Adiós Paraguay
Cecilia Martínez
Editorial Mil Botellas
2014
En menos de cien páginas se puede definir un mundo. Ahí está el desafío planteado al lector de Adiós Paraguay. Un mundo cotidiano, con personajes de clase media que se sientan frente al televisor a ver el History Channel, viajan a Capital para festejar en familia fin de año, sienten temores ante una casa heredada o pasan la infancia sufriendo diferencias entre hermanos. Se trata de la ópera prima de Cecilia Martínez (La Plata, 1978), en cuya mirada y prosa se encuentra una originalidad refrescante. El trabajo de esta autora se suma a la colección Brindis de la editorial Mil Botellas, compuesta por libros de cuentos en formato reducido que también incluye los recomendables El circo nunca muere, de Gabriel Báñez, Los chicos y las guerras, de Bruno Petroni, y la reciente reedición de Noche de revolucionarios, de Pablo Urbanyi.
Desde las frases iniciales de los cuentos de Martínez hay una invitación a seguir leyendo, a enfrentarse a esa dimensión tan cercana como desconocida. Valgan estos ejemplos: “La puta madre, pensó, el silencio del auto, la lluvia cayendo, los últimos minutos de la tarde. El cuerpo le temblaba, quiso detenerlo, tomó el volante con ambas manos, el mismo temblor y su mirada fija”; “Miré los rincones en la oscuridad, el piso de madera gastado, los cerámicos de colores, algunos rotos, otros oxidados y no encontré allí ninguna referencia a mi infancia”; “Llegaron los abuelos. El departamento cobra otro ritmo, las dos se ponen contentas. Gritan, saltan, abrazan a los abuelos. La madre ríe por primera vez en el día”.
En la portada se encuentra la Virgen de Caacupé, en un libro cuyo dogma o religión son las obsesiones de los personajes.
Juan Manuel Bellini