Con una marcha el último 26 de mayo la familia de Johana Ramallo confirmó la información que venía circulando desde hace un mes: los restos encontrados en Palo Blanco, Berisso, coinciden con el ADN de Johana. ¿Qué pasó con Johana Ramallo? ¿Qué se sabe del causa y quiénes son los protagonistas de esta trama? En La Pulseada una mirada del caso desde una perspectiva de género.
Por Paula Bonomi
Investigación P.B y M. Soledad Vampa
“¡Quién sabe cuándo va a volver!, esperala tranquila, después de tres o cuatro días, vuelve. Se habrá ido con algún chongo, va a volver solita”, fue lo que le dijeron a Marta Ramallo el 27 de julio de 2017 cuando fue a denunciar a la comisaría que su hija no había regresado a su casa. Quienes deben activar la urgencia de la búsqueda presuponen de manera inmediata que las pibas, entran y salen sin problemas de la trama que se teje en las calles. Desde el sentido común se instala que hay chicas que andan de gira, que no trabajan, que no se comprometen con nada. Y esa mujer, esa piba, esa travesti es rehén de la manipulación de los machos, funcionarios públicos, o inclusive integrantes de la familia. Ellas están metidas donde no corresponde.
Cuando una piba no aparece en 72 horas, las posibilidades de encontrarla con vida se reducen. Un patrón se confirma: si muere, por algo será. Sus femicidios, consecuencia de la violencia patriarcal, son responsabilidad de un Estado ausente desde siempre en muchas de esas vidas: que no previene las violencias, que es cómplice de un entramado narcopolicial con amparo judicial y político, que libera los territorios donde los pibes son obligados a ser mano de obra regalada y las pibas se convierten en botín de guerra. Para la sentencia que dicta el desprecio social y los funcionarios estatales, ellas – travestis, trans, niñes en situación de calle- son narrades en tramas de consumo, están rotes; son vidas sin valor y descartables. Entonces, ¿quién les busca?
¿Cómo buscaron a Johana?
En julio de 2017 la fiscal bonaerense Betina Lacki luego de recibir la denuncia de Marta Ramallo por la desaparición de su hija caratuló la causa como “averiguación de paradero”. ¿Por qué no explorar inmediatamente la hipótesis de un secuestro ligado a la trata? ¿Cómo no exigir los recursos necesarios para desplegar una búsqueda real, contundente, que pudiera poner a favor de Johana una migaja del tiempo que corría contrarreloj para buscarla? ¿o investigar la posibilidad de un femicidio? El tiempo pasaba y la delegación de la investigación estaba en manos de la sospechada policía bonaerense.
En la calle y en las puertas de las dependencias de justicia y estatales Marta Ramallo insistía pidiendo una búsqueda urgente con marchas, intervenciones y distintas actividades acompañada por feministas y militantes de organizaciones sociales y políticas. Esa búsqueda de Johana logró trascender los límites comunicacionales de la ciudad, pero no explotó (Ver La Pulseada N° 156). Su historia se contó y construyó de manera fragmentada, hasta confusa y distorsionada de su realidad. “Fue un error no ser claras con el contexto cuando nos preguntaban cuáles eran los indicios que vimos desde un primer momento de que podía ser esto un caso posible de la acción de una red de trata”, reflexionó al mes de la desaparición de la joven Josefina Rodrigo, una de las primeras abogadas del caso. Ante la mirada sexista y hegemónica de los medios de comunicación prevaleció, por desconocimiento o reproducción de estereotipos patriarcales, una narrativa confusa para sostener el reclamo de búsqueda.
“Contextualizar estos escenarios, no como una excepcionalidad ni desconectados de otras formas de violencia, es central para encontrar a las personas desaparecidas”, afirma la abogada feminista y penalista Ileana Arduino. Con Johana las estrategias de comunicación desplegadas conspiraron contra su búsqueda; por ejemplo, la foto que circuló de Johana en primera instancia es un retrato de cuando tenía 15 años que distaba mucho de su rostro a los 23*. En poco tiempo se fueron construyendo en las calles platenses otros dispositivos iconográficos que repetían una imagen de una Johana que ya no era. La batalla por la apropiación política del caso hizo otro tanto: su belleza, su identidad fue mutando hasta convertirse en mártir o ícono de lucha de murales o stenciles, pero dejando partes de su historia a oscuras, envueltas en silencios.
***
En poco tiempo la fiscalía relevó decenas de testimonios del entorno de la joven, la familia, presuntos proxenetas, narcocriminales, barrabravas y otras personas que habitan la zona roja donde ella trabajaba. La causa no paraba de arrojar delitos conexos a la trata de personas y del círculo de pibas que rodeaban a Johana surgían datos, algunos delirantes o inasibles, otros indicaban el peor de los escenarios. Algunos de esos testimonios fueron desprestigiados como inverosímiles o inestables; o sobrevolaba la sospecha de algunas de ellas como entregadoras. Víctimas del circuito de pobreza, narcomenudeo, prostitución, consumo, sus testimonios confirmaban el estado precario de salud de Johana en ese momento, describían el mapa de dealers y regentes de la zona, los clientes violentos o violadores y hasta el posible descarte del cuerpo de Johana bajo la hipótesis de que la habían mataron porque ya no les servía o “se les dio vuelta”.
En un momento el foco se puso en un hombre que ocultó, hurtó y posteriormente vendió el teléfono de Johana. Para la justicia bonaerense hubo sospechosos y, uno a uno, fueron desestimados por falta de pruebas. Esas líneas de investigación quedaron abiertas o descartadas más tarde por la Justicia Federal y la querella.
Para la justicia bonaerense hubo sospechosos y, uno a uno, fueron desestimados por falta de pruebas.
En cada paso la Dra. Lacki fue notificando a la jueza de garantías Marcela Garmendia, dio intervención a la fiscal Ana Medina y a la, actualmente desarticulada, Ayudantía de estupefacientes, siempre delegando actuaciones en la policía bonaerense, denunciada permanentemente de encubrimiento y connivencia criminal en la zona. En el caso también tuvieron intervención, entre otras áreas, el Consejo Provincial de las Mujeres y la Subsecretaría de Acceso a la Justicia. Al cumplirse un mes de la desaparición, el Secretario de Derechos Humanos bonaerense Santiago Cantón recibió a Marta Ramallo y se comprometió a acompañar la búsqueda y gestionar una audiencia con la gobernadora María Eugenia Vidal. Nada de eso sucedió.
***
Las búsquedas se demoran, se espectacularizan los rastrillajes y los hallazgos, se desvían las pistas. A las pibas el poder judicial no las busca, porque encubre a la policía. La policía encubre a las redes de menudeo y tráfico. Las redes de menudeo y tráfico aleccionan a les niñes, a las pibas, a las travas a través de la captura o el asesinato. En cada caso se puede ver cómo se cristaliza un funcionamiento de engranajes de poder e impunidad. Son rehenes del negocio, prendas de negociación o mera mercancía cautiva, sin utilidad alguna, sus finales dan cuenta de lo que los dueños de los cuerpos son capaces de hacer. El poder político calla.
Los funcionarios judiciales suelen aducir una sobre saturación de expedientes que no hace más que dejar al descubierto la desprolijidad de algunas fiscalías, tanto en la provincia de Buenos Aires como en el sistema federal, para resolver las causas. A eso se suma el desprecio por la capacitación con perspectiva de género y que las unidades fiscales especializadas en el tema no intervienen desde el inicio de las investigaciones penales. Esto sucedió también casos como el de Araceli Fulles, Melina Romero, para dar una pincelada de memoria urgente.
Marta Ramallo insistió hasta el hartazgo que su hija estaba ausente en contra de su voluntad. Adjudicó la responsabilidad a proxenetas de baja calaña de la zona roja y personas vinculadas al narco local. Redes que que operan con el amparo judicial, policial y político y sostienen las economías legales e ilegales articulando el territorio urbano y las periferias. ¿Quién la escuchó?
El 20 de septiembre de 2017, antes de cumplirse los dos meses de la desaparición, la querella presentó un pedido en los tribunales federales para que se investigue como trata de personas en el marco de la Ley 26.364. Sin lograr un diálogo empático con Marta Ramallo, ante los cuestionamientos políticos y denuncias por violencia institucional y débiles indicios sobre un presunto delito de trata, Lacki dio un paso al costado y se derivó la causa a la Justicia Federal. En octubre de 2017 la búsqueda de Johana recayó en el Juzgado Federal Nro. 1 a cargo de Ernesto Kreplak.
En el nuevo fuero las noticias no fueron distintas. Al cumplirse el año de la desaparición, la Fiscalía Federal 1 a cargo de Hernán Schapiro, emitió un comunicado enumerando múltiples intervenciones a la vez que informaba que “a 10 meses de la radicación de la causa en el fuero federal, aún no ha sido posible dar con el paradero de Johana Ramallo”. Un mes más tarde se alejó de esa fiscalía y lo secundó Gustavo Ferrara, quien se había desempeñado hasta diciembre de 2018 en la justicia civil.
De acuerdo a lo que contó Marta Ramallo cuando Ferrara la recibió a en marzo de este año le dijo: “Estamos esperando un milagro”. Al salir de esa reunión Víctor Hortel, abogado de la querella, declaró a la prensa: “la Justicia ha tomado un montón de medidas, pero lamentablemente sin ningún resultado. No sólo en cuanto a encontrar a Johana, sino que tampoco se sigue una línea de investigación. Nos lo dijo el nuevo fiscal en la reunión”.
Nota relacionada: Cómo buscar a Johana
***
El 22 de agosto de 2018 fuentes policiales informaron que un hombre había denunciado el hallazgo de restos humanos en Palo Blanco, Berisso. Una pierna. En ese momento intervino de oficio la Unidad fiscal N° 3 a cargo de Marcelo Martini. Cerca se halló también un DNI de varón. A principio de ese mes un pescador ya había encontrado en la misma zona un brazo derecho, junto a pelos y ropa. En esa oportunidad intervino la UFI 6.
Argentina es mundialmente reconocida, entre otras cosas, por el trabajo de excelencia que desarrolla el Equipo argentino de antropología forense (EAAF) para identificar restos y restituir la identidad de personas desaparecidas. Alertado por la aparición de la pierna, Hortel solicitó a la justicia federal cruzar información y cotejar esos restos con el ADN de Marta Ramallo y la hija de Johana. En ese momento nadie convocó al EAAF, ni se unieron las causas por los hallazgos en la zona ni se tomaron medidas para relevar el lugar a pesar de la sospecha. Con el EAAF se peritó Palo Blanco recién 9 meses más tarde.
Hallazgos, responsabilidades y censura
Cada 26, desde hace casi dos años, Marta, su familia y las organizaciones que la acompañan, actualizan el pedido de búsqueda y de justicia ante las puertas de los Tribunales Federales, de la Gobernación y frente a cierta indiferencia social. Hasta el 26 de abril, en conferencia de prensa, se dijo que la causa estaba paralizada, sin novedades. El 30 de abril de 2019, con un llamado desde las oficinas de Juzgado Federal N° 1 le comunicaron a Marta que las pericias realizadas sobre los restos hallados por el laboratorio de huellas genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA eran compatibles con su ADN. Era Johana.
Ante el dolor por la noticia de la muerte, Marta y los suyos se refugiaron en el círculo afectivo más íntimo. 36 horas después, su abogado Víctor Hortel fue notificado formalmente por el juez Adolfo Ziulu, quien al finalizar el período de subrogancia de Kreplak asumió sus funciones en la investigación. Al salir de ese encuentro con el juez el abogado confirmó, en off, la compatibilidad genética. Además comentó que pediría los informes periciales realizados por la UFI 3 ante los hallazgos para interiorizarse.
El 30 de abril de 2019, con un llamado desde las oficinas de Juzgado Federal N° 1 le comunicaron a Marta que las pericias realizadas sobre los restos hallados por el laboratorio de huellas genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA eran compatibles con su ADN.
La justicia federal ordenó el secreto de sumario y se hicieron nuevos rastrillajes en Palo Blanco para ampliar la búsqueda. En esta oportunidad sí participó el Equipo Argentino de Antropología Forense, aunque con resultados negativos, Marta Ramallo estuvo presente. También solicitó informes a las Unidades fiscales provinciales por otros posibles hallazgos que se hubiesen pasado por alto, a la morgue judicial y a policía científica. El secreto de sumario se extendió 21 días, quizás porque había tareas que requerían tiempo para emprolijar y aquietar las tensiones que surgieron producto de las negligencias provinciales, la incompetencia y falta de profesionalización de la policía bonaerense en la cadena de custodia y preservación de pruebas, el agujero negro que implica meterse con la morgue policial y la falta de actuaciones ordenadas en tiempo y forma.
***
El sector político que rodea a la familia Ramallo se encargó de la estrategia comunicacional: invocaron el secreto de sumario y se impuso un cerco de aislamiento sobre Marta mientras se exigía silencio a la prensa. La noticia de la muerte de Johana no fue un escándalo. Los comunicados emitidos no daban la información que igual circuló y fue confirmada por fuentes judiciales a la prensa.
El mismo estado daba señales de la veracidad de los datos sacando el caso de Johana de la nomina del Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenada por la Justicia “Buscar” que ofrece recompensa a quien aporte datos. En La Plata seguían hablando de Johana como desaparecida, y se clausuró la voluntad de salir inmediatamente a pedir el esclarecimiento y verdad en las calles. El mismo grupo político lanzó una campaña para desacreditar las versiones sobre los hechos y hasta se llegó a amenazar a periodistas que no respetaron la veda que imponían. Todas estas reacciones generaron un profundo desconcierto y nadie dio explicaciones. Cuando las novedades tomaron relevancia nacional, ni el abogado de la familia Ramallo, ni las representantes de las vocerías políticas, desmintieron la información pero tampoco accedieron a hablar con la prensa.
¿Qué pasó con Johana Ramallo?
Al cumplirse un mes de la confirmación de la muerte, levantado el secreto de sumario luego de 21 días, no hay ningún imputado por el femicidio de Johana Ramallo. ¿Qué le hicieron? ¿Quiénes, cómo y cuándo se deshicieron de ella? ¿Quiénes saben cosas? ¿La existencia de una red de trata continúa como hipótesis? ¿Por qué pasaron 9 meses para confirmar un estudio de ADN desde los hallazgos en Berisso? La información sigue siendo poca y confusa, no se sabe si se tomó declaración indagatoria al Jefe de la Policía, Fabián Perroni; al titular de la DDI, Pedro Beltrame; del comisario de la 9na, Matías Saez; y del jefe de calle de esa seccional, Guillermo Salas. Todos agentes en funciones al momento de la desaparición de la joven.
“Si hablamos de narcopatriarcado, es porque allí se estructura una lógica de poder e impunidad en la cual el Estado garantiza que no salgan a la luz las responsabilidades económicas y los circuitos, pero al mismo tiempo por el tipo de jerarquías soldadescas y sacrificiales que en la trama de consolidan. Por otro lado, el mismo Estado que en la jerga punitivista también habla de la guerra contra las drogas, es garante y cómplice”, afirma la periodista Florencia Minicci, una de las integrantes del colectivo #NiUnaMenos.
La exclusión social, la pobreza y la violencia machista son las principales causas que involucran a estas niñeces, a las pibas, travestis y mujeres con el micro tráfico y las nuevas modalidades de la trata. Los hombres manejan los hilos invisibles de las grandes y medianas redes de narcotráfico, mientras que elles ponen el cuerpo, terminan en las comisarías o son asesinades como lo confirman las estadísticas de los organismos de monitoreo como la Comisión por la Memoria o el Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del pueblo de Buenos Aires. Dice Rita Segato que “(…) La niña -la piba- es funcional, su captura es funcional a esa progresión de escala en la carrera mafiosa. Entonces el análisis tiene que ser sobre la estructura del pacto masculino mafioso, que es un pacto de negocio, un pacto corporativo, o un pacto de personas que están en el mismo negocio y que necesitan dar pruebas progresivas para poder escalar posiciones. Son pruebas de crueldad, de capacidad de engaño. El pacto corporativo es el centro de gravedad de toda esta escena que estamos intentando comprender”.
Al calor de los acontecimientos, muerta en la nebulosa de una causa de visible matriz patriarcal y un Estado negligente, la búsqueda de responsables se encuentra en la cadena mafiosa de tráficos y ultrajes que ponen fecha de vencimiento a la vida de las pibas. Urge un diagnóstico de las redes narco patriarcales, y de sus articulaciones con los poderes del Estado y de la economía toda en nuestra región. Urge crear las estrategias dentro de territorios que mutan permanentemente y donde circula el consumo, los circuitos represivos y la precariedad.
Se lo deben a Johana. A todes. Ni Una Menos.
*Aclaración respecto de la difusión de la imagen de Johana
«Me voy a poner de pie una y mil veces»
“Como otro maldito 26, nos encontramos pidiendo verdad, justicia y memoria por Johana. Lamentablemente recibimos las peores noticias el día 30 de abril. Quiero agradecer a cada uno que se sumó al respeto hacia mi familia, hacia mi nieta y a los medios que no lo hicieron, los abortaré una y otra vez con el patriarcado. Atrás de la imagen de Johana hay una familia, una nena de 8 años que hoy también se encuentra acá en las calles, en la lucha, pidiendo verdad, justicia y memoria por su mamá.. Agradecer una y mil veces a todes por el apoyo, el aguante, estar, escucharme, compartir. Hoy todes somos Johana y no tenemos que permitir que sigan desapareciendo nuestras pibas, no tenemos que permitir que haiga un Estado cómplice, proxeneta y patriarcal para nuestras pibas.
¿Cómo lo tenemos que hacer compañeras? Saliendo a las calles, en la lucha. Esta lucha no me va a tirar en una cama. Me voy a poner de pie una y mil veces como lo venimos haciendo. Gracias a mi nieta por acompañarme, sosteniéndome de la mano. Gracias Johana por dejarme esta nieta tan bella, tan pequeña y con toda esa fortaleza. Gracias hija una vez más. Lucharemos por verdad, justicia y memoria”.
Palabras de Marta Ramallo, en la marcha del 26 de mayo de 2019