En abril, la inundación también alteró la salida de revista: el agua arrasó con la encuadernadora que suele hacer el proceso final del armado de La Pulseada, y tuvimos a los lectores esperando que llegara a sus casas esa hermosa tapa de Luxor que ya habíamos anunciado. La revista estaba impresa desde antes del 2 de abril y era raro: nos sentíamos incómodos llegando a sus casas después del desastre, sin decir nada al respecto. Entonces agregamos una hojita explicando la situación, avisando que estábamos bien y acercando algunos datos útiles para los damnificados. No nos cobró nada por el trabajo Guillermo Comelli, de la fotocopiadora Emegel (49 entre 4 y 5), que además es un fiel y desinteresado punto de venta de la revista (no se queda ni un peso del precio de tapa de las revistas que vende).
Qué decir de Manuel, que como siempre decimos es un pulseador más: esta vez enfrentó la tormenta haciendo agujeros en el cielorraso de nuestro local para que no se viniera abajo, y corrió pilas de revistas evitando que se mojaran.
Mucha solidaridad recibimos, en fin, los días posteriores al desastre. Los compañeros de la revista Hecho en Buenos Aires nos ofrecieron vender parte de la tirada de su revista si habíamos perdido la nuestra. Y los músicos de Cuartoelemento tocaron a beneficio ni bien llegó un fin de semana, convocando junto a La Pulseada, para juntar donaciones para la Obra.