Así se llamó el ciclo de teatro, danza y música que se hizo todos los jueves del verano en Área Chica (Boulevard 83 entre 34 y 119). Decir que “hay vida en enero” fue una forma de desterrar los mitos y lugares comunes respecto del principio de año en La Plata: que no hay nadie, que no hay nada para hacer, que nos morimos del aburrimiento. Todo falso.
C’est La Vie (55 e/ 4 y 5) no cortó ni un día sus actividades. Por un lado, porque no podían: unos días antes de navidad entraron a robar a la casona cultural llevándose la plata del alquiler de enero y algunos objetos de valor. El primer sábado del año C’est La Vie reventó de gente dispuesta a ayudar a la causa, y pudieron sortear el problema entre canciones, muestras y comida vegetariana.
Pero no pararon ahí: se asociaron con la productora cultural Medio Limón, hicieron el ‘Ciclo Vermú’ todos los jueves, y por su terraza pasaron cantautores platenses y bandas del under porteño como Los Broster y Páramo.
Además, lugares como La Mecha (1 y 65), y La Carpintería Cultural (64 y 16) mantuvieron actividades todos los fines de semana; y el Viejo Almacen el Obrero (12 y 71) y el Favero (117 y 40) propusieron talleres intensivos que duraban lo que duró el calor.
Y se abrieron nuevos lugares de encuentro como Espacio Piquipantera (64 e/ 7 y 8), que invitó a artistas plásticos a pintar murales y promete talleres y muestras durante el año.
Por supuesto que hay vida, entonces, y encima efervescente de arte y cultura, que no la aplaca ninguna ola de calor.