmente hay que pensar en tener reglas”. Así quedó el compromiso de pensar, proyectar e impulsar una Ley de Fomento y Promoción de la Comunicación Social Autogestionada, que avance sobre distintas líneas: beneficios impositivos, políticas de capacitación, subsidios al papel, reparto justo de la pauta publicitaria.
-Hoy para recibir pauta te piden ser nacional. Pero si somos nacionales, perdemos lo mejor que tenemos, que es la inserción territorial –se dijo, ejemplificando un tema a discutir.- Ninguno tiene vocación hegemónica.
El eterno problema
“La distribución es algo que hay que descular y es tan importante como aprender a escribir. Si no, no sos un medio de comunicación”. Cómo llega la revista a los lectores fue una preocupación clave y compartida por todos los medios autogestionados que participaban del encuentro. Los de Capital hablaban una y otra vez de la “mafia de los canillitas” y cada uno, desde su experiencia, reconocía ahí un problema histórico para el sector. La circulación se presentó también como un problema para afrontar con el trabajo conjunto. De hecho, la flamante Asociación viene trabajando en ese sentido: golpeando una a una las puertas de librerías porteñas y del interior, se está formando una red de puntos de venta, no para una revista, si no para todas las que quieran sumarse. Así, el mes pasado La Pulseada incorporó unos quince puntos nuevos en Capital, un par en Rosario, uno en Bariloche. Y por la misma razón, el local de La Pulseada en calle 59 N° 1515 se convirtió en lugar de venta de publicaciones como Mu, Dale, Cultura LIJ y Kranear, entre otras.